Pablo Tocino: “Ojalá fuésemos pacatos con la violencia, y no con el sexo”

El director estrena en Filmin la segunda temporada de 'Una perra andaluza', en la que da "un salto de calidad" y combina el humor con una mirada más honda.

‘Una perra andaluza’: nos definen los rotos

El director Pablo Tocino.
El director Pablo Tocino. / Juan Carlos Vázquez
Braulio Ortiz

26 de agosto 2025 - 05:59

Pablo Tocino (Huelva, 1995) asegura que está cansado de ver gente segura de sí misma en la ficción, y por eso sus personajes se confunden y equivocan mientras gestionan su soledad y su deseo. El director deslumbró con la mirada libre y desenfadada de Una perra andaluza, una serie que estrena ahora su segunda temporada en Filmin y que retrata con encanto y humor ese inventario de pequeñas catástrofes de la vida.

Pregunta.–¿En qué se diferencia esta segunda temporada de la primera?

Respuesta.–Grabamos la serie al completo, y en cuanto a medios y condiciones fue la misma historia en todas las temporadas. Pero en la segunda ya habíamos aprendido, yo ahora veo capítulos de la primera temporada y les tengo cariño, pero noto que después dimos un salto de calidad. Aunque sigue habiendo comedia, con respecto al tono ahora tiene más sentido la etiqueta de dramarracha. A Samu, el personaje principal, lo conocíamos de manera superficial y ahora vamos a saber de él de una manera más profunda; hablamos a través de las situaciones que planteamos de temas como el consentimiento... Aquí ya tenía más claro lo que quería contar, en el guión y en la dirección. Y los actores también. Todo está más cohesionado.

P.–Los espectadores se pueden reconocer en sus personajes, que están perdidos, son vulnerables y muy humanos.

R.–Como espectador no me interesa ver a gente perfecta, porque no somos así. Los protagonistas de la serie se equivocan, de hecho es lo que más hacen, y dañan a los demás y se dañan a sí mismos, llevan a cabo acciones por las que en otras series serían catalogados como villanos, pero poco a poco van viendo cómo ser mejores personas, cómo ayudar a los otros... Ellos se sienten solos, y toman muchas decisiones equivocadas para sentirse acompañados, vistos, validados. No tienen las cosas claras. Yo estoy cansado de ver a gente segura de sí misma en la ficción.

Pablo Tocino, en una de las localizaciones de la serie.
Pablo Tocino, en una de las localizaciones de la serie. / Juan Carlos Vázquez

P.–También busca la autenticidad en las escenas de sexo, menos idealizadas e irreales que en otras producciones.

R.–En las películas y las series te muestran dos opciones: una en la que los amantes saben lo que tienen que hacer, una escena muy romántica y con música de fondo, y otra en la que todo resulta sórdido. Asistimos a la primera vez de Marcos y contraponemos esa fantasía perfecta que todos tenemos en la cabeza con la realidad. Los personajes se mueven entre la realidad y el deseo.

P.–Cernuda acertó con su título.

R.–Sí. Lo que nos ocurre es que tenemos miedo a vivir, y nos montamos sin quererlo películas en la cabeza porque es más cómodo quedarnos ahí, habitar nuestras fantasías. A menudo nos planteamos un montón de escenarios catastróficos antes de dar un paso, y eso nos paraliza. Y hay que vivir, aunque vivir sea equivocarse. Yo intento aplicarme esa filosofía. Estoy en ello.

“Tenemos que dejarnos de fantasías y vivir, aunque vivir sea equivocarse. Yo intento aplicarme esa filosofía”

P.Una perra andaluza es desinhibida y desprejuiciada. Viéndola uno no puede evitar cierta sorpresa, y preguntarse si nos hemos vuelto ahora más mojigatos...

R.–Ojalá nos hubiésemos vuelto pacatos con la violencia, pero no ha sido así. En la serie lo que hacemos es mostrar el sexo, el cuerpo, con naturalidad, sin degradar a nadie... Hablamos de deseo, queremos mostrarlo y no creemos que haya nada de malo en eso. En la ficción audiovisual advierto cierto postureo, algo de hipocresía, porque utiliza el físico de los actores como carnaza y al mismo tiempo mantiene una especie de superioridad moral. Son tiempos raros los de ahora. Estuve en el Atlántida Film Fest, en Mallorca, y Gregg Araki hablaba de su nueva película como sex positive. En otros tiempos no habría aclarado algo así.

P.–Una de las cuestiones que trata la serie es cómo gestionan el desprecio quienes sufrieron bullying.

R.–Es comprensible caer en el papel de víctima, porque lo has sido, pero no te hace bien a ti quedarte ahí. Resulta complicado asumir lo que te han hecho y decirte que no te lo merecías sin fustigarte. Los personajes hablan de esos sentimientos hacia uno mismo, de cómo deshacerse de todo lo que arrastran. Yo quería que el espectador que se sienta reconocido con Samu vea algo de luz. La serie también habla de salud mental, pero nos preocupamos de hacerlo con naturalidad, que no pareciera un hashtag. Yo creo que un diagnóstico te puede ayudar, pero no puede atraparte. Hay gente a la que le diagnostican algo y ya se dice: ‘Yo soy esto’. Y no, tú no eres eso, tú eres X y lo otro es una de tus circunstancias.

P.–La serie habla de temas complejos, pero siempre desde el humor. ¿Siente que las comedias no se valoran como es debido?

R.–Tras una proyección, te ponen mejor nota si has filmado un drama que si has hecho una comedia. El espectador sale del cine y dice: ‘Bueno, te ríes’, como si eso fuera poco. La comedia es ese género que uno elige ver con sus amigos pero que sin embargo, no sé por qué, se considera una obra menor. Pero a lo mejor piensas más, te llega más la historia, si te han contado las cosas con humor.

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