Globos, versos y coronas: así comienza la Feria más emotiva de La Línea
Veladas y Fiestas de La Línea 2025
Carla Mateos y Rocío Pacheco son proclamadas reinas de una Velada que arrancó con emoción, nostalgia y poesía de la mano de José Luis García Guillermo y culminó con la voz inconfundible de José Manuel Lombo
Así es la programación de la Feria de La Línea 2025: del homenaje a la patrona al concierto de Carlos Baute
El corazón festivo de La Línea latió con fuerza este viernes en un acto cargado de simbolismo, emoción y linense sentimiento. La Velada y Fiestas 2025 arrancó oficialmente entre acordes de pasodobles y la emoción contenida de quienes subían al escenario para formar parte de la memoria colectiva de su ciudad con la coronación y el pregón.
El escenario acogía primero a las jóvenes protagonistas: las reinas y sus cortes. Con esto se daba el verdadero pistoletazo de salida para la semana grande. La reina infantil, Carla Mateos Rubiales, estuvo acompañada por una corte de quince niñas que lucían ilusión y orgullo: Paula del Rocío Domínguez, Martina Navas, Alba Gómez, Carlota Tevar, Carmen Macías, Cayetana Cereto, Gala Ledesma, Maia Ruiz, María Serrano, Martina Florín, Mercedes Gómez, Sofía Erquez, Telma López y Triana Guillén.
Poco después llegaba el turno de la reina juvenil, Rocío Pacheco, quien recibió su corona de manos del alcalde, Juan Franco, a quien el público se animó a cantar con motivo de su cumpleaños. Una elegante corte compuesta por Aritna del Moral, Gabriela Mancera, Amparo Ballesteros, Andrea Tinajero, Berta Espínola, Carla Aguilar, Claudia Macías, Diana Quiñones, Ester Carmen Baldow, Irene Fernández, Lucía Villanueva, Teresa Paz, Triana Hidalgo y Violeta Escamilla, acompañaba a Pacheco.
Tras los “¡Viva la Salvaora!” por parte de ambas reinas, el presentador Rubén García anunciaba uno de los momentos más esperados: el pregón. Sin embargo, el pregonero no aparecía. Fue entonces cuando un vendedor de globos —con pinta de personaje de cuento— irrumpía entre el público. Se trataba del propio José Luis García Guillermo, que comenzaba así su pregón con un monólogo breve y chispeante en el pasillo central, disfrazado de Fantasía. Poco después, ya en el escenario, vestido de traje y envuelto en los colores celeste y blanco de su ciudad, desplegaba una declaración de amor a La Línea a través de versos, recuerdos y música.
La música, en este caso, de su hermano, Juan Carlos García Guillermo, ya el único músico original de El Último de la Fila, que ponía banda sonora a los versos que el pregonero dedicaba al barrio de la Atunara.
Este mágico vendedor de globos trasladaba al público a las décadas de los 70 y 80, cuando vivió la feria como niño y adolescente. Un viaje repleto de imágenes vivas: casetas, sevillanas, atracciones, olores, caballistas y los primeros años del Domingo Rociero. El hilo conductor, el cordón umbilical, esas pequeñas esferas de helio que "nos unen con los mayores que hoy ya no están con nosotros".
“Por eso es muy repetido aquello de ‘como aquella feria… es que no se puede comparar con esta de ahora’. Perdona, en aquella feria tú tenías 20, 25 años y tu novia 18, 22 (...) Ahora la mejor atracción que hay en la feria para nosotros es el aparato de tomarnos la tensión”, soltó entre risas y aplausos cómplices.
También hubo lugar para la denuncia velada de la pérdida de ciertas tradiciones y un llamamiento a la autenticidad: “La feria de Málaga es en agosto, se vive de día en el centro, se visten de corto y de flamenca y no mueren en el intento”, reflexionó, recordando cómo la Velada linense se fue transformando. "Lamentablemente, la aparición de mangueras, gente en bañador y en camisetas de tirantes hizo que todo se empezara a ir al traste".
Las anécdotas se sucedían: desde las carrozas tiradas por jeeps del ejército hasta las bandas de música de los Americanos de Rota, los Regulares de Melilla o la Policía Nacional de Sevilla a caballo. Sin dejar de rendir homenaje a los artesanos de la feria: “Las carrozas de Periáñez, de Mérida, las que hacían Pepe Gallego, Víctor Quintanilla”.
Los versos se sucedieron durante la noche. No es para menos cuando a los mandos está un poeta como García Guillermo profesando amor a la tierra que lo vio nacer. “La Línea no es un pueblo / Ni siquiera una ciudad / La Línea es un sentimiento / Que juega con los dos vientos”.
Y entonces, los 155 globos blancos y celestes se elevaron al cielo, uno por cada año de historia de la ciudad.
La música tomó el testigo con la presencia estelar de José Manuel Lombo, que llenó de arte el escenario en esta señalada noche de poniente en tierras linenses. Su voz fue el broche de oro a un acto en el que La Línea recordó, sintió y celebró con fuerza su identidad. La guinda, como siempre, llegó de manos de la tradición y la devoción, con el desfile hasta el santuario de la Inmaculada Concepción para la ofrenda floral a la Virgen.
El camino festivo continúa este sábado con la gran cabalgata, que partirá a las 21:00 desde la Avenida de España. La ciudad ya está en feria.
También te puede interesar