Minimalismo latino festivalero
Uruguay-Argentina, 2009, Comedia. 87 minutos. Dirección, guión y música: Adrián Biniez. Fotografía: Arauco Hernández. Intérpretes: Horacio Camandule, Leonor Svarcas, Diego Artucio, Fernando Alonso. Música: Marco Beltrami. Producción: Fernando Epstein y Agustina Chiarino. Direccióna artística: Alejandro Castiglioni. Cines: Avenida.
Gigante, debut del director y músico argentino afincado en Uruguay Adrián Biniez, se alinea junto a esos títulos latinoamericanos de vocación minimalista auspiciados por los festivales (Rotterdam, Berlín), las instituciones (Hubert Bals, Fonds Sud) y las televisiones europeas (Arte, TVE). Hablamos, por ejemplo, del cine de los argentinos Lisandro Alonso (Liverpool) o Ariel Rotter (El otro), del mejicano Fernando Eimbcke (Lake Tahoe) o, muy especialmente, de los uruguayos Rebella y Stoll, cuya celebrada Whisky parece ser el referente inmediato del tono, las intenciones y la estética de esta cinta.
Estamos ante un cine austero que apuesta por la filosofía del menos es más y una aparente sencillez, protagonizado por criaturas quebradizas, solitarias y entrañables que buscan el amor, la identidad o el reconocimiento entre paisajes urbanos desolados (supermercados, callejones vacíos, locutorios, cibercafés y otros no-lugares de la topografía contemporánea) filmados con cierta distancia y humor seco, en un intento, a la baja, de trasplantar el espíritu de Kaurismaki a latitudes sureñas.
La de Gigante es la historia de uno de estos (proto)tipos, un vigilante de supermercado grandote, callado y amante del heavy (Horacio Camandule, todo humanidad) que pasa la rutina de sus días mirando las pantallas de las cámaras de seguridad del trabajo hasta que descubre a una mujer flacucha (Leonor Svarcas), limpiadora para más señas, a la que empezará a seguir en secreto por donde vaya.
Historia de amor excéntrica y posmoderna con apuntes de comedia, la de Gigante es una apuesta segura y hasta cierto punto previsible para el orbe festivalero y ese público minoritario con preferencia por lo escueto y los ramalazos de cierta estética indie. En su modestia, la cinta apunta algunos destellos que disculpan su inevitable tendencia a lo amablemente caricaturesco. No es de extrañar que cosechara varios premios importantes en Berlín.
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