Un nuevo gigante en Crinavis
La draga 'Cristóbal Colón' llegó el pasado sábado a Cernaval donde se le realiza una profunda puesta a punto antes de partir a Dubai, donde participará en la construcción de las mayores islas artificiales
Las parcelas portuarias de Crinavis, en Campamento (San Roque), se están convirtiendo en un verdadero libro de los récord en lo que al mundo marítimo se refiere. Allí mismo nació el mayor dique flotante del mundo para el puerto deportivo de la Condamine, en el Principado de Mónaco. Posteriormente, el pasado 2008, terminó de levantarse la mayor regasificadora de gas natural licuado mar adentro del mundo para Venecia. Y ahora, el pasado sábado, llegó a los astilleros de Cernaval el mayor de los buques dragas de succión, el Cristóbal Colón, donde se pondrá a punto antes de participar en la hazaña de crear unas islas artificiales con forma de palmera en Dubai.
El astillero vizcaíno de La Naval, en Sestao, dedicó todo un año de trabajo con puntas de hasta un millar de trabajadores para terminar este monstruo barredor del fondo marino. Otro astillero, el de Cernaval, ya en la Bahía de Algeciras, se encargará de rematar la obra y ponerla a punto antes de ser puesto el lazo para entregar la pieza a Jan De Nul, la compañía belga que posee la mayor flota mundial de buques de ese tipo.
El movimiento dentro del astillero estos días es frenético. Maquinaria y trabajadores no dejan de moverse, el director general del astillero campogibraltareño, Mario López, tampoco para. En unos 20 días, la embarcación estará fuera.
Sus dimensiones de 223 metros de eslora y sus 78.000 toneladas de peso se asimilan visto desde el interior de la gran piscina que supone el dique seco de Cernaval. Allí electricistas, mecánicos, carpinteros y soldadores realizan el verdadero trabajo aunque curiosamente el movimiento de personal es menor. Todo apariencia, la mayoría está en su interior u oculta debajo de las galerías que forma el casco sobre las bateas que lo soportan.
Alrededor se realiza el trabajo de chapa y pintura. Las radiales quitan toneladas de costras marinos que se han ido pegando al casco el tiempo que ha estado en el mar. Otros empleados intentan arreglar dos golpes -uno en uno de los laterales y otro en la proa- que se han producido durante la travesía hasta Algeciras. En los próximos días, grandes mangueras comenzarán a derramar la pintura -el barco aún está sin pintar- que recubrirá el casco. En el interior se realizan la puesta a punto de la maquinaria. Se prueban que todos sus complejos equipamientos funcionen a la perfección.
Como ya ocurriera con los otros dos colosos que habitaron Crinavis anteriormente -éste con mucha menos repercusión- la creación de empleo ha sido notable. En menos de una hora se acercaron hasta la puerta del astillero hasta 20 personas, la mayoría jóvenes y en grupo, para dejar su currículum. "He tenido que meter unas 120 personas para trabajar en la draga", comenta Mario López.
Tal vez este sea un anticipo de otro gran encargo que puede recibir el puerto. Y es que en tiempo de crisis, estos gigantes más que asustar infunden esperanzas.
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