Cultura

Juan Delgado se vacía en recuerdo de su buen amigo

  • El artista cantó por soleá, por seguiriya y bulerías Escoltado por Antonio Carrión, cerró una noche flamenca llena de magia

El recuerdo de tantas noches junto a Canela sirvió al cantaor Juan Delgado para ratificar su respeto por la dimensión artística y humana de Alejandro Segovia. Ese fue el comienzo de su recital en el patio central del palacio de Los Gobernadores, en el corazón de la ciudad de San Roque. Luego vinieron las alegrías. Con la escolta del toque de Antonio Carrión, quien cuenta en su currículum con haber acompañado a las más grandes figuras flamencas, todo fluye con naturalidad.

"Voy a cantar un poquito por soleá, acordándome del maestro Canela, que es el que mejor ha cantado del mundo por soleá", anticipó antes de afrontar su segundo palo de la noche. Otra vez colocado el simbólico cartel de no hay billetes, aforo completo y la reconfortante imagen de público interesado y concentrado en pie por los pasillos. Afición de la de verdad.

Delgado se vació en la soleá, sus décadas de cante se notan a la legua. El sanroqueño siente lo que hace y lo lleva con toda solvencia a quien lo escucha. Es lo mismo que le ocurrió con la seguiriya: "Como me quemo en mi llamita pasito a paso", en la letra un cante en el que ya estaba demostrando su riqueza de matices en una voz que fue creciendo y creciendo para darlo todo a su público.

Juan Delgado cantó luego por bulerías de Cádiz, una aportación que llenó de color y sabor Los Gobernadores en otra jornada de la bienal de su compañero y amigo. Y terminó con un colofón de lujo: calló la guitarra de Antonio Carrión para que sonasen los martinetes y las tonás del sanroqueño. Aquí, en este punto, la emoción fue máxima. Y encima tocó en uno de los silencios de su palabra la campana de la vecina Santa María la Coronada a las diez y cuarto de la noche. Pura magia flamenca. Puro sentimiento jondo.

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