La Guardia Civil en La Línea (XLIX)
CLXXV Aniversario de la Fundación de la Guardia Civil (1844-2019)
El coronel Jesús Núñez repasa los 175 años de presencia de la Benemérita en la ciudad
Esta entrega está dedicada a los servicios relevantes de la Benemérita entre 1912 y 1921
La Línea/La Línea de la Concepción celebra este año su CL aniversario. Bueno es recordar algunos destacados servicios prestados por la Guardia Civil, complementando otros ya relatados en capítulos anteriores.
Desde 1845, veinticinco años antes de que la pedanía de La Línea de Gibraltar se segregara del municipio de San Roque para convertirse en La Línea de la Concepción, hay constancia de la presencia de la Benemérita.
Abandonada por España la aspiración de recuperar el Peñón por la fuerza de las armas, se dejó paso a la mediación diplomática sin renunciar a nuestro legítimo derecho de soberanía. Ello facilitó durante el siglo XIX el desarrollo comercial y económico entre ambas partes.
Fue necesario establecer una aduana para el control y cobro de aranceles sobre las mercancías. Su resguardo fiscal se encomendó al Cuerpo de Carabineros, que desde 1829 venía velando por evitar la entrada de contrabando procedente de la colonia británica. Debe significarse que siempre hubo contrabandistas españoles y británicos, pues sin la coordinada e interesada concurrencia de ambos, nunca hubiera sido posible tal modalidad delictiva.
Por supuesto había también un próspero comercio lícito de géneros que entraban y salían tras su correspondiente despacho aduanero así como un importantísimo trasiego de personas, en su mayor parte por motivos laborales. Eran los hoy llamados “trabajadores transfronterizos”.
Desde la creación de La Línea se incrementó notable y rápidamente su población. Esto fue debido tanto a la importante actividad comercial que se generó con la colonia británica, como la cuantiosa oferta laboral derivada de lo anterior.
Todo ello atrajo también a numerosos delincuentes de diversa clase y condición, razón por la cual se hizo imprescindible la presencia de la Guardia Civil al objeto de velar por el orden y la ley.
Hasta la posguerra civil lo hizo como única fuerza de seguridad pública competente en el municipio. Posteriormente fue compartiendo progresivamente dicha competencia y responsabilidad, denominada hoy día de seguridad ciudadana, con el Cuerpo General de Policía y el de la Policía Armada, recién creados por la Ley de 8 de marzo de 1941. Estos, durante la Transición democrática, pasarían a denominarse respectivamente, Cuerpo Superior de Policía y Policía Nacional, por Ley de 4 de diciembre de 1978. El primero era heredero del antiguo Cuerpo de Vigilancia y el segundo lo era del antiguo Cuerpo de Seguridad, los cuales constituían la Policía gubernativa organizada por la Ley de 27 de febrero de 1908. Hay que decir que el Cuerpo de Vigilancia venía teniendo presencia con algunos funcionarios en La Línea, por razón de su competencia en materia de extranjería con la colonia británica, teniendo su oficina en el edificio de la aduana.
En la actualidad la competencia de seguridad ciudadana en todo el municipio corresponde al Cuerpo Nacional de Policía, heredero de los cuerpos anteriores, con quien la Guardia Civil colabora y se coordina conforme establece la Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
A partir de la Ley de 15 de marzo de 1940, que supuso la desaparición del Cuerpo de Carabineros, la Benemérita asumió también el resguardo fiscal aduanero, la persecución del contrabando y la vigilancia de costas y fronteras. Dichas competencias las continua manteniendo en la actualidad en todo el término municipal, junto a las de protección de la naturaleza y las derivadas de la legislación de armas y explosivos.
Todo lo cual supuso para la Guardia Civil culminar a lo largo del tiempo numerosos servicios. Si bien la mayor parte de los ciudadanos de ambos lados han sido honestos cumplidores de las leyes, también es cierto que había quienes no dudaban en transgredirlas delinquiendo del modo y forman que podían.
Podría escribirse un libro con los millares de servicios prestados allí por los guardias civiles en estos 175 años, pero por razón de espacio sólo se dedicará este capitulo y el siguiente, citando algunos de los más curiosos o representativos.
Así, el Semanario Oficial de la Guardia Civil, correspondiente al 1º de octubre de 1912, relata como el primer teniente Isidoro López de Haro Carvajal, auxiliado por los cabos Antonio Muñoz Benítez y Francisco Ruiz Armario junto a los guardias Ramón Vila Guerra y Cristóbal Andrade Jurado, había detenido en La Línea a los autores del hurto de 4 vacas. Perpetrado en el municipio malagueño de Genalguacil, se les intervino 42 ovejas adquiridas con la venta de los bovinos.
Por otra parte, el Diario de la Mañana, editado en La Línea y que se definía como “periódico de información hispano-marroquí y defensor de los intereses generales del Campo de Gibraltar”, daba cuenta el 30 de abril de 1921, de un importante servicio de la Guardia Civil.
En su detallada crónica se relataba la muerte en enfrentamiento armado, de un peligroso sujeto llamado Antonio Postigo Chaves, alias Antoñito el Lechero. Éste era autor de numerosos hechos delictivos perpetrados en La Línea, destacando entre ellos el asesinato la noche del 21 en el paraje conocido por Los Columpios, del paisano Antonio Molina Padilla, alias El Banegero, así como de las amenazas de muerte y petición de 500 pesetas al vecino José García Vega.
Establecido el correspondiente servicio para su captura, conforme a las instrucciones impartidas por el capitán Enrique Ventura Buscató, jefe de la Compañía de la Guardia Civil de Algeciras, se encargó de su dirección el teniente Enrique Benito Gómez, jefe de las fuerzas de los puestos ubicados en los municipios de La Línea y San Roque.
Fruto de ello, en la noche del 28, el sospechoso consiguió ser localizado en las inmediaciones del ventorillo sito en El Zabal Alto, por los componentes del puesto existente en dicha barriada. Estos eran el cabo Enrique Gómez González y los guardias 2º Benito Moreno Avilés, Antonio Majón López, José Martínez Romero y Juan Fernández Lupión. El fugitivo, al ser conminado a entregarse, abrió fuego con su revólver efectuando dos disparos e hiriendo en una oreja al guardia Moreno. Repelida la agresión el criminal resultó muerto.
El asesinato de Molina había suscitado otra detallada crónica publicada en el mismo diario tres días antes. Resultaba que en la noche del 21, el comandante de puesto de La Línea, sargento Miguel Ruiz García, acompañado de los guardias 2º Miguel Cárdenas Sáez, Pedro Velasco Durán y José Molero Mena, así como del corneta José Guerrero Peña, habían intentado sorprender infructuosamente una reunión clandestina de malhechores realizada en un patio a las afueras de la población.
Al regresar a la casa-cuartel les avisaron del hallazgo de un cadáver en los huertos de Rango que resultó ser el de Molina. Personado en el lugar el teniente Benito, acompañado del cabo José Pereira Flores y del guardia Andrés Guerra García, comenzó una ardua investigación.
Establecido inmediatamente el correspondiente dispositivo fue localizado cerca del hotel Príncipe Alfonso un primer sospechoso llamado José Fajardo Cortés, con antecedentes y desertor. Dado a la fuga terminó siendo detenido en el fielato de Cachón de Jimena. A su persecución se sumaron el guardacalle de la colonia de Campamento, José Orellana Cruz, el empleado de consumos Juan Figueroa Pérez y un vigilante de policía apellidado Infante.
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