rafael amargo. bailaor

"Piedras preciosas' es una joya a la que debo mi nueva faceta de actor"

  • El conocido bailaor llega hoy a la Bienal en homenaje a Alejandro Segovia con una propuesta escénica que lo mantiene entusiasmado Será la primera vez que el artista pise San Roque

El bailaor Rafael Amargo jamás ha estado en San Roque. Y no pudo llegar a conocer a Alejandro Segovia Camacho, Canela. A la Bienal que homenajea al desaparecido cantaor campogibraltareño llega hoy para poner sobre las tablas del teatro Juan Luis Galiardo su trabajo Piedras preciosas. "Estamos hablando de una obra que me encanta y de la que puedo decir rotundamente que es toda una joya", explicaba ayer Amargo al otro lado del teléfono mientras descansa durante el receso de un ensayo.

El bailaor no para quieto. Su compañía se las arregla para mantener vivas varias propuestas escénicas dando vueltas por los teatros al tiempo que él trabaja, ensaya, viaja y aún tiene tiempo de estar en un programa de una televisión italiana. Piedras preciosas, con la que se presenta hoy en la tercera jornada de esta cita flamenca, lo tiene verdaderamente encandilado: "¿Por qué digo que es una joyita? Pues porque me permite, por primera vez, estrenarme en la faceta de actor de texto. Uso en ella mi cuerpo para ser actor, no solo para bailar. Y eso es algo absolutamente maravilloso".

El dramaturgo malagueño Pablo Díaz es el autor de Piedras preciosas. Díaz encontró la inspiración en la vida del polifacético artista francés Jean Cocteau, quien entre sus muchas inquietudes como escritor, cineasta, dibujante y un largo y fructífero etcétera mostró un especial interés por pintar y decorar piedras que iba encontrando en su camino. Cocteau pasó unos días en Andalucía durante la etapa final de su vida. En ella conoció a un joven bailaor gitano de Marbella del que aprendió muchas cosas de la tierra y, a su vez, éste tomó del francés un concepto de la vida que hasta entonces le era desconocido.

Piedras preciosas está precisamente basada en la relación que se entabló en aquellos momentos. "Es una obra llena de opuestos y contrapuestos, el alumno y el maestro, lo fantástico y lo terrible, lo irreal y lo real. Eso llega muchísimo al público y es una fuente de disfrute", reflexiona Amargo.

Manuel Salas es el actor con el que comparte reparto en Piedras preciosas. Salas, afincado en la Costa del Sol, formó parte del exitoso elenco de intérpretes de la película La isla mínima, del director sevillano Alberto Rodríguez. Quienes hayan visto ese film -que resultó rotundo triunfador en la gala de los Premios Goya de hace dos años- no tardarán en reconocer en Salas a aquel misterioso guardés de un cortijo de Doñana que ahora, en otro papel tan diferente, acompaña a Rafael Amargo en esta aventura.

Como Cocteau, Rafael Amargo se muestra como artista ecléctico, capaz de crear belleza en muchas disciplinas diversas y quizá reacio a que una sola lo encorsete.

Su entusiasmo por el teatro es claro. Es su momento para expresar a través del drama. Eso no quita que reverencie al flamenco como gran raíz de su trayectoria: "Pienso que la danza flamenca está en un muy buen momento. No podemos olvidar que el flamenco es un arte noble e indiscutible y yo, al menos, no me puedo quejar de él para nada y estoy muy contento".

A Piedras preciosas le ha echado muchas horas de trabajo. Y las que le quedan: "Es un texto de 120 páginas que todos nos hemos tenido que meter en la cabeza de forma muy concienzuda y al que pienso darle todo el recorrido posible".

La oportunidad para ver en vivo a Rafael Amargo, una de las grandes figuras europeas de la danza actual, es muy especial. No se ha prodigado mucho por el Campo de Gibraltar. Recuerda una sola actuación en el palacio de congresos y exposiciones de La Línea de la Concepción y sus trabajos escénicos suelen estar ligados a teatros con aforo superior al que se encontrará hoy a partir de las 21:00 en el Juan Luis Galiardo de la Alameda Alfonso XI, en San Roque.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios