Algeciras CF

¿Por qué ha dejado de ir la afición del Algeciras al Nuevo Mirador?

Uno de los fondos del Nuevo Mirador, con poco público ante el Recreativo Granada.

Uno de los fondos del Nuevo Mirador, con poco público ante el Recreativo Granada. / Vanessa Pérez

Uno de los temas calientes que centra los debates en el algecirismo en estos momentos tiene que ver con una pregunta a la que resulta complicado encontrar una respuesta definitiva: ¿Por qué ha dejado de ir la afición del Algeciras CF al Nuevo Mirador? A falta de un tercio para que termine la temporada 2023-24 en la Primera Federación y con el equipo de Lolo Escobar con la permanencia encarrilada (37 puntos en 26 jornadas), la realidad es que la afluencia al estadio de La Menacha ha ido cayendo progresivamente hasta la entrada que pudo verse el pasado sábado ante el Recreativo Granada, la más pobre del curso.

¿Por qué? Es la cuestión que muchos seguidores albirrojos se hacen, como seguramente también se lo estarán preguntando desde la propiedad. Si el equipo marcha deportivamente dentro de los objetivos marcados, lejos de los apuros de hace un año, por qué se ha extendido una sensación generalizada de desgana que se está viendo reflejada en las gradas.

Opiniones hay tantas como argumentos. Una de las principales tiene que ver con los horarios de los partidos en el Nuevo Mirador. El Algeciras, sujeto a los mandatos de la RFEF y su televisión, se ha visto obligado a jugar en muchísimas ocasiones los sábados a las 16:00 y los domingos a las 20:00, las dos franjas menos atractivas para el aficionado. La del domingo a las 20:00 es especialmente dañina ya que suele coincidir con algún duelo señalado de Primera con el Real Madrid o el FC Barcelona como protagonistas. La guerra entre LaLiga de Tebas y la Federación Española está boicoteando a la que sería ser división estrella del fútbol no profesional.

El algecirista siempre ha sido partidario de jugar en casa el domingo a las 17:00 aunque en los últimos se ha aclimatado sin rechistar al domingo a las 12:00, por aquello de aprovechar el fin de semana y compatibilizarlo con la familia. Lógicamente el poder elegir fecha y hora es cosa del pasado en categorías de otros tiempos a las que nadie quiere regresar.

El invierno también influye y se alía con los horarios intempestivos para provocar que muchos hinchas -sobre todo de cierta edad- opten por prevenir un resfriado o algo peor. El viento es un azote continuo en el Estrecho de Gibraltar y cuando golpea junto al frío hace que estar en el cemento sea desagradable. El clima también juega.

El estilo de juego de Lolo Escobar. Aquí entramos en la cuestión más espinosa del debate. Hay quienes entienden que la forma de jugar del Algeciras no entusiasma o no favorece a enganchar al espectador. Hay quienes la aceptan porque da resultados y porque los albirrojos han potenciado los puntos débiles (portería y defensa) de las dos últimas temporadas. Los números están de lado del técnico en una campaña en la que el equipo está compitiendo con regularidad al margen de algunos tropiezos como los dos acumulados contra el colista (el de la primera vuelta también). El debate existe en las gradas entre los que defienden el estilo de Escobar y los que quieren un fútbol más vistoso o arriesgado, aunque casi todo el mundo coincide a la hora de valorar el compromiso de la plantilla, un valor que está fuera de todo duda desde el primer momento.

La disputa del estilo se prolonga al discurso de la ambición. La propiedad del Algeciras mandó un mensaje alto y claro sobre el objetivo para la 2023-24: la permanencia sin agonía. Con este mandato aterrizó en verano Lolo Escobar como relevo de Iván Ania. Una vez en marcha el balón, el entrenador se ha movido siempre sobre la cautela y la humildad, incluso cuando el Algeciras coqueteó con los puestos de play-off. Tras el bache, el míster ha insistido siempre en la salvación y las pocas veces que ha abierto la puerta a algo más, como la pasada semana, la oportunidad de mirar más arriba ha chocado con la realidad. Este relato, no obstante, no convence a quienes consideran que el Algeciras debe ser ambicioso desde la humildad como, por ejemplo, el Linares de los últimos años.  

El precio de las entradas. El Algeciras apostó en verano por la figura de los abonados y potenció el adquirir el abono como mejor manera de ver al equipo. Esta medida conllevó a la eliminación de los medio día del club (el pegar en partidos señalados) y a una notable subida en el precio de las entradas para el público general. La campaña de captación, reabierta en invierno, ha alcanzado la cifra de 4.500 carnets aunque es evidente que los 4.500 no acuden siempre a los compromisos en casa. El aficionado esporádico se ha ido perdiendo ya que desecha pagar 25-30 euros para ver un encuentro de Primera RFEF.

El motivos o los motivos de por qué está acudiendo menos público al Nuevo Mirador puede que se encuentre entre estas circunstancias o quizás existan otras razones, en cualquier caso, lo que es indiscutible es que el coliseo algecirista ha pasado de rondar grandes entradas de cinco y hasta seis mil espectadores a rondar, en el mejor de los casos, los cuatro mil y pico, o verse con algo más de tres mil.

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