Gibraltar y La Línea

El 'Heraldo de Madrid' publicó un artículo sobre La Línea en su edición del 28 de febrero de 1909 con los principales hitos históricos y características de la ciudad

Una antigua imagen del paso fronterizo de La Línea a Gibraltar, a principios del pasado siglo.
Una antigua imagen del paso fronterizo de La Línea a Gibraltar, a principios del pasado siglo. / La Línea En Blanco Y Negro

20 de noviembre 2016 - 02:11

El policeman, grave y estirado, me alarga el ticket que me autoriza a entrar en la plaza. Ocurro esto casi a las puertas del mercado, y viniendo de España, donde la mujer de nuestra clase media para arriba no debe descender a ciertos menesteres, ni si es soltera ir sola, no puede menos de llamarme la atención el entrar y salir de elegantes señoras y señoritas, con su costillo de fina paja a la mano, en busca o provisto de las vituallas para el día.

Algunas señoritas descienden majestuosamente de su tílburi; entregan a un chicuelo las riendas y un penique; entran; salen a poco, y volviendo a montar parten ligeras, sirviéndolas de lacayo su cesto, por cuya boca asoman verduras y frutas.

Gibraltar es una población animadísima, y no hay que decir que limpia como los chorros del oro. No es su animación bullanguera y alegre; pero tiene un tono que la hace extraordinariamente simpática. Van y vienen por las calles gentes de todas las naciones; así, se oye hablar todos los idiomas. Chinos y hebreos, desde las puertas de sus tiendas, en que flamean ricos bordados, crujientes sedas, y en cuyos escaparates objetos de marfil y loza pregonan haber sido construidos por manos divinas, os ofrecen con insistencia sus géneros.

Entrad sin reparo, aunque no penséis comprar. Un poco difícil os será esto, porque los ojos se irán tras de tantas preciosidades. El chino ó el hebreo, tuteándoos, por lo general, os pedirá el cuadruplo del valor si por algo mostráis preferencia. No temáis; si os pide veinte, ofrecedle cuatro. El chino o el hebreo no se enojarán. Por el contrario, la sonrisa asomará a sus labios, y si ve que os marcháis lo seguro es que os venda la mercancía, diciendo:

-Hoy estar yo loco.

Los comerciantes ingleses son más serios. Si no tienen los precios mareados, os pedirán lo prudente; regatearéis, y como la utilidad sea de un penique, vuestra será la mercancía. Otro vendrá que tal vez deje utilidades mayores. El caso es vender, no almacenar. Muchos peniques suman al día chelines, y los chelines, libras. Excelente sistema comercial, que a todos beneficia.

Por la calle Real, lo mismo de día que en las primeras horas de la noche, pasan con paso ligero, por entre centenares de hombres, centenares de mujeres. Los hombres las miran, y pasan de largo... Nada de paradas de frente, que obliguen a la mujer, como en España, a andar dando recortes y quiebros por las aceras. Nada de piropeos, que muchas veces son groseros. Las leyes del país son tan grandes protectoras de la mujer, que ésta puede hacer que se castigue el más pulcro requiebro. Y lo menos que os puede costar son cinco chelines, que son muchas pesetas por un piropo.

Esto no es obstáculo para que los ingleses se casen; pero ¡ay del que habiéndose aventurado a dar palabra de matrimonio pretenda luego no cumplirla! La cuesta menos casarse, de seguro.

Las voces y cánticos que salen de los cafés hacen que los extranjeros nos agolpemos a sus ventanales. No es nada. Son los marinos ingleses, yanquis y rusos, pertenecientes a tres escuadras que poco antes han fondeado en Gibraltar, que apuran cientos de bocks de cerveza, vuelcan sus libras esterlinas, gritan, vociferan, entonan cantos nacionales y alguna vez arman en tierra zafarrancho,.. Plétora de vida, dinero y orgullo legitimo, sobre todo en ingleses y yanquis, cuyos enormes acorazados, que como boyas están en la bahía, en alineación perfecta, inspiran á los españoles la misma meditación que al Doctor Pandólfo la calavera del burro...

Apartad la vista del mar para dirigirla a la montaña, y la montaña parece que va a hundirse al peso de sus potentes cañones, Quitadla de la montaña para dirigirla hacia Punta de Europa, por la parte amurallada, y abajo encontraréis los inmensos diques, en que Inglaterra hizo alarde de su potencia monetaria.

¡Pueblo grande, de amplias libertades, de respeto al derecho, de amor al orden, de profunda concepción de la justicia; son tus Gobiernos grandes, y grandes son también sus obras!

