Cultura

El artista Alonso Gil explora la esencia del flamenco con cantaores de Jimena

  • La videoinstalación 'Felicidad en el trabajo' enseña el género como una parte inherente a la vida cotidiana, que se interpreta mientras se trabaja · La muestra se podrá contemplar en Sevilla hasta el 12

El artista pacense Alonso Gil podría llevar a la Peña Flamenca de Jimena parte de la videoinstalación Felicidad en el trabajo, que actualmente se muestra en la sala de exposiciones Imagen de Cajasol en Sevilla coincidiendo con la celebración de la Bienal, hasta el próximo 12 de octubre. Esta performance está protagonizada, entre otros, por cinco cantaores jimenatos que fueron filmados cantando mientras realizaban sus obligaciones laborales diarias.

José Bueno, 'Niño de los Brezos'; Antonio Talén; Manolo Cárdenas; Gabriel Jiménez Cortes y Gabriel Jiménez Heredia ocupan la mitad de los ocho paneles en los que se divide la muestra. Cada uno de ellos expone un vídeo individual de cada uno de los cantaores. En el caso de los Jiménez, padre e hijo aparecen en el mismo vídeo.

El artista pretende mostrar el arte flamenco como parte inherente a la vida cotidiana de muchas personas, alejándose de la idea del flamenco como un arte circunscrito a peñas y cerrado al exterior. Así, se apuesta por componer una especie de retablo que transmita al espectador la sensación del cante como algo que acompaña en el día a día y que ayuda a alcanzar la felicidad, más allá de las penurias del trabajo.

Así, José Bueno aparece confeccionando las sombrillas y persianas de brezos por las que se ganó el apodo; Antonio Talén fue filmado labrando su huerto; Manolo Cárdenas aparece cortando sus trajes mientras que los Jiménez preparan y limpian un caballo mientras cantan.

Además de los cantaores jimenatos, la muestra recoge el arte de otros cuatro artistas más, como una profesora de instituto en su aula, un camarero cortando jamón y un conductor de autobús extremeño que canta mientras conduce su autobús en viajes de largo recorrido, con unos pasajeros encantados de tan singular y divertido conductor.

Algunos se dedican a quehaceres tradicionales, otros a profesiones consolidadas y a ellos se añade una concienzuda -y elegante- ama de casa. Todos cantan. Cambia la maldición de Adán, el trabajo, pero todos la endulzan cantando. Alonso Gil ha sabido buscar y encontrar a estos agentes de la tradición -mantienen el cante disfrutándolo-, y compone con ellos un retablo electrónico. Porque cada figura (como los antiguos santos) mantiene su individualidad en el cante y los gestos que, sabiamente, la cámara realza.

Felicidad en el trabajo señala la tónica de las obras expuestas: no son cante filmado; brotan de la complicidad entre dos formas de arte: el cante y el baile flamencos, y el lenguaje de la imagen electrónica.

La muestra lleva ya algunos días abierta y aún se podrá ver casi dos semanas más.

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