El Domingo Rociero llena de alegría y rebujito el corazón de La Línea en el arranque de su Feria

La ciudad se convierte en escenario de reencuentros, sevillanas y orgullo linense en un día que une a vecinos y forasteros por igual

Búscate en las fotos del Domingo Rociero de la Feria de La Línea 2025

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Búscate en las fotos del Domingo Rociero de la Feria de La Línea 2025 / Erasmo Fenoy

El centro de La Línea ha latido este domingo con más fuerza que nunca. El Domingo Rociero ha vuelto a demostrar por qué es una de las jornadas más esperadas y sentidas por los linenses, que han tomado calles, plazas y bares con el alma vestida de feria.

Desde primeras horas del mediodía, la ciudad ha sido un hervidero. En la plaza de la Constitución, los coches de caballos aguardan pacientes, listos para llevar a los primeros al Real. Pero la verdadera fiesta, la que hace que el corazón se hinche de orgullo y alegría, está en el centro. La música, el color y el bullicio llenan las calles en una celebración que es tanto de los linenses como de quienes los visitan. Y es que la hospitalidad de La Línea no entiende de fronteras.

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Búscate en las fotos del Domingo Rociero de la Feria de La Línea 2025 / Erasmo Fenoy

Los bares sacan sus barras a la calle. Las mesas plegables y las sillas de playa aparecen como por arte de magia, montadas por grupos de amigos o familias enteras que se citan año tras año para no faltar a la cita. Las sevillanas y el flamenco suenan con fuerza, arrancando palmas, bailes improvisados y más de una voz aflamencada. Algunos, con el teléfono en la mano, avisan a sus amigos: “Ve pidiendo una jarra de rebujito, que voy llegando”.

No falta el traje de flamenca. Las flores tiñen los cabellos, y algunas cabezas incluso lucen plumas. Las aceras se llenan de linenses y también de turistas, algunos llanitos, otros aún más lejanos, que intentan entender —con una emocionada sonrisa— esta mezcla de tradición y alegría que no se parece a nada. Rubias de ojos claros vestidas de gitana hablando inglés, familias enteras de picnic en la plaza de la Iglesia, niños que dan sus primeros pasos vestidos de corto.

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Búscate en las fotos del Domingo Rociero de la Feria de La Línea 2025 / Erasmo Fenoy

En la plaza Fariñas, el arroz y los montaditos vuelan. Los jóvenes cogen sitio para una tarde que promete emociones. En cada esquina hay algo: un puestecito de flores, abanicos, vasos de chupito. Y siempre, siempre, una jarra de rebujito en la mano.

Las peñas se hacen notar, orgullosas con sus camisetas y carpas que congregan a familias enteras. Es su día grande. Jóvenes, mayores, bebés y abuelos; nadie quiere perderse este domingo que marca el inicio emocional de la Feria. Algunos están dando sus primeros pasos vestido de corto, empapándose de toda la tradición que su familia le lega. Otros tienen el arte en las venas y taconean en la barra de uno de los bares. Muchos vienen de fuera solo para estar con los suyos en esta jornada que es sinónimo de reencuentro, de identidad, de raíces.

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Búscate en las fotos del Domingo Rociero de la Feria de La Línea 2025 / Erasmo Fenoy

Aún no ha caído la tarde, el sol no da tregua, cuando algunos preguntan: "¿Cerveza o copa?” Y la respuesta, cada vez más, es: “Copa”. Ya lo decíamos, la tarde promete. El rebujito deja paso al ron, el fresquito anima a los que aún dudaban, y la fiesta no parece tener fin. Algunos se dejarán abrazar por el sofá; otros, con las botas ya bien pisadas, prometen llegar al Real.

Porque el Domingo Rociero no se explica. Se vive. Y en La Línea, se vive como en ningún otro lugar.

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