Una señal del policeman indica a los carruajes que deben detenerse. Es que va a pasar un entierro. La caja, lujosa, que casi cubren dos magníficas coronas, y que a hombros llevan cuatro marineros; el nutrido acompañamiento de jefes, oficiales y marinería, a los que precede una banda de música, me hacen creer que es un general el muerto. Es un marinero raso. La Marina inglesa entierra así á sus humildes servidores...

El cañonazo de las seis y media nos avisa a los que en la plaza no queremos pernoctar de que debemos abandonarla, y enfilamos rumbo para La Línea.

Los obreros salen de los diques; las mujeres abandonan las faenas a que en la plaza se dedican, y carretera adelante, marchamos un par de miles de personas, que impasiblemente ven pasar los soldados ingleses, tiesos y graves, ante los pabellones en que viven o las, garitas en que hacen su guardia, cara a esta España, que más se quiere cuanto más tristes contrastes ofrece a la vista de un gran pueblo...

Oid, fumadores, lo que se fuma, y a que precio, en Gibraltar, tomando como tipo el tabaco habano, no el egipcio, ni el turco, ni el americano, ni el filipino, ni el inglés, ni el de Jamaica, etc., pues de todos hay y se consumen en Gibraltar.

¿Queréis un buen Caruncho, un Murias, un Cabañas, un Álvarez, un Henry Ciay ú otra marca no menos famosa, de esas que en España los más fumamos cuando repican gordo ó nos la regalan. Pues por 40 ó 50 céntimos os fumáis una que quita el sentido.

¿No queréis un cigarro de tanto postín, perosí bueno, legítimo de la Habana, con cintillo y todo? Pues por 20 céntimos os fumáis uno que os hace maldecir de nuestra ínclita Tabacalera unas veinte veces por segundo.

Por igual precio podéis llevar en el bolsillo una petaca de papel, cómoda y elegante, con otros tantos cigarrillos, cuya calidad quisiéramos en España para los días de fiesta.

¿Preferís picadura? Pues oid y rabiad, empedernidos fumadores. Una libra de marca famosa, por la que aquí se paga 12 pesetas, cuesta en Gibraltar tres con ochenta y cinco céntimos. Pagad seis, y podéis brindarle un pitillo al propio Rey Eduardo.

Se sobreentiende que todo esto no es mas que mientras se permanece en la plaza, que fuera de ella la Arrendataria es con nosotros. Sus empleados y los carabineros son inexorables. Es más fácil que pase por el ojo de una aguja el camello bíblico que tabaco por las Aduanas de La Línea y Algeciras

-¿Por qué habrá carabineros y arrendatarios?-se preguntaban los españoles fumadores.

A mí me tenía esto sin cuidado. Al salir de Gibraltar hice resolución de quitarme el vicio.

Y me lo quité fácilmente. Después de aquello, cualquiera fuma esto.

Es, no sólo en la importación y exportación de tabacos, sino de vinos, cervezas y licores, la Casa más importante de Gibraltar. Las cantidades que de estos artículos introduce son enormes; lo que la permite competir con todas en condiciones ventajosísimas.

Fundadas hace sesenta años, las Casas de Jerome Saccone y James Speed y Compañía, que gozaban de un crédito y una reputación envidiables, únanse las dos bajo la razón social Saccone, Speed y Compañía, Sociedad anónima, y amplían sus negocios en tal escala, que hoy es una Casa verdaderamente formidables las marcas habaneras son de este calibre: Henry Clay, Caruncho, Cabañas y Carvajal, Álvarez y García, Murías, Gener, Aguilas de Oro, La Corona, La Excepción, Bismarck, Partagás; toda la flor, en fin, de la producción y elaboración cubanas, amén los cigarros y cigarrillos de Sumatra, Filipinas, India, Jamaica, Egipto, etc.

Sus vinos y licores se llaman Champagne, Burdeos, Madera, Marsala, Málaga, Chianti, Sauterne, Brandy, etc., todo de lo más selecto que se produce y a precios que no concebimos en España.

Saccone y Speed tienen depósitos en Londres, Portsmouth, Malta, Chatam y Dewonport, y en Málaga, otro, a cargo de D. José Segalarúa, en la calle de Flores García, 3, para servir a los clientes en España, que son numerosísimos, los vinos, licores y cervezas extranjeros.

Esta Casa, además, es gran importadora exportadora de nuestros vinos de Jerez, Priorato, Rioja y Valdepeñas, figurando en su catálogo los amontillados, manzanillas y vinos más famosos de todas esas regiones españolas; por lo cual es para los españoles que van a Gibraltar una Casa muy simpática, y mucho más si tienen la suerte de conversar con el amabilísimo Señor Speed.

En la calle Real está también La Calpense, fábrica de tabacos da Russiano y Compañía.Allí se manufacturan cigarrillos con selectas picaduras y se encuentra gran surtido de cigarros puros de la Habana, Manila, Canarias, Holanda, Méjico y la India.

