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Las toxinas que amargan la pesca

  • La Junta hará análisis específicos al corruco para garantizar un consumo seguro y evitar en lo posible el cierre del caladero Los pescadores venderán a Ubago este año 500.000 kilos

La zona de producción pesquera de La Atunara permanece cerrada desde hace semanas porque los análisis realizados a los moluscos bioindicadores de la zona ofrecen altos niveles de toxinas del tipo DSP. Se trata de la marea roja que amarga la pesca a los marineros de La Línea y que les mantiene en vilo ahora que están a punto de comenzar la temporada del corruco, para el que trabajan unas 40 embarcaciones en la comarca.

El patrón mayor de la Cofradía de La Línea indicó que están a la espera de que Sanidad les dé el visto bueno para comenzar la pesca. Este año, prevén que la conservera Ubago les comprará unos 500.000 kilos de conchas que suponen unos ingresos de unos 6.000 euros por barco para la temporada de trabajo, que suele durar unos 20 días.

El jefe de servicio de la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía, José Luis Fernández, explicó que ya se está examinando el corruco. De hecho, contó que se harán analíticas específicas para este tipo de bivalvo para así desvincularlo de las especies principales y garantizar que el caladero está el máximo tiempo posible abierto.

El objetivo de la Junta de Andalucía es velar por el buen estado de los productos del mar antes de que lleguen al mercado y a su vez aumentar el número de analíticas en lo posible para evitar mantener cerradas las zonas de producción y que los pescadores puedan seguir faenando cuanto antes.

Las toxinas fastidian, pero han existido toda la vida. "Es un fenómeno natural que no tiene relación con contaminación, ni por vertidos industriales ni nada de eso. Es algo que siempre ha existido en la naturaleza en episodios recurrentes y los controles que realiza la Junta de las zonas de producción son lo suficientemente exhaustivos para garantizar el buen estado sanitario de esos productos cuando se ponen en el mercado", dejó claro el jefe de servicio.

Así, lejos de lo que pueda parecer, los altos niveles de toxinas no tienen nada que ver con emisarios submarinos, aguas fecales ni vertidos industriales. "Son algas microscópicas que están flotando en el mar. Van de un lado para otro arrastradas por las corrientes, por las mareas, por los vientos y algunas veces proliferan por algunas zonas. Los moluscos son unos animales filtradores que se alimentan precisamente de eso, de microalgas. Van filtrando el agua y acumulan esas toxinas en su organismo", explicó e técnico de la Junta.

Para los moluscos no son nocivas pero para los seres humanos en determinadas concentraciones pueden ser tóxicas. "No está relacionado con ningún episodio de contaminación, no está asociado a aguas fecales ni nada de eso. Esos episodios de contaminación por aguas fecales por vertidos incontrolados al mar lo que ocasionan son apariciones de contaminación por bacterias", enfatizó Fernández.

Este tipo de toxinas son de tres tipos: están las paralizantes, que son las PSP; las lipofílicas, que son las DSP y las amnésicas, que son las ASP. Actualmente, la zona de producción de La Atunara permanece cerrado por el segundo tipo, que puede ocasionar problemas gastrointestinales. "Son especies que están ahí y que han convivido con los humanos desde siempre. Nadie sabía lo que era pero sabían que algunas veces los mariscos eran tóxicos y nadie sabía por qué. Después con el desarrollo de la tecnología pues se han podido identificar una serie de toxinas que a los humanos nos intoxican", indicó el técnico, que contó que la especie bioindicadora de la toxina DSP suele ser la chirla, y la de PSP, el corruco.

La Junta de Andalucía hace controles semanales de las zonas de producción, con un protocolo establecido en virtud de las directrices de una directiva europea, traspuesta a la normativa estatal y autonómica. Cuando una analítica da valores altos, automáticamente se cierra la zona para que esa producción no llegue al mercado, sea consumida por las personas y ocasione algún tipo de episodio tóxico.

El protocolo establece que dos análisis con 48 horas de intervalo entre uno y otro deben dar negativo para poder reabrir la zona de pesca. Si los valores son bajos, suelen propiciar las analíticas para abrir cuanto antes las zonas de producción. En el Campo de Gibraltar permanecían cerrados hasta hace poco las áreas de pesca. Hace unos días reabrió el de San Roque y quizá pronto lo haga el de La Atunara, cuando ofrezca dos analíticas con valores negativos.

Por ello no se teme por la campaña del corruco. Por eso y porque se van a analizar de manera diferenciada para evitar en lo posible la interrupción de la pesca. El patrón mayor linense explicó que además a esta especie se le aplica un tratamiento de filtrado antes de su envasado, por lo que su consumo es totalmente seguro. Los valores máximos que manejan las analíticas de la Junta también ofrecen confianza para el consumidor, que debe saber que si ahora se cierran más zonas de producción es porque se hacen más análisis para hacer su ingesta segura.

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