Un gigante de la talla XXXL

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Shaquille 0'Neal pone fin a su carrera tras 19 años en primera línea y con un legado a la altura de los mejores pivots de la historia · Nadie fue tan grande y a la vez tan rápido, imparable durante una década

1. O'Neal, aclamado por los espectadores a su llegada a un pabellón, siempre tuvo el afecto de los fans y de los adversarios. 2. El Gran Cactus es uno de sus muchos apodos. El pívot se reinventó motes cada temporada. A su llegada a Phoenix posó de esta guisa. 3. Un showman dentro y fuera de la cancha, Shaq hizo de los All Stars su particular fiesta. En la imagen luce su 'zapatófono'. 4. Un icono en la Universidad de Lousiana, O'Neal se graduó con honores. 5. Los años dorados en los Lakers, los mejores de este gigante que conquistó tres anillos junto a Kobe Bryant.
1. O'Neal, aclamado por los espectadores a su llegada a un pabellón, siempre tuvo el afecto de los fans y de los adversarios. 2. El Gran Cactus es uno de sus muchos apodos. El pívot se reinventó motes cada temporada. A su llegada a Phoenix posó de esta guisa. 3. Un showman dentro y fuera de la cancha, Shaq hizo de los All Stars su particular fiesta. En la imagen luce su 'zapatófono'. 4. Un icono en la Universidad de Lousiana, O'Neal se graduó con honores. 5. Los años dorados en los Lakers, los mejores de este gigante que conquistó tres anillos junto a Kobe Bryant.
Alessio González

05 de junio 2011 - 05:02

Se hizo llamar de mil formas: Shaq, Diesel, el Gran Aristóteles, Twister, Shaq Fu, el Gran Cactus, el Padrino, Superman… pero es único. Dos décadas de O'Neal. De alguien irrepetible. El olimpo del baloncesto abre sus puertas a una de las figuras que más ha contribuido a engrandecer este deporte. Se va el gigante favorito de la NBA tras 19 temporadas de carrera en primera línea. Cuelga las zapatillas a los 39 años, después de haber ganado todo y tras haber dejado una huella imborrable, un legado que marcará por siempre a los amantes de la canasta.

¿El pívot más dominante de todos los tiempos? Para muchos sí. Nadie le pudo hacer sombra en su parcela durante mucho tiempo. Sin duda el siglo XXI consagró a uno de los cinco pivots más determinantes de la historia, a la altura de los Bill Russell, Wilt Chamberlain o Kareem Abdul-Jabbar.

Hablar de O'Neal es hablar de espectáculo, de hegemonía, de victorias, de una fuerza de la naturaleza encarnada en jugador de baloncesto, de un tipo simpático, singular y carismático. Shaq hizo del básket un estilo de vida distinto, un show dentro y fuera de la cancha que pudo desplegar en Orlando, Los Ángeles, Miami, Phoenix, Cleveland y Boston. Un juego demoledor que no estuvo reñido con infinidad de portadas, numeritos en la tele, algunas películas (Kazaam), videojuegos, un disco de rap o una graduación en el cuerpo de policía de Florida.

O'Neal es uno de esos milagros del baloncesto. Grande, muy grande. Rápido, muy rápido. Había que frotarse los ojos para dar crédito cuando a primeros de los 90 asombraba en la Universidad de Louisiana: una mole de 130 kilos y 2'16 metros que recorría una cancha de costa a costa como un elefante en plena estampida. Los Magic le eligieron número uno de su promoción en 1992 y tras proclamarse novato de la temporada inició una carrera que ya no tenía freno. Su primer gran revés fue toda una lección de humildad ante Hakeem Olajuwon. Shaq, en su tercer año, guió a los Magic a su primera final de la NBA, en la que cedieron ante la veteranía de los Rockets y la magia del pívot africano. Fue la única vez que O'Neal lloró en vestuarios.

El verano del 96 0'Neal cambió Orlando por Los Ángeles. Emprendió una nueva etapa bajo el oro y púrpura de los Lakers. En Hollywood vivió el crecimiento de un equipo y formó familia desde 1999 con Phil Jackson y un jovencito que despuntaba llamado Kobe Bryant. Bajo la tremenda sombra de Shaq los angelinos conquistaron tres anillos con absoluta autoridad, con el pívot MVP de la temporada (2000) y tres veces mejor jugador de las finales (2000, 2001 y 2002).

La idílica dinastía amarilla se quebró en 2004. El batacazo en la final ante los Pistons apenas supuso la gota que colmó el vaso en una situación muy deteriorada por la lucha de egos entre O'Neal y Bryant. Los Lakers apostarton por renovar al más joven y se desprendieron de su gigante, que puso rumbo de nuevo a Florida, esta vez a Miami. Shaq desembarcó como un mesías y prometió ¡un anillo! El pívot demostró que su auge no había pasado y situó a los Heat en el punto de mira. Aliado con una estrella emergente como Wade, 0'Neal dio el campeonato a Miami en 2006 y sumó su cuarto título.

Poco a poco las lesiones y los kilos ganaron presencia en el día a día del pívot. Los años tampoco pasaron en balde para un 0'Neal influyente pero cada vez con menos minutos de calidad sobre la pista. Sus últimas experiencias fueron más un capricho que un reto. En febrero de 2008 Shaq fue traspasado a Phoenix, donde coincidió con Steve Nash: logró su último MVP de un All Star y alcanzó play-offs. El verano de 2009 se enroló en los Cleveland Cavaliers para jugar junto a Lebron James. Un proyecto a caballo ganador que supuso un chasco en la postemporada. La última tentación del bueno de Shaq fue enfudarse la elástica verde de los Celtics la pasada campaña. Su última contribución al básket. Una temporada salpicada por molestias físicas que impidieron saborear un poco al auténtico O'Neal.

Y así su viaje acabó el pasado 1 de junio con el anuncio de su retirada, dedicado a los suyos, por internet, por esa fiebre llamada twitter. "Lo hemos conseguido, 19 años baby", decía con su habitual humor Shaquille Rashun O'Neal (New Jersey, 1972), después de haber alcanzado casi todos los laureles que un baloncestista puede soñar: oro olímpico y mundial, cuatro anillos, quince veces All Star, MVPs de todo tipo, ser el quinto máximo anotador de la historia… números y récords que quedan eclipsados por una personalidad única e irrepetible. Su despedida formal, con una rueda de prensa ayer en su mansión de Florida, estuvo preñada de la gracia que siempre le caracterizó. "Retiro todos mis motes", dijo. Lo dicho, dos décadas de 0'Neal que el baloncesto nunca olvidará.

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