El tabaco para el día, ya se sabe de «La Calpense».

M. H. Bland & Cía. (Limitada), una de las Casas más antiguas de Gibraltar, existe bajo esta razón desde el 1865. Hoy son sus jefes Don José y su hermano Don Manuel Gaggero. Poseen en Puerta de Tierra una fábrica moderna de hielo transparente, con el cual abastecen a la población, la Marina, vapores de pesca, etc. Una fábrica de aguas gaseosas, renombradas por su exquisita confección y condiciones higiénicas. Grandes almacenes de maderas del Báltico, del Canadá, etc. Sierras y cepillos a vapor, y un extenso surtido de mármoles de Carrara.

En la Marina tienen montados talleres de carpintería y herrería para construcción de embarcaciones y reparaciones de buques. En el puerto cuentan con dos hermosos pontones cargados de miles de toneladas de carbón para el abastecimiento de sus propios vapores y de muchos otros qua diariamente llegan para proveerse.

Treinta y tantas barcazas, desde 30 a 250 toneladas de porte, para trabajos de salvamento, carga y descarga de vapores y otras operaciones de puerto.

Varios vapores remolcadores, entre ellos el hermoso vapor de salvamento Rescue, de 900 caballos de fuerza efectiva, que, con sus potentes bombas centrífugas a vapor, su completo equipo y su hábil personal de buzos, mecánicos y demás operarios, es uno de los primeros buques da su clase en el Mediterráneo.

En el renglón de salvamentos marítimos trabaja esta Casa en unión con las Compañías Nordischer Bergungs Verein, de Hamburgo; Compañía Neptune, de Stockolmo, y Svitzer, de Copenhague. Ha prestado, y sigue prestando, importantes servicios a la Marina; en general, siendo muchos los buques que, hallándose encallados en las costas de España o África, ha conseguido salvar de pérdida total.

En Abril de 1897, los Señores Bland merecieron gracias del Gobierno español por remolque prestado desinteresadamente en la bahía de Tánger al buque-escuela Nautilus durante un fuerte temporal, y en Noviembre de 1905, el salvamento del Assistance, hermoso buque de la escuadra inglesa, que estaba a punto de perderse próximo a Tetuán, les valió á ellos y a las citadas Compañías que cooperaron una buena remuneración y las gracias del almirante.

Como Casa armadora posee el conocido vapor Gibel-Dersa, que hace el servicio regular entre Gibraltar y Tánger conduciendo pasajeros, y la Mala Real Inglesa y los vapores Gibel-Kebir, Gibel-Musa y Gibel-Tarik, a cuyo cargo está el servicio entre Gibraltar y Melilla, Tetúan. Ceuta, Larache, Rabat, Casablanca y demás puertos de la costa de Marruecos.

Además de ser agentes de seguros marítimos y contratistas del Gobierno británico representan varias Compañías de vapores entre ellas las líneas Serra y «La Flecha», de Barcelona; Compañía Adria, de Fiume; Servicio Italohispano,de Genova; Compañía de la Mala Real Inglesa, paquetes que salen bimensualmente de Londres con pasajeros y carga, haciendo escala en Gibraltar, los puertos marroquíes, Canarias y Madera, y la Compañía Cunard, cuyos vapores, el Lusitania y Mauritania, son los mayores, más rápidos y más lujosos del mundo.

Como es de suponer, los magníficos vapores de la Compañía Cunard son sumamente populares en los puertos del Mediterráneo, y embarcan en Gibraltar gran número de pasajeros de primera, segunda y tercera con destino a Nueva York, Cuba, Méjico y otros puntos de América Central, como también de primera para los puertos de Italia y Austria.Viaje ideal, del cual se aprovechan con frecuencia las familias pudientes españolas.

-¡Si no hubiera Aduanas!-me dice tristemente una compatriota.

-¿Qué pasaría, señora?

-Yo, sombreros, plumas, flores, un par de sombrillas, otro de vestidos, géneros blancos, tres abrigos, tres salidas de teatro, todo este almacén de las Hermanas Bassadone. ¿Que preciosidades!

-Sí que es una lástima eso da las Aduanas, Que usted lo pase bien, señora.

-¿Me invitas a almorzar?

-En el Grand Hotel, nada menos, donde se hospedan los grandes personajes que vienen a Gibraltar y lo mejor de los que no lo son.

Su cocina es excelente; sus habitaciones, de un confort admirable, habiéndolas para familias, y a dos pasos Correos y Telégrafos, en lo mejor de Gibraltar, como ves.

-Pues entonces ya no me invitas. ¡Me traslado al Grand Hotel!

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