El partido que anunció un adiós
Baloncesto l ANIVERSARIO
Se cumplen dos décadas de la mítica final de la Recopa entre Real Madrid y Snaidero Caserta, que ganaron los blancos por 117-113 con 62 puntos de Drazen Petrovic, que son récord anotador en Europa
En noviembre de 1989, Drazen Petrovic, Vlade Divac, Sarunas Marciulonis, Zarko Paspalj y Alexander Volkov protagonizaron la primera emigración masiva de baloncestistas europeos a la NBA. Fue el punto culminante de una revolución ocurrida en apenas un año, y que arrancó en la semifinal olímpica de Seúl '88, cuando la URSS de Sabonis derrotó a los universitarios de EEUU, con David Robinson y Danny Manning (números 1 de los Draft de 1987 y 1988 respectivamente). Tras el choque, el baloncesto norteamericano decidió que ya era el momento de abrir fronteras. Tanto para recuperar el dominio olímpico permitiendo a los profesionales de la NBA acudir a las Juegos Olímpicos como aceptar, definitivamente, que los talentos europeos tenían sitio en su Liga.
Para la mentalidad del baloncesto EEUU, la segunda de esas cuestiones se resolvió, muy probablemente, el 14 de marzo de 1989, una fecha de la que se cumplen ya dos décadas. Aunque los scouters NBA no estaban tan pendientes como ahora de las competiciones europeas, sí miraban de reojo a la final de la Recopa que se disputaba en Atenas entre Real Madrid y Snaidero Caserta. Para su sorpresa, sólo uno de los 17 jugadores que tomaron parte en el encuentro era norteamericano: Johnny Rogers, alero del Real Madrid. Pese a su pasado NBA -firmó por los blancos tras dos camapañas en Sacramento y Cleveland-, no fue un hombre clave en la final. Tampoco lo fue Fernando Martín, que dos años antes jugó brevemente en la mejor liga del mundo. Ni Georgi Glouchkov, el búlgaro pionero en llevar el baloncesto europeo a la NBA, allá por el curso 85-86. El protagonista absoluto de la final fue Drazen Petrovic, que anotó 62 puntos y marcó el récord anotador de la historia europea. Su duelo con el brasileño Óscar (44 puntos en el encuentro) propició la mayor anotación total de la historia de las finales europeas. Tras una prórroga, el Madrid logró su décimo título continental al vencer por 117-113
La exhibición anotadora de Petrovic convenció a los norteamericanos de que el baloncesto europeo tenía jugadores que merecían la pena más allá de testimoniales -y exóticas- elecciones en rondas tardías del Draft. Drazen arrancó el encuentro aún con mentalidad de equipo, pero la salida del partido de Rogers -tres faltas a los 10 minutos tras 12 puntos anotados- llevó a Mozart a componer un solo anotador. Con Fernando Martín bajo mínimos por una fractura en la mano (pese a lo cual, y aún sin recibir balones, logró 11 puntos), Petrovic se echó la final a la espalda, lo que le acarreó no pocas críticas. Pero lo cierto es que el croata estaba en estado de gracia. Al descanso del encuentro (60-57 para los blancos) llegó con 26 puntos en su casillero. La entrada de Romay a comienzos de la segunda parte llevó al Madrid a sumar ocho puntos de ventaja, cuando el choque ya era un soliloquio de Petrovic, que replicaba infructuosamente Óscar. No obstante, el tiempo reglamentario se cerró con un triple del brasileño que llevaba el choque a la prórroga... Cuando Petrovic ya había logrado 51 puntos. En el tiempo extra, el croata anotó 11 de los 15 puntos de su equipo, mientras que Óscar se iba al banquillo, eliminado por faltas a falta de un minuto del final.
Petrovic celebró como pocos esa Recopa. Sus 62 puntos (12 de 15 -¡80%!- en tiros de dos, 8 de 15 en triples y 14 de 15 tiros libres) le elevaban al olimpo del baloncesto europeo. Entre sus compañeros había caras amargas y de reproche. Pero poco le importaba al genio de Sibenik. Había ganado, había sido el máximo anotador y había demostrado que su reino no era de este mundo. O, al menos, de este continente. Apenas seis meses después, poco antes de la trágica muerte de Fernando Martín, Petrovic debutaba en la NBA. En Portland, donde también jugó Martín. Y en junio del 93, ya como estrella de la NBA y en su plenitud, la carretera también se llevó al croata. Su legado era la ya inevitable llegada de europeos con rango de estrellas a la NBA. Y, muy probablemente, el factor detonante de aquella revolución fue la final de la Recopa de 1989 de Atenas. La que todo el mundo recuerda como aquella en la que Petrovic metió 62 puntos, y que anunció su adiós a Europa.
8
117
También te puede interesar