Entre Nadal y Borg, Djokovic
tenis lRoland Garros
El español afronta el gran torneo francés con el reto de igualar el récord de la leyenda sueca, que levantó seis títulos en París · El serbio, invicto en 2011, llega dispuesto a discutir el reinado del balear en la tierra batida... y en el planeta
Los franceses se frotan las manos ante lo que se anuncia para el domingo 5 de junio en la pista central de Roland Garros. Si a Nadal o a Djokovic no le sientan mal los espaguetis del día anterior o no sufren un fuerte esguince de tobillo en los seis partidos previos a la final, se verán las caras por levantar la copa. Y en el caso del balear, de nuevo mira con su gesto desafiante a su enésimo reto histórico: igualar el récord del gran Bjorn Borg, único con seis torneos de Roland Garros.
Pero entre Nadal y Borg se interpone Djokovic. El serbio sabe que en esta glamurosa cita estará en juego la hegemonía mundial. El genio balcánico, imbatido en este 2011, bien que lo sabe, por eso llega piafante a las mismas puertas de París. Al gran imperio de Nadal. Y el planeta tenis aguarda ansioso el momento. ¿Será capaz Djokovic de violar el terreno sagrado en el que sólo pudo colarse Soderling, hace dos años, por ese irregular 2009 del emperador español?
Ya no depende de Nadal que Djokovic lo destrone del número 1 del mundo. Al histriónico jugador balcánico le basta con plantarse en la final para encaramarse a la cima. Pero si lo hace doblando las rodillas ante el manacorí, el propio Djokovic se irá de París sabiendo que su corona puede ser muy circunstancial. Otra historia sería que el español le cediera su reinado en la tierra parisina.
La incógnita deja en segundo plano todo lo demás en esta edición. Ni siquiera el tenis hecho carne, Roger Federer, puede colarse en la foto. Porque lo que Djokovic está realizando en este 2011 impresiona casi tanto como lo que Nadal viene realizando cada vez que salta a la arcilla roja de Roland Garros. A un lado, el mejor tenista que ha habido sobre esta superficie; al otro lado, el mejor tenista del año, invicto y con siete títulos. A un lado, un chaval a punto de cumplir los 25 añitos que registra un asombroso balance de 39 victorias y una sola derrota en el gran torneo francés; al otro, un chaval que hoy cumple 24 primaveras y que se planta en París con 37 victorias, ninguna derrota y cuatro triunfos ante Nadal en otras tantas finales, las últimas dos sobre la tierra batida de Madrid y Roma.
Tras conquistar la Copa Davis con Serbia en diciembre y el Abierto de Australia en enero, Djokovic arrasa con todo lo que se encuentra al otro lado de la red.
Si fuera otra persona cualquiera su contrincante, los analistas afirmarían con rotundidad que Djokovic parte con ventaja porque está en mejor estado de forma, su tenis sobre polvo de ladrillo ha mejorado a pasos agigantados y, además, empieza a ganar la batalla psicológica con sus recientes conquistas en España e Italia. Pero su contrincante es Nadal, nada menos que Nadal, el deportista al que todos recurren como paradigma de la fortaleza mental. Rafa es más Rafa a las duras, pero Nole, a veces, pierde los estribos cuando algo se tuerce...
Además, cabe tener muy en cuenta que el campo de batalla es otro cuando se trata de un torneo de Grand Slam. Hay que poner más piernas. No es lo mismo un partido al mejor de tres sets que al mejor de cinco, claro que no. Y hay que poner más cabeza: la presión, en los partidos a cinco mangas, se multiplica porque hay más tiempo para pensar, para decaer, para ofuscarse. Mientras más acelerados estén los pulsos, más posibilidades hay de que a cualquiera se le vaya la bola larga... y de que Nadal, en cambio, envíe su passing a la esquina.
Djokovic anda en la ardua tarea de limar esa superioridad mental del balear. Y a medida que madura, que juega partidos al máximo nivel, muestra que es capaz de sostenerle la mirada desafiante a Nadal sin perder los nervios en los puntos decisivos. Lo demostró en las finales de Indian Wells, Miami, Madrid y Roma. El serbio venció porque cada vez juega mejor, y porque Nadal no rindió a tope. En las semifinales de los Juegos de Pekín, por ejemplo, Djokovic sacó su tremenda derecha, movió a un lado y otro de la pista a Nadal y amplió su abanico de golpes, pero se encontró con un muro que lo devolvía todo, que restaba de forma soberbia y que, además, no perdonaba en los puntos decisivos. Pero el Nadal de 2011, hasta ahora, no es el jugador que llega a bolas inverosímiles, que apenas comete errores no forzados.
Nadal debutará ante el gigante de 2,06 metros John Isner. El sorteo le deparó un teórico cruce en octavos con Fernando Verdasco (número 16) y en cuartos ante el sueco Robin Soderling (5), el hombre que le eliminó en 2009 y al que ganó en la final de 2010.
Djokovic salió peor parado y vio cómo el suizo Roger Federer, tercer favorito y campeón en Roland Garros en 2009, quedó en su parte del cuadro y podría ser su adversario en las semifinales. Federer, liberado de presión, se siente cómodo en su inédito papel de outsider.
Otros de los aspirantes a la victoria en París son el escocés Andy Murray (4), finalista en el último Abierto de Australia, el checo Tomas Berdych (6), semifinalista el pasado año y finalista en Wimbledon, o David Ferrer (7), un especialista en tierra batida.
El estadounidense Andy Roddick, el argentino David Nalbandian, el chileno Fernando González o los españoles Juan Carlos Ferrero y Tommy Robredo son algunas de las principales ausencias este año en el segundo Grand Slam anual. ¿Destronará Djokovic a Nadal de la cima del tenis? ¿Conquistará también su reino de París? Nadal frunce el ceño y se ajusta su pañuelo en la frente...
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