Historia de una fotografía marcada por una tragedia en el mar
La Peña Flamenca Cultural Linense conserva una imagen en la que Camarón de la Isla posa, sin saberlo, junto a una embarcación en la que habían muerto 4 pescadores en 1947
Hay veces que la simple casualidad une historias. O que la misma casualidad se convierte en un auténtico cruce de caminos. Así ocurre en una fotografía que permanece enmarcada y expuesta al público en la Peña Flamenca Cultural Linense. En ella se ve a un maduro José Monje Cruz, el mítico Camarón de la Isla, mirando tranquilo, sonriente y confiado a la cámara mientras es inmortalizado en una playa del litoral de levante de La Línea de la Concepción.
José está apoyado sobre la proa de una embarcación de madera, una de tantas como puede haber de la pesca de bajura en el Campo de Gibraltar. En la imagen se distingue perfectamente pintada en el casco la identificación de la pequeña nave (la matrícula, el folio, como se dice técnicamente en el argot marinero).
José, que con su cante revolucionó el flamenco de la segunda mitad del siglo XX, no conocía con total seguridad la verdadera historia de esa barca. Y lo que había pasado en ella un aciago día de la dura posguerra que aún perduraba en febrero de 1947. En esa embarcación habían muerto hasta cuatro personas en un dramático naufragio.
La barca se dedicaba a la captura con palangre y tenía su base en la playa de La Atunara. Pertenecía a Antonio Gambero, quien faenaba en el momento del suceso junto a otros cuatro pescadores en una zona un tanto delicada y ciertamente peligrosa de vientos y corrientes que hace hilo en línea recta con la parte de levante del aeropuerto de Gibraltar.
"Ahí hay una parte de remolinos complicada porque el viento busca una salida natural desde el Peñón. La barca volcó y murieron todos ahogados menos Antonio Gambero", recuerda vivamente emocionado Francisco Heras García pese a que este año se han cumplido 70 de aquella tragedia en la mar. Su tío, Juan Heras Ramos, que contaba unos 30 años por aquel entonces, intentó llegar nadando a la costa pero se enredó en los palangres y se hundió. Ni siquiera pudo recuperarse jamás su cadáver. Otros dos desaparecidos fueron Sebastián y Lázaro, de los cuales Francisco Heras no recuerda sus apellidos. El cuarto pescador que perdió la vida en aquel trance fue Francisco El Minero, a quien Antonio Gambero pudo remolcar hasta la orilla tirando de su correa. La barca sí se pudo llevar a tierra.
El suceso provocó la lógica conmoción entre la gente del mar en La Línea, mucho más numerosa en aquella época que hoy en día. Francisco Heras, que entonces tenía 6 años, rememora cómo llegó a la playa y encontró llorando desconsolada a Mercedes, prima hermana suya e hija de su tío Juan, uno de aquellos marineros de los que no se volvió a saber nunca más. Es una imagen que marcó claramente su infancia y juventud.
El paso del tiempo ha podido mitigar algo el dolor, que Francisco revive ante la imagen que ha servido de base para contar esta historia. Camarón, cuentan en la Peña Flamenca Cultural Linense, frecuentaba mucho esta entidad por las tardes en los días que se lo permitían sus compromisos artísticos. Dicen quienes pudieron conocerlo y tratarlo que tenía sus supersticiones. "La foto es una casualidad y él no sabría nada, claro, porque yo creo que si él sabe lo que pasó en esa barca no se fotografía ahí ni loco, vamos", dice este veterano socio de la Peña Flamenca Cultural Linense con una sincera sonrisa de nostalgia.
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