Michael Phelps entra en la leyenda con sus ocho oros

El nadador norteamericano rompe con el récord mítico logrado por Mark Spitz en los Juegos de Múnich'74 al colgarse del cuello ocho preseas doradas en una cita olímpica, algo casi irrepetible

Michael Phelps posa con una de las ocho medallas que logró en los Juegos de Pekín.
Michael Phelps posa con una de las ocho medallas que logró en los Juegos de Pekín.
Efe / Madrid

30 de diciembre 2008 - 05:02

Una final de la NBA entre Los Angeles Lakers y los Boston Celtics, la más clásica de las clásicas, así como el retorno de los Estados Unidos a la cúspide del baloncesto olímpico en Pekín, han llevado al baloncesto por el túnel del tiempo en el año mágico del deporte español que, por supuesto, ha tenido presencia en esos dos grandes hitos de la canasta.

Hacía más de veinte años, exactamente veinticinco, que los dos conjuntos con mayor glamour y mística de la Liga de todas las Ligas, no se habían visto las caras sobre el parqué para disputarse el anillo de campeón. El baloncesto ha avanzado hacia el pasado a lo largo de 2008. Ha saltado un cuarto de siglo en el tiempo para volver a disfrutar de una final dorada y verde.

Treinta anillos entre dos conjuntos protagonistas de algunos de los enfrentamientos más épicos de todos los tiempos, un puñado de excelentes jugadores sobre la pista y toda la emoción de los años ochenta. La siluetas de Magic Johnson y de Larry Bird, los dos adalides de la maravillosa década de los ochenta, la del showtime, y un español en el fragor de la batalla: Pau Gasol.

La llegada de Gasol al Staples Center, a Hollywood, traspasado en una operación que muchos analistas han considerado el mayor chollo de la historia de la NBA -para el cuadro angelino-. "Ha sido muy importante. ¿Recuerdan cuando los americanos le robamos todo a los indios? Pues es justo lo que ha sucedido cuando los Lakers obtuvieron a Gasol a cambio de nada", comentó el histórico Charles Barkley.

Después de todo, el cambio de aires de Gasol tampoco ha sido tan traumático como en principio se apuntaba para Memphis porque se marchó uno, Pau, y aterrizó otro, Marc, al que también aguarda un gran porvenir. Los Memphis han soltado a un excelente jugador de baloncesto y han reclutado a otro y, además, todo en familia. Marc ha empezado con muy pie, pero las finales aún le quedan lejos. Los Celtics, el equipo más laureado de la NBA (dieciséis anillos), han regresado a la cima de la liga gracias a los fichajes de Kevin Garnett y de Paul Pierce. Ambos han sido clave.

Otro debutante de lujo en la NBA es Rudy Fernández, cuya irrupción en la Liga con la camiseta de los Trail Blazers de Portland ha sido meteórica. En las listas de todos los equipos del campeonato estadounidense figura también en letras rojas el nombre de otro integrante de la selección que ganó la plata en Pekín: Ricky Rubio.

El segundo túnel del tiempo del baloncesto ha pasado por Pekín. Los estadounidenses recuperaron el oro que no ganaban desde Sydney 2000. Para reconquistarlo han tenido que tirar de los mejores jugadores de los que disponen y resistir hasta el último segundo de la final para apartar a España del primer escalón del podio. El cetro olímpico regresa, pues, a manos de los estadounidenses, los Lakers y los Celtics disputan otra vez la final y el CSKA Moscú, mito entre los mitos de la canasta europea, alza de nuevo la Euroliga.

Mientras tanto, el baloncesto español, con su selección sénior masculina, con las valientes chicas de la selección femenina, con destacados jugadores en la NBA, con jóvenes talentos envidiados por todos y con el deseo de organizar el Mundial 2014, para lo cual ya ha presentado una candidatura oficial, mira al futuro.

NATACIÓN

Phelps, ocho medallas de oro para batir un récord

El estadounidense Michael Phelps acabó en agosto en Pekín con una marca de 26 años, desde los Juegos Olímpicos de Múnich'72, cuando su compatriota Mark Spitz ganó siete medallas de oro.

Las medallas de oro del nadador de Baltimore ensombrecieron todo lo demás en el Cubo de agua de la capital china porque, además, las ganó en algunas finales épicas: como la del relevo 4x100 libre o el 100 mariposa.

