Cenicienta en Alemania
Un conejo sin orejas, comedia romántica alemana, bien podría pasar por cualquier otra comedia romántica norteamericana en sus hechuras globalizadas de producto exportable trazado con escuadra y cartabón a partir de las fórmulas más trilladas del género, estereotipos, situaciones y cancionero pop incluido.
Si encima, como es el caso, la vemos doblada a un neutro y familiar castellano, la película del también actor Til Schweiger, todo un taquillazo en su país, ni tan siquiera puede exhibir mínimamente sus pequeños chistes y guiños locales (que los tiene: los intuimos más que otra cosa) y los cuatro elementos propios que la sitúan como producto nacional alemán.
Queremos decir con todo esto que, sin ser una pésima película, sorprendente y agradecidamente con más toques de comedia que de romance, Un conejo sin orejas es al cine alemán lo que títulos como El orfanato o Los crímenes de Oxford al español, es decir, un producto transnacional e impersonal confeccionado para satisfacer mercados sin fronteras y agradar a un público estándar y poco exigente dándole lo mismo de siempre, a saber, un poco de previsible guerra de los sexos con final feliz, atracción entre opuestos (el guapo vs. el patito feo), humor picarón aunque inofensivo y, menos mal, unos cuantos golpes y caídas de bruces al más puro estilo mudo.
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