Ethel May Caterham, la persona más anciana del mundo que formó una familia en Gibraltar
Casada en 1933 con un oficial del ejército británico, se trasladó al Peñón y allí tuvo a sus dos hijas, Gem y Anne, a las que crio mientras participaba en muchas actividades por la comunidad
Sarah Angelina Acland, una pionera de la fotografía en color en Gibraltar (I)
Ethel May Caterham, una británica que residió en Gibraltar, donde formó una familia, se ha convertido en la persona más anciana del mundo a poco más de tres meses de cumplir los 116 años. Nacida el 21 de agosto de 1909 en el bucólico Shipton Bellinger, en Hampshire (Inglaterra) esta venerable mujer centenaria se ha coronado como la persona viva más longeva del planeta tras el fallecimiento de la monja brasileña Inah Canabarro Lucas el pasado 30 de abril.
Ethel May Caterham (que este domingo 4 de mayo tiene 115 años y 256 días) se marchó a vivir al Peñón tras el traslado de su marido, un oficial del ejército llamado Norman Caterham. En Gibraltar era conocida por participar en muchas actividades a favor de la comunidad y allí tuvo dos hijas, Gem y Anne, cuentan las crónicas que criadas "en un ambiente marcado por la cultura, la disciplina y la generosidad". Cuando Norman terminó su labor en la Roca regresaron a Reino Unido para establecerse en Harnham, donde culminaron la crianza de las niñas.
A lo largo de su vida, Ethel (de soltera, Collins) vio a seis monarcas británicos sentarse en el trono y vivió durante los mandatos de 27 primeros ministros. Presenció dos guerras mundiales, la caída del Imperio Británico, la llegada del hombre a la luna, la revolución digital y todos los avances médicos y tecnológicos del último siglo. En 2020 sobrevivió a la pandemia del coronavirus. Se convirtió entonces en la persona de mayor edad en superar la enfermedad.
Ethel May Caterham ya era historia viva de Reino Unido como la británica de mayor edad de la que hay registros tras superar el récord que ostentaba Charlotte Hughes desde hace décadas.
Tras enviudar en 1976, Ethel no se dejó vencer por la soledad: condujo su coche hasta los 97 años y siguió jugando al bridge, una pasión que mantuvo viva hasta pasada su centena. Lamentablemente, sus hijas fallecieron antes que ella —Gem en la primera década de los 2000 y Anne en 2020—, pero su legado persiste en los recuerdos, los relatos y la vida misma de Ethel, que aún habita en una residencia de mayores en Surrey. Allí, en agosto de 2024, celebró su cumpleaños número 115 con la inauguración de un jardín con su nombre: Ethel’s Garden. Un parque lleno de flores y senderos que sirve de homenaje para alguien que ssabe vivir con una templanza y serenidad absolutas. En una entrevista para la BBC Radio Surrey ese mismo año, compartió su filosofía de vida con una calma desarmante: “Aceptar todo lo que venga, lo bueno y lo malo”.
Ethel creció en Tidworth, Wiltshire. Era la penúltima de ocho hijos. Su hermana mayor, Gladys Babilas (21 de diciembre de 1897 - 9 de marzo de 2002), vivió 104 años y 78 días. Según se lee en su biografía en Longiviquest, en 1927, a los 18 años, empezó su primer trabajo como niñera para una familia británica en la India. Atraída por el encanto de la aventura y los viajes por el mundo, emprendió el viaje de tres semanas a la India sola en barco. Al reflexionar sobre aquella época, recordaba con cariño sus experiencias en la India. Comentó que fueron atendidas por sirvientes y adoptaron tanto las tradiciones británicas, como la Navidad, como las costumbres indias, como el Tiffin y el té. Trabajó como niñera durante cuatro años, tanto en la India como en el Reino Unido, antes de conocer a su futuro esposo, Norman Caterham, mayor del ejército británico, en una cena en 1931.
En 1933, se casó con él en la Catedral de Salisbury, donde el hombre había sido niño de coro. Su esposo ascendió al rango de teniente coronel del Cuerpo de Pago del Ejército Real, y la pareja residió inicialmente en Harnham, cerca de Salisbury, antes de ser destinados a Hong Kong y luego a Gibraltar. Durante su estancia en Hong Kong, fundó una guardería para niños locales y británicos, donde enseñaba inglés, juegos y manualidades. Fue en Gibraltar donde Ethel y Norman formaron su familia, criando a sus dos hijas (Gem y Anne) tras regresar a la zona de Surrey, en el Reino Unido. Enviudó en 1976.
Tras el fallecimiento de su esposo, heredó su Triumph Dolomite y continuó conduciéndola hasta los 97 años. Jugó al bridge con asiduidad durante su centenario. A sus 115 años, tenía tres nietas y cinco bisnietos. Cuando celebró su 111º cumpleaños en agosto de 2020 con una merienda, un periodista le preguntó por las claves de la longevidad. No dudó en contestar: "Aprovecha cada oportunidad porque nunca sabes adónde te llevará. Mantén una actitud mental positiva y come todo con moderación".
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