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La Balompédica cumple y derrota a un Lucena light, pero no se clasifica para la liguilla Los albinegros culminan una excelente temporada con el pasaporte para la Copa del Rey
La Real Balompédica logró su victoria más amarga desde ni se sabe. Los albinegros alcanzaron un objetivo tan importante como la clasificación para la Copa del Rey, con todo lo que ello conlleva y más aún estando el Algeciras de por medio. Un premio que, sin embargo, despide el sabor amargo que deja la frustración por no haber alcanzado esa cuarta plaza que acarició durante buena parte de la última tarde de Liga y a la que no llegó por mor de sus errores del pasado, del poderío dentro y fuera de los terrenos de juego del Albacete y de un Cádiz a cuyos profesionales no les importó lo más mínimo añadir un nuevo ridículo a su ya de por sí esperpéntica temporada. No es de extrañar teniendo en cuenta el tipejo que les dirige desde el banquillo.
El que pretenda encontrar análisis ventajistas para denostar a los que han vestido la blanquinegra en los últimos nueve meses, que busque en otro sitio. Los futbolistas de la centenaria escuadra linense hicieron sus deberes, vencieron de manera incontestable a un Lucena descafeinado, pero se tuvieron que conformar con mirar con envidia las celebraciones del conjunto aracelitano.
Mientras eso sucedía la afición linense, añeja y sabia donde las haya, premiaba a sus futbolistas con una cariñosa ovación de despedida, consciente de que, aunque se haya escapado la liguilla en el último mes, esta Balona ha estado muy por encima de su verdadera realidad. Que ya hizo bastante con llegar con opciones a la segunda parte de la última jornada. También es verdad que, habiendo en juego lo que había, en la grada apenas había cuatro gatos mal contados. Luego vendrá el crujir de dientes cuando lleguen los recortes.
Como era de esperar en un partido que agregó a sus innumerables connotaciones la desaparición de un ilustre como Salvador Mota, la Balompédica salió algo acelerada, desconcertada y el Lucena light que Falete había decidido alinear lo aprovechó para sembrar el sobresalto con un remate de Fernando que se le fue por encima del larguero de auténtico milagro.
Poco a poco la Balona fue tomando el mando del juego, entre otras cosas porque el centro del campo formado por el linense Álex Quillo y por Jesús Lanza era incapaz de mantener el ritmo del de casa.
Ese control no tardó en dar réditos. Rubén Cuesta condujo el esférico un buen número de metros sin encontrar obstáculo alguno y cuando llegó al borde del área mandó un bienintencionado pase interior a David Hernández, que cruzó con enorme precisión.
En ventaja, la Balompédica fue mejor y a través precisamente de Rubén Cuesta creó su mejor ocasión en el lanzamiento de una falta (33') a la que respondió Limones. En una acción similar lo intentó Jesús Lanza, pero su disparo se marchó alto.
La Balona se fue al descanso aferrada a la ilusión, pendiente sólo de una gesta del Sevilla Atlético y volvió al campo decidida a sentenciar por la vía rápida para que si, al final no había milagro, no fuese por su culpa. No taró enconcretarlo. Alberto Merino colocó un disparo desde la frontal del área en el fondo del marco de Limones y levantó su dedo hacia el Cielo en una inequívoca dedicatoria. Y es que al que le corre sangre balona por las venas nadie tiene que explicarle quién era el que se fue ayer.
Poco después los marcadores empezaban a tornarse hostiles y el Municipal se acalló. Con ese silencio ruidoso que sólo acompaña a las desilusiones.
Los jugadores sintieron que la suerte estaba ehada. Por lo menos para ellos, porque la arriesgada decisión del conjunto visitante de prescindir de cuatro de sus pilares (Sarmiento, Óscar, Carlos Martínez y Gavilán) para preservarles de una posible sanción por acumulación se volvió contra él.
La ventaja del Almería B en Carranza dejaba fuera, por aquello de los triples empates, a un Lucena que recurría a los cambios mientras sus directivos caminaban arriba y abajo por las escaleras de tribuna para preguntar en las cabinas de prensa por el resto de los resultados.
Falete hacía cambios, pero su equipo llevaba demasiado desconectado y era incapaz de hacer otra cosa que intentarlo a las bravas. Apenas hubo un par de rebullascas en el área, bien solventadas por el resuelto Mateo.
A poco del final el Albacete marcaba en la Ciudad Deportiva del Sevilla y, a costa eso sí de perder una plaza, el conjunto cordobés se reenganchaba, entre las lágrimas de muchos de sus acompañantes, a la mal llamada liguilla.
El pitido final, que también era el final de un sueño que agonizaba hace días para la Balona, no impidió que la grada se levantase para brindar un merecido reconocimiento a sus hombres mientras los rivales se fundían en abrazos para celebrar que seguirán jugando. Las dos caras del fútbol.
La Balompédica no jugará la segunda fase. Acabó sexta. Pero si el análisis se lleva un poco más allá, sólo un poco más allá, apenas queda descubrirse ante los que lo hicieron posible que su afición soñase de nuevo.
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