Animación sin identidad
Buscando su hueco en el duro y cada vez más exquisito mercado de la animación digital infantil en 3D, la productora gallega Dygra Films sigue de cerca la fórmula de El bosque animado, la cinta española de animación de mayor recaudación hasta la fecha, con esta nueva entrega-secuela. La fórmula no es otra que la de convertir el bosque, lejos ya de sus orígenes literarios, en un parque cómico-temático de animales antropomorfizados que, en la estela de la animación norteamericana contemporánea, compiten por ser los más graciosos de la función en su batalla, siempre ecologista y justa, contra el hombre.
Si argumentalmente hay poco que llevarse a la boca más allá de los tópicos ecologistas pasados por una suerte de casticismo televisivo pensado más para padres que para niños, estéticamente este Espíritu del bosque pone en evidencia la distancia abismal que separa algunos de nuestros productos (a excepción, tal vez, de los de la factoría Filmax) del estándar medio que circula hoy en el mercado de la animación con voluntad de exportación. El tratamiento del color, las texturas tridimensionales y los fondos, el diseño de los personajes, rayano en el peor de los feísmos, y el trabajo de movimiento y puntos de vista dejan siempre en evidencia ese quiero y no puedo que condena este tipo de cintas a la fatídica comparación.
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