Cien veces Iñaki
Balonmano | Primera Nacional
El técnico valenciano se convierte el sábado en centenario en el banquillo del BM Ciudad de Algeciras
Llegó como entrenador, pero ha mutado a embajador de una ciudad que cataloga de "paraíso"
Iñaki Pérez ya es un algecireño más. Su DNI dice que nació hace 48 años en Valencia, pero después de cuatro temporadas en la ciudad, defiende Algeciras incluso con más vehemencia que muchos de sus nativos. Llegó en junio de 2022 y, desde entonces, ha encontrado en esta tierra algo más que un banquillo.
Este sábado (20:00), en el Juan Carlos Mateo y ante el BM Moguer, alcanzará los 100 partidos como entrenador del equipo masculino de Primera Nacional del BM Ciudad de Algeciras. Un registro poco habitual en el deporte profesional actual. Y lo conoce en primera personal, pero ni él mismo lo había logrado en su paso por Universidad de Valencia, Anaitasuna de Pamplona y Agustinos de Alicante, los otros clubes con los que compitió en la tercera categoría del balonmano nacional.
—Cuando llegó usted a Algeciras, ¿en algún momento se le pasó por la cabeza que iba poco menos que a “eternizarse”?
—No.
—¿Y qué ha cambiado de aquel día para que su salida de la entidad de la entidad suene ahora casi a un hecho insólito?
—Bueno, insólito no hay nada en esta vida (no evita que se le escape una sonrisa pícara). ¿Qué ha cambiado? Lo fundamental es que ambas partes estamos muy contentos los unos con los otros. Cuando encuentras una relación de este tipo, en la que hay tanta confianza por ambas partes, todo es mucho más fácil. Eso es lo que ha permitido que yo, que en principio tenía pensado cumplir un ciclo de tres años, pues ya voy por la cuarta temporada. Y me gustaría que no fuese la última.
—Como entrenador, ¿no le queda a veces el sabor amargo de decir: “un año me gustaría tener un equipo que pudiese aspirar a un poquito más”?
—Todos los entrenadores somos muy ambiciosos y yo lo he sido también en el pasado. De hecho, hice una apuesta muy arriesgada cuando estaba en Valencia y me marché a Anaitasuna, en Pamplona, buscando un poco esa ambición deportiva y al final logré entrenar en Asobal. Pero en estos momentos priorizo la estabilidad personal y eso es lo que me está dando Algeciras. Poder vivir en un lugar en el que estoy encontrando mi sitio, en el que puedo hacer actividades fuera del balonmano que me gustan mucho, como es el trail running y ahora el pádel. Me gustan mucho la montaña y el mar. Esa estabilidad es la que está haciendo que me vea aquí, que esté a gusto y cuando lo estás, no piensas en cambiar.
—Los que vivimos aquí sabemos que cuando alguien de fuera decide afincarse en esta zona, lo primero que le dicen es que tenga cuidado, pero que al tiempo acaban por enamorarse de nuestro entorno. Ahora que lleva entre nosotros más de tres años, ¿qué le dice a la gente que le advertía de que venirse aquí era irracional?
—Que no vengan, que Algeciras la quiero solo para mí. Que no vengan porque no quiero que nadie descubra este paraíso (ahora se ríe abiertamente). Bueno, sin bromas, es cierto que me dijeron que estaba loco, que si se me había perdido algo aquí, pero ahora a todo el mundo le comento lo a gusto que estoy y la gente me va preguntando: ¿qué vida llevas ahí para estar tanto tiempo y querer continuar? Les voy contando que vivimos en un paraíso. Un paraíso desconocido. Algunos se han atrevido incluso a hacerme visitas y cuando ven esto se sorprenden gratamente.
—Y el club, ¿cómo es por dentro?
—Una familia. Sin más, una familia. Empezando por el padre, que es Pedro Soria —en referencia al presidente—, y con toda su junta directiva, que son sus hermanos y hermanas. Ese es el principal secreto que existe en el BM Ciudad de Algeciras: que todo se hace con mucho cariño, que todo se hace con mucha pasión, con mucho amor por el balonmano. Y cuando las cosas se hacen así, solo pueden salir bien, o por lo menos pueden salir de la mejor forma posible. Obviamente haremos muchas cosas mal, pero yo creo que en estos años el matrimonio club-Iñaki ha dado pasos adelante.
—¿Cómo cuáles?
—A mí el club me ha ayudado mucho a cambiar y a formarme como persona. Tenía mucho que mejorar. Y entiendo que he ayudado también al club a alcanzar una estabilidad, un crecimiento en cuanto a su base y en lo que se refiere a la formación de los entrenadores. Sin olvidar que el objetivo que nos planteamos cuando llegué es que los dos primeros equipos, tanto el masculino como el femenino, estuviesen formados en su mayoría por jugadores de la cantera. Y eso podemos decir con mucho orgullo que lo hemos conseguido.
—El sábado alcanza los cien partidos y en un club del que son de sobra conocidas cuáles son sus limitaciones. ¿Ahora qué?
—Pues el reto es seguir manteniendo este nivel. El mayor desafío no es llegar, sino mantenerse. Nuestro objetivo tiene que ser mantener al Ciudad de Algeciras durante muchos años con una estabilidad económica. Ese ya es un gran paso y me consta que la directiva hace verdaderos milagros para cuadrar los presupuestos. Partiendo de esa base, hay que seguir trabajando para consolidar los equipos y el club, siempre dentro de esos números. En mi caso, hablo del primer equipo masculino, trabajamos para que deportivamente podamos seguir rindiendo a un nivel alto en una Primera Nacional, que cada día es más exigente, en la que los presupuestos de los clubes crecen año tras año. Todos los rivales fichan porque tienen mejor oferta universitaria y ciudades más atractivas en ese apartado. Ese es el camino: mantenernos entre esos seis u ocho primeros clasificados y tener esa estabilidad, tanto deportiva como económica.
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