Periquito, eterno maestro algecirista
fútbol
Muere Manuel Marín Grandy, el artífice del histórico primer ascenso albirrojo a Segunda, en Valencia en 1963, un mito del club que se ganó después el afecto en las aulas como profesor
El algecirismo despidió ayer a una de sus leyendas más grandes, a uno de los futbolistas que más huella ha dejado con la centenaria camiseta albirroja y, por encima de todo, a una grandísima persona, un padre de familia querido y respetado por todos los que lo conocían. Manuel Marín Grandy, alías Periquito, partió a los 84 años. "Si me dicen Manolo por la calle, no vuelvo la cabeza. Tiene que ser que me digan Periquito", solía decíir con su habitual cercanía el entrañable exfutbolista y profesor vocacional de magisterio, enorgullecido de su apodo.
Periquito era leyenda en vida del Algeciras Club de Fútbol por una gran trayectoria que coronó al ser el artífice del recordado gol que significó el primer ascenso algecirista a Segunda división, el 19 de junio de 1963 en el estadio Vallejo de Valencia ante el Atlético Baleares. El extremo, rápido como pocos se han visto, cazó el rechace del penalti lanzado por Bruna para hacer "el gol más sencillo de toda mi carrera", relataba en sus tertulias. En una de ellas narró con detalle el histórico momento: "Fue un penalti que hicieron a Martín Esperanza. Paquirrini me dijo que lo tirara yo o Pepe Tapia, pero era una responsabilidad muy grande para alguien del pueblo, así que le dijimos a Bruna que le tocaba a él. Todos estábamos como un flan, también el portero del Baleares, Mambrilla. Bruna lanzó y el portero despejó al centro. Allí entramos Pepe y yo como dos flechas y yo le di primero. Es el mejor recuerdo que tengo como futbolista, sin duda, pero lo he pasado tan bien todos esos años que si volviese a nacer otra vez, querría volver a vivir lo mismo".
Socio albirrojo de forma ininterrumpida desde 1966, Periquito es un ejemplo de amor a sus colores, una personalidad reconocida que da nombre a un pabellón en La Piñera desde febrero de 2002. "Es increíble que un deportista modesto como yo merezca todo esto", confesó agradecido el día de la inauguración.
Periquito nació en Los Barrios pero con un año su familia se trasladó a Algeciras. Trotamundos del fútbol, del balompié de entonces. "Era otro fútbol, más espectáculo que ahora", matizaba siempre. Comenzó a jugar en el instituto, en un equipo que llamaron el Flor y Nata en honor a una profesora. Pasaba las tardes jugando en El Paseo-"donde ponían la Feria antiguamente"-hasta que se enroló en La Bomba, como él mismo relató a Prieto-Poza en una entrevista concedida a este diario en 2003. "Fue mi primer equipo serio, de primera regional, que entonces era lo que había después de Tercera. Lo fundó el teniente coronel Diego Martínez con soldados que hacían la mili en Artillería, excepto García Domínguez y yo, que teníamos 17 años. Ascendimos a Tercera y renunciamos en favor del Recreativo de Granada, porque los soldados no podían ser profesionales", rememoró. Del Bomba saltó al Algeciras CF, con sólo 18 años. "Fue una de mis mayores alegrías", dijo. Su carrera sigue en ascenso y el Córdoba, de Segunda división, lo ficha. Estuvo sólo un año por tener que hacer la mili. Le tocó en Cádiz y jugó dos años en el equipo gaditano. Terminado el servicio militar, vuelve al Algeciras CF e inaugura el desaparecido Mirador, en la temporada 54/55. "Es otro de mis recuerdos más gratos. Jugamos un triangular Athletic de Bilbao, Atlético de Tetuán y una selección andaluza, de la que fui extremo derecha. El Bilbao quedó campeón, nos ganaron 1-5. Era mucho el Athletic de aquellos años con Zarra, Panizo, Gaínza, etc...", relató. Entre las temporadas 55/56 y 60/61 vive un largo periplo cambiando de clubes. Balompédica Linense, Atlético Almería, Puente Genil, Racing de Santander, en Segunda, y Portuense, hasta volver a fichar de nuevo por el Algeciras CF, las temporadas 61/62 y 62/63, ésta la del histórico ascenso a Segunda, con Periquito en figura estelar. "Jamás olvidaré la final con el Atlético Baleares en Vallejo, el 19 de junio del 63. Ganamos 2-1 y marqué los dos goles. La llegada a Algeciras rayó en la apoteosis, algo inenarrable", evocó nostálgico. ¿Recuerda la alineación?, preguntaba Prieto-Poza. "¡Ya lo creo! Apunte. Torollo, Mendoza, Juan José, Rafaelín; Martín Esperanza, Domingo; Paco León, Miguel León, Tapia, Bruna y yo", citó de corrido. Como pago a sus dos decisivos goles, recibió la baja a la temporada siguiente. "Son las cosas del fútbol pero, aunque fue un palo, es lo mejor que me pudo pasar. Me explico. A la siguiente temporada fiché por el Antequera dos años, tiempo en el que terminé la carrera y conocí a mi mujer. ¡Esos sí que fueron los mejores goles de mi vida!", enfatizó. De Antequera retorna a Algeciras en 1965. Su intención es retirarse y preparar oposiciones. Manuel García era el nuevo presidente del club. Consciente de la injusticia cometida con Periquito la temporada del ascenso, reparó el daño fichándole en el ocaso de su carrera. "Nunca olvidaré su gesto. Me dijo que merecía terminar mi vida deportiva en el Algeciras. Yo tenía 34 años y no estaba para jugar en Segunda; él lo sabía y firmé por el Atlético de Algeciras. Aceptó incluso dos condiciones que le puse; primera que, como preparaba oposiciones, no jugaría los partidos de fuera y, segunda, no entrenar cuando tuviese problemas de estudios. Su respuesta fue: ¿Cuánto quieres cobrar? Desconcertado; le dije que nada, que me sentía pagado con terminar de jugador en Algeciras. Calló y, sin decirme nada, me llevé la sorpresa de recibir todos los meses 30.000 pesetas, de las de entonces. Todo un caballero que jamás olvidaré", explicó agradecido.
Jugando en el Atlético de Algeciras saca las oposiciones y dice adiós al fútbol activo. Estamos en 1966. Seguiría después como entrenador del Algeciras Juvenil, delegado local de la Federación Andaluza, presidente del Comité Comarcal de Competición y miembro del Patronato Municipal de Deportes. El 20 de febrero del 2002 fue homenajeado al dar nombre al Pabellón Manuel Marín Grandy Periquito de La Piñera.
El Ayuntamiento algecireño expresó su más sentido pésame. El fútbol algecireño, comarcal y de la provincia se tiñó ayer de muestras de luto hacia la familia del fallecido, que fue velado en el tanatorio de la Cuesta del Rayo. Por allí pasaron innumerables amigos y compañeros, entre ellos personas muy cercanas como Loren, Pepe Ojeda o Pepe Tapia, el gran goleador, que ayer emocionado recordaba a su gran amigo: "Me ponía los balones tan fáciles que casi no tenía mérito meter los goles", confiesa.
"Es difícil quedarse con un solo recuerdo porque era maravilloso como persona", expresó su hijo Pedro, agradecido por el cariño recibido por tanta gente. "Los que lo vieron jugar decían que era un extraordinario extremo. Yo puedo decir que era una excelente persona, un gran profesional de la enseñanza y un maravilloso padre", afirmó.
Parafraseando a Prieto-Poza: "Inmortalizado está y en la historia del fútbol algecireño queda".
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