Manuel Carrasco llenó anoche como pocas veces se ha visto la plaza de toros de Algeciras para regalar a sus fans del Campo de Gibraltar un concierto que respondió, y tanto, a las expectativas. Éstas eran muy altas desde hace días, cuando se agotaron todas las entradas, y más de 8.000 personas disfrutaron de un recital que difícilmente olvidarán, lleno de magia y seducción.

Con puntualidad el onubense saltó al escenario y desde el primer minuto se metió al público en el bolsillo. Empezó a hacerlo con el tema que abre su nuevo disco, Tambores de guerra, acordes que abrieron una actuación que continuaba al cierre de esta edición.

Tambores de guerra inaugura Bailar el viento, el mismo nombre que el artista ha dado a su gira y que, como también se podía sospechar, le vino que ni pintado al recital de anoche, que el Levante tampoco se quiso perder.

Tras tambores de guerra vino una de las canciones de su anterior trabajo discográfico, Aprieta, y el tercer regalo fue uno de sus temas más antiguos, Sabrás.

Uno tras otro se fueron sucediendo. En ningún momento decayó el directo, reforzado por unos músicos más que solventes.

Con una camisa estampada de flores y vaqueros negros, Manuel Carrasco no se pudo quitar en toda la noche la sonrisa de oreja a oreja, feliz, se intuía, por la enorme respuesta al concierto algecireño. Bueno, sí se la quitó en los temas más íntimos, arrebatador en ellos.

La noche avanzó al ritmo que movió el onubense, bailando y cantando ante los ojos emocionados de sus seguidores. Manuel Carrasco volvió a Algeciras dos años después. Por lo visto ayer, sería una sorpresa que la próxima gira no pare también en Las Palomas.