"El profesor no se comportó como tal"

El artista Mohamed Mrabet es el abuelo del niño musulmán cuya familia denunció a un docente por un incidente que se produjo cuando éste habló del jamón en clase · Afirma que la culpa no es de su nieto

Mohamed Mrabet, en la azotea de su casa en Tánger, con la ciudad de fondo.
Mohamed Mrabet, en la azotea de su casa en Tánger, con la ciudad de fondo.
Estrella Blanco / Tánger

16 de enero 2011 - 01:00

El sol brilla en lo alto del cielo de Tánger cuando el barco llega al puerto de la ciudad marroquí y Khadija Mrabet nos recibe con una sonrisa. Khadija es la madre del pequeño de 13 años que se sintió ofendido en clase de geografía cuando su profesor habló del jamón como algo anecdótico.

Khadija nos ofrece su hospitalidad y explica que está tratando de cambiar a su hijo de centro educativo, ya que actualmente sigue cursando sus estudios de Secundaria en el Menéndez Tolosa, para alejarlo de la polémica.

El artista Mohamed Mrabet es el abuelo del niño y nos recibe en su estudio, el lugar de su casa en el que se pasa horas dedicado a la pintura y a la creación de historias mientras fuma kifi en su pipa, costumbre que tiene desde hace 55 años y que ya con 75 años no piensa dejar. "Cuando he querido dejarlo, el médico me ha dicho: si lo dejas, Dios sabe...., así que sigo fumando", apunta.

Muestras de su obra cuelgan de las paredes y sobre el suelo del estudio se amontonan libros en español, alemán, francés y otras lenguas, pero con un punto en común: la figura de Mohamed Mrabet, ya sea como pintor o como narrador.

Mrabet tiene claro que el responsable de todo lo que ha pasado "no es el niño" e insiste en que el docente José Reyes le dijo que se marchara a su país durante el incidente, algo que el profesor siempre ha negado. "La culpa no es del niño sino del profesor que no se supo comportar como tal porque es imposible decirle a un niño de esa edad esas palabras", afirma el artista, que durante toda la entrevista habla tranquilo pero de manera contundente. "Creo que el profesor tiene problemas consigo mismo para decirle a un niño vete a tu país, cuando además él es español aunque tenga dos países: España y Marruecos. Lo hizo porque sabe que su madre es marroquí y si su padre no los hubiera abandonado no le habría dicho nada".

Para Mrabet, su nieto "no dijo nada malo. El profesor empezó a hablar del cerdo sabiendo muy bien que los musulmanes no toman cerdo, ni alcohol. El niño no tiene la culpa, no le interesa eso porque es musulmán y cuando viene a verme durante uno o dos meses yo le digo el camino que tiene que seguir, que tiene que ser musulmán. No solo es mi nieto, soy su padre, su abuelo y su amigo. Soy todo para él desde el día que nació".

Mohamed Mrabet habla con cierta melancolía de la distancia que le separa de sus hijas y sus nietos, que viven en La Línea de la Concepción, y afirma que siempre los ha querido mucho y para ayudarles les envía dinero frecuentemente.

También recuerda tiempos mejores, cuando Tánger "era internacional" y los marroquíes compartían su vida y sus experiencias con europeos que residían en la ciudad. "En mi barrio había 2.000 o 3.000 españoles, yo nací, crecí y trabajé con ellos. Nunca había problemas, había españoles maravillosos y compartíamos cosas pero los españoles de entonces ya no existen, ahora muchos son racistas", señala Mohamed Mrabet.

Fue precisamente en esa época cuando Mrabet conoció al escritor y compositor Paul Bowles y a su esposa, a través de los cuáles tuvo contacto con otras personalidades del mundo de la cultura de la época como el dramaturgo Tennessee Williams o el novelista y ensayista William Burroughs.

Con el matrimonio Bowles entabló una amistad que duraría siempre, hasta el fallecimiento de ambos, y que supuso que el escritor estadounidense tradujera al inglés las historias que Mohamed le contaba. Sus libros se han publicado en 22 países y actualmente trabaja en una nueva novela.

En cuanto a su pintura, Mrabet destaca que ha vendido "miles" de sus obras desde que un matrimonio extranjero se ofreció a comprarle unos cuadros por 10 dólares cada uno.

Su amistades y su afán por conocer nuevos lugares le llevaron a vivir en Nueva York, en Madrid y en Palma de Mallorca, además de conocer parte de Europa. Ahora pasa los días en la ciudad que lo vio nacer, rodeado de sus pinturas y sus historias.

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