Phelps, nacido en Baltimore hace 23 años, se impuso en los 100 y 200 mariposa; los 200 y 400 estilos; los 200 libre; los 4x100 y 4x200 libre y los 4x100 estilos, y batió récords mundiales en cada distancia salvo en los 100 mariposa. Precisamente en esta final, la séptima, fue en la que tuvo más problemas para ganar el oro. El estadounidense sólo pudo superar a Milorad Cavic por una centésima y tan cerrada fue la llegada y la percepción que tuvieron la mayoría de los espectadores, técnicos y periodistas que el equipo de Serbia presentó una reclamación en contra del resultado. Esta fue rechazada y, en cualquier caso y como mucho, los jueces hubieran determinado un empate y dos medallas de oro, por lo que Phelps hubiera sumado ocho.

La otra gran final fue la del 4x100 libre en la que el equipo francés parecía tener ganada la medalla de oro hasta que el cuarto relevista de los norteamericanos, Jason Lezak, alcanzó y rebasó a Alain Bernard en los último 100 metros. La foto de Phelps celebrando el triunfo de Lezak perdurará en el futuro como una de las imágenes de Pekín 2008.

Bernard luego se resarciría en la final individual en la que se impuso al australiano Eamon Williams y al brasileño César Cielo, que compartió el bronce con Lezak (ambos hicieron 47.67).

Cesar Cielo marcó un hito para Brasil y Sudamérica al convertirse en el primer nadador de esta región que ganaba una prueba olímpica en natación, la de la velocidad pura: los 50 libre.

Pero la natación tuvo otros protagonistas, uno de ellos el bañador de Speedo, con el que desde febrero comenzaron a caer récords del mundo, uno tras otro, empezando por el del ruso Alexander Popov en los 50 metros libre rebajado por Eamon Williams. Sólo en la capital china se batieron 25 récords del mundo.

En las pruebas femeninas las medallas y el protagonismo estuvieron más repartidos y destacaron la australiana Lisbeth Trickett, medalla de oro en 100 mariposa; plata en 100 libre; y bronce en el 4x100 libre; la alemana Britta Steffen, doble campeona olímpica de 50 y 100 libre; y la estadounidense Natalie Coughlin, oro en 100 espalda, plata en el relevo 4x100 libre y 4x100 estilos; y tres bronces: 100 libre, 200 estilos y el 4x200 libre.

Por su parte, la natación española vivió un año de cierta progresión en los Campeonatos de Europa de Eindhoven (Holanda) y en los de piscina corta de Rijeka (Croacia), pero fracasó en Pekín 2008, donde sólo Aschwin Wildeboer llegó a una final, la de los 100 espalda, en la fue séptimo.

La revelación fue Mireia Belmonte, nacida en 1990, que en Holanda se impuso en la final de los 200 estilos y en Croacia en la de los 400 estilos y batió el récord del mundo.

Erika Villaecija fue segunda y doble medallista de plata en Eindhoven en los 800 y 1.500, y era la opción más clara de medalla olímpica, pero un resfriado dio al traste con los que iban a ser sus Juegos Olímpicos. A pesar de esto Villaecija, una competidora nata, volverá a luchar por una medalla.

Wildeboer, aparte de su final olímpica, se trajo tres preseas de Rijeka: oro y récord de Europa en los 50 espalda; y plata y récord continental en 100 y 200 metros de ese estilo. Otro de los destacados fue Rafael Muñoz, bronce en los 50 metros mariposa en los europeos absolutos y plata en 100 y bronce en 50 en piscina corta. Nina Zhivanevskaya, que anunció su retirada en Pekín, fue plata en los 50 espalda y bronce en los 100 en Eindhoven.

ATLETISMO

Usain Bolt sale al rescate con una actuación estelar

El atletismo mundial, que ha sufrido severos golpes recientes por el dopaje, encontró en 2008 un nuevo ídolo en el joven jamaicano Usain Bolt, cuya triple explosión en los Juegos Olímpicos de Pekín fue presenciada desde la cárcel por la ex reina de la velocidad, Marion Jones.

Jones cumplía pena por perjurio tras perder sus cinco medallas de Sydney 2000 por dopaje confeso.

Los récords mundiales regresaron a la competición olímpica en número de cinco, pero tres de ellos tuvieron un mismo autor: Usain Bolt, la perla caribeña que a sus 21 años corrió los 100 metros en 9.69, los 200 en 19.30 y el relevo 4x100 en 37.10.

Tres medallas de oro y tres récords del mundo en una semana convirtieron a Bolt en el gran triunfador del atletismo con una ejecutoria que en el conjunto de los Juegos solo admitió parangón con la del nadador estadounidense Michael Phelps, ganador de ocho medallas de oro.

Bolt constituyó un soplo de aire fresco en el ambiente viciado del atletismo y su carácter risueño, gesticulante y extravertido, que no acabó de gustar al presidente del COI, Jacques Rogge, le convirtió en el nuevo ídolo de las pistas.

El jamaicano fue elegido atleta mundial del año junto a la pertiguista rusa Yelena Isinbáyeva, que además de ganar su segundo título olímpico con un nuevo récord mundial (5,05), añadió otros tres (uno de ellos bajo techo) a una cuenta que va ya por los 24, camino de alcanzar los 35 de Sergey Bubka.

Cinco plusmarcas mundiales y 17 olímpicas reflejan el gran nivel que alcanzó el atletismo en Pekín. Además de los tres récords de Bolt y el de Isinbáyeva, Gulnara Samitova-Galkina batió el de 3.000 m. obstáculos (8:58.81).

Dos atletas, los etíopes kenenisa Bekele y Tirunesh Dibaba, lograron dobletes de fondo que andaban buscando desde hace años. Primero ganaron los 10.000 metros y después los 5.000, en ambos casos de forma incontestable.

Estados Unidos, aunque obtuvo el mayor número de medallas de oro (siete) y en total (23), no fue capaz de conseguir un solo título en velocidad, su especialidad preferida. Jamaica fue su verdugo y no solo por Usain Bolt.

En la rama femenina hubo triplete jamaicano en 100 (Shelly-Ann Fraser, Sherone Simpson, Kerron Stewart) y dos medallas -oro y bronce- en 200 con Veronica Campbell y Kerron Stewart. La estadounidense Allyson Félix, reina de los Mundiales de Osaka con sus tres medallas de oro un año antes, tuvo que conformase aquí con una de plata.

El etíope Haile Gebreselassie despreció el maratón olímpico alegando problemas de contaminación pero la realidad demostró que se estaba reservando para conseguir, un mes después en Berlín, un récord mundial de maratón (2h03:59) que le reportó unos ingresos superiores a los 300.000 dólares.

El atletismo no se libró en 2008 de la plaga del dopaje. Fuera del escándalo Marion Jones, que venía de lejos, el caso más llamativo fue el de Rusia. Siete de sus mejores atletas falsificaron controles de dopaje en 2007: Yelena Sóboleva, plusmarquista mundial de 1.500 metros; Daria Pischalnikova, Gulfiya Khanafeyeva, Tatiana Tomashova, Yulia Fomenko, Svetlana Cherkasova y Olga Yegorova.

El escándalo afectó también a los atletas rusos. Cinco marchadores, entre ellos Serguéi Morózov, plusmarquista mundial de 20 kilómetros, fueron suspendidos por consumo de EPO.

OLIMPISMO

Tan conflictivo el relevo como ejemplares los Juegos

La familia olímpica pasó la primera mitad del año 2008 aturdida por la colosal polémica que rodeó el relevo de la Llama Olímpica camino de Pekín, donde en agosto se celebraron finalmente unos Juegos intachables, que quedarán como modelo para futuras ediciones pero cuyo efecto político-social está por verse.

También en el año que termina, Madrid, Río de Janeiro, Tokio y Chicago se convirtieron en finalistas para la organización de los Juegos de 2016, el presidente del COI, el belga Jacques Rogge, anunció que optará en 2009 a la reelección, se dio una nueva vuelta de tuerca a la normativa antidopaje.

El símbolo más sagrado de olimpismo, el fuego que nace en las ruinas de Olimpia cada cuatro años para encender el pebetero de los Juegos, fue utilizado desde su mismo origen por los grupos pro derechos humanos como un instrumento para llamar la atención sobre la política autoritaria del régimen de Pekín.

Los grupos defensores de la libertad de expresión y de culto, los partidarios de la independencia del Tíbet, los contrarios a la intervención en Darfur... todas las organizaciones con algo que criticar en China emplearon el relevo de la antorcha como altavoz de sus reivindicaciones.

Pekín organizó los Juegos de forma irreprochable y legó a la posteridad unas instalaciones deportivas fascinantes, una organización cuidada al detalle y un entusiasmo difícil de igualar entre trabajadores y voluntarios.

Además, por primera vez en la historia olímpica, lideró el medallero por delante de Estados Unidos. Todo ello bajo estrictas pero poco visibles medidas de seguridad que impidieron las manifestaciones y restringieron la grabación de imágenes y el movimiento en el centro de la ciudad.

La inevitable pregunta surgió en cuanto se clausuraron los Juegos de Pekín: ¿cómo podría Londres superarlos? Jacques Rogge viajó a la capital británica para transmitir un mensaje de calma: "Londres simplemente tiene que ser Londres. No hay Juegos ni mejores ni más grandes; son diferentes", subrayó.

El reto no lo es sólo para Londres, sino también para la ciudad que organice los Juegos de 2016, que saldrá del cuarteto Tokio, Madrid, Chicago y Río de Janeiro