El sector de las conservas mantiene en la comarca más de 300 empleos

Informe Situación de la industria conservera

Industrial Conservera de Tarifa factura al año 5 millones de euros y da trabajo a 86 personas, de las que 65 son mujeres · La empresa actual, fruto de fusiones a lo largo del tiempo, espera su traslado de La Chanca a una nave al polígono La Vega

Latas de Industrial Conservera de Tarifa.
Latas de Industrial Conservera de Tarifa.
Shus Terán / Tarifa

31 de enero 2010 - 01:00

Las dos fábricas de conservas que mantiene el Campo de Gibraltar contratan en la actualidad a unas 300 personas. Un sector que, aunque menos cuantioso y rico que hace años, ha sabido capear la crisis mediante la diversificación de su oferta. Ubago en La Línea y la conservera de Tarifa siguen metiendo en latas el mejor fresco para su consumo.

Hablar de conservas de pescados. En concreto de la caballa o de la melva canutera, es hablar de la historia más reciente del municipio. Reciente… según se mire claro, porque la actividad comercial de las conserveras en el pueblo tiene más de un siglo sobre sus espaldas. Sería en los albores de 1.900 cuando comienza a tomar auge la industria conservera en el municipio. A la empresa alicantina Lloret y Linares, una empresa instalada en Tarifa en 1887, comenzaron a surgirles competidoras y asentarse una industria que, con la pesca como materia prima, se consolidaría un siglo más tarde como uno de los pilares del tejido empresarial tarifeño.

De Lloret y Linares a la actual Industrial Conservera de Tarifa mucho ha llovido. Mucho ha llovido, mucho se ha pescado y mucho ha cambiado la industria. Una industria cuya mano de obra ha recaído desde siempre y en su mayoría en mujeres. La mayoría mujeres de marineros.

Hoy en la zona de La Chanca, Industrial Conservera de Tarifa perteneciente al Consejo Regulador de la Melva y la Caballa de Andalucía -seis empresas en Andalucía- se procesan 1.600 toneladas al año de pescado divididos en: 1.200 toneladas de caballa, 300 toneladas de melva y 100 de atún. Sin embargo, según apunta el gerente de la empresa, Antonio Ruiz Sánchez, la transformación de esas toneladas en conserva supone una merma del 30%. A pesar de ello, la industria es rentable, de hecho mantiene un aceptable margen de beneficios de los cinco millones de euros que factura al año.

En la imponente pero antigua nave de La Chanca trabajan 86 personas, 65 de ellas son mujeres. Mujeres que se dedican a las labores de descabezado y esvicerados, desangrado y lavado y, finalmente, al enlatado de un producto que se ha convertido en toda una exquisitez con certificado de calidad.

Tras el arduo trabajo de las mujeres el resultado final, las latas de conservas de Tarifa son transportadas a sus destinos centralizados en el Levante y en Andalucía. Sin embargo, según destaca Antonio Ruiz, el mercado se está abriendo a Barcelona y Madrid.

La industria conservera tarifeña actual es fruto de la fusión en el año 1.990 de Marina Real -en sus inicios Martínez y Ródena- y Piñero Díaz. En 2007, Marina Real y La Tarifeña también se fusionaron y se creo la actual Industrial Conservera de Tarifa, que se encuentra en pleno proceso de expansión comercial. De hecho, no es la crisis lo que trae de cabeza a los responsables de la industria, sino el traslado de sus instalaciones a una parcela industrial en la Vega. Allí la industria pretende construir nuevas y modernas instalaciones de una superficie de 5.000 metros cuadrados, sobre una superficie total de 15.000 metros. Ese proceso se está dilatando en el tiempo ya que implica una adaptación del nuevo PGOU que, iniciado en 2005, no ha podido hasta la fecha concretarse por diversos motivos que está colmando la paciencia de los responsables de la fábrica.

Ha sido tal los despropósitos surgidos entorno a la modificación puntual del PGOU que tras venir presentando antes las diversas administraciones competentes los informes, licencias y de más papeleo, en el año 2005 la delegación provincial de Obras Públicas "observó" que "el procedimiento empleado en la tramitación del proyecto, no era el adecuado", por lo que ordenó el inicio del mismo bajo otras directrices. Dos años después los deberes parecen estar mejor hechos, pero lo cierto es que en La Vega, la subestación eléctrica que garantice el suministro de la nueva fábrica, aún no tiene acometida de alta tensión y el imprescindible acceso a la parcela con la N-340 tampoco está construido.

Así, la fábrica y la producción de conservas lleva un siglo aguantando avatares, la mayoría relacionados con la producción, oferta y demanda. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, la continuidad de una actividad tradicional y centenaria y de muchísimos puestos de trabajo en Tarifa depende de la burocracia y del sentido de responsabilidad de quienes dictan las órdenes.

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