San Fernando

Una prisión de 300 kilos: la historia del hombre de San Fernando que lleva tres meses sin poder levantarse de la cama

José María Fernández pesa 300 kilos y pide ayuda para levantarse de la cama.

José María Fernández pesa 300 kilos y pide ayuda para levantarse de la cama. / Lourdes de Vicente

José María Fernández tiene 49 años y calcula que pesa más de 300 kilos. No lo sabe a ciencia cierta porque no puede pesarse, pero la última vez que pasó por una báscula superaba los 290, así que hace cuentas.

Hace ya un año que no pisa la calle. Y hace tres meses que dejó de poder levantarse de la cama, con lo que su salud –agravada por la elefantiasis que le afecta a una pierna– se deteriora cada vez más. Simplemente, no puede moverse. Es incapaz. Su obesidad mórbida ha llegado a una situación insostenible y se ha convertido en un paciente inmovilizado que requiere ayuda para todo. 

Literalmente, vive en una prisión de 300 kilos. Está encerrado en su casa y en su cama. Y pide ayuda para salir de esa cárcel. Porque además este portuense afincado en San Fernando desde hace seis años vive solo y no tiene familiares cercanos que puedan asistirle en su día a día, con lo que su vida resulta cada vez más precaria. Por eso ha decidido dar a conocer su caso.

"Yo no quiero estar así", reconoce. "Quiero levantarme, ponerme en pie. Y quiero operarme", cuenta al referir la intervención que le han propuesto los médicos para abordar el problema de su excesivo peso.

Pero desde que ha quedado postrado en la cama todo se le ha complicado aún más. Ya se ve incapaz de hacer cualquier cosa. De ahí que pida ayuda con insistencia. Aunque hasta el momento –lamenta– nadie le ha escuchado. "Los Servicios Sociales me han dicho que no pueden hacer nada más por mí”, afirma. Y en el centro de salud, según su versión, se limitan a recetarle la medicación que necesita.

José María, que es dependiente (tiene un grado II a la espera de revisión) y tiene reconocida también una discapacidad, cuenta con el servicio de ayuda a domicilio que a diario –tanto por la mañana como por la tarde– acuden a su casa. Son solo unas horas –las únicas del día en las que no está solo en su casa– en las que se encargan de asearle, de arreglar la casa, de las compras... Y aunque estos recursos suponen un lógico alivio, no son suficientes –dice– para solventar el inmenso problema en el que se ha convertido su vida con 300 kilos.

Lo que José María quiere ante todo es levantarse de la cama. Pero los auxiliares que tiene asignados no pueden con él: una persona sola es incapaz de mover a un paciente de estas características e, incluso, supone un riesgo evidente porque se podría caer, por lo que además se desaconseja profesionalmente. "He pedido que vengan dos auxiliares para que puedan levantarme entre ambos pero me dicen que no es posible", explica.

"Yo no quiero dinero, lo que quiero es que me ayuden a levantarme", reitera. Porque para José María todo pasa por ahí: está convencido de que si consigue ponerse en pie, poco a poco, al cabo de unos días habrá recuperado algo, lo suficiente para retomar los planes de su operación el hospital Puerta del Mar. No se resigna a que a partir de ahora su vida sea siempre postrado en una cama. Él quiere cambiar esa situación... pero no puede hacerlo solo. 

También le inquietan bastante las 20 horas al día que pasa en completa soledad y sin poder moverse de la cama. "Si pasa algo, si por ejemplo hay un incendio, yo no puedo salir de aquí. Estoy dejado de la mano de Dios", comenta José María con preocupación. 

Fue una depresión desencadenada a raíz la muerte de su mascota, la que era su única compañía, la que le llevó a entrar en caída libre hace ahora un año. Aquello le afectó tanto que no consiguió levantar cabeza y el problema de la obesidad se agravó hasta llegar a la situación en la que se encuentra ahora. La última vez que salió de su casa fue el 3 de mayo del año pasado. Y fue para ir en ambulancia al hospital Puerta del Mar. Desde entonces no ha vuelto a ver la calle.

La intervención planteada por los médicos es clave para recuperar su salud. "Pero para eso tengo que levantarme y tengo que ir allí a pesarme, para poder pesarme tengo que estar de pie", apunta. Existe la posibilidad de coordinar un traslado hasta el hospital "pero para ello, en estas condiciones, tendrían que venir los bomberos para poder sacarme de la casa". Y por ahora es algo que prefiere evitar. Confía en poder volver a ponerse en pie con ayuda. 

El Ayuntamiento contactará con la Junta para evaluar juntos la situación

Por su parte, el Ayuntamiento de San Fernando al ser consultado acerca del caso recordó que José María Fernández tiene asignada la ayuda a domicilio pero desde el Consistorio "no se puede hacer más" ya que en materia de dependencia "es la Junta de Andalucía la que tiene la última palabra y los ayuntamientos están obligados a ceñirse al catálogo de prestaciones que establece la administración autonómica en su normativa".

"El Ayuntamiento de San Fernando, como todos ayuntamientos andaluces, está limitado en este campo a recoger las solicitudes de las personas demandantes en los Servicios Sociales Comunitarios, tramitar el expediente y elaborar el programa individual de atención, pero es la Junta de Andalucía la que valora cada caso y hace cada resolución atribuyendo el grado de dependencia que corresponda".

"Según el grado de dependencia, cada persona puede acceder a unos recursos, prestaciones o cantidad de horas de ayuda que fija la propia Junta en su normativa, que es a lo que tienen que ceñirse estrictamente los ayuntamientos", insiste. 

No obstante, aclara, dada la situación excepcional del caso de José María, desde la delegación de Servicios Sociales se va a contactar con la Junta de Andalucía "para evaluar la situación y ver si se puede colaborar de alguna forma para encontrar juntos una solución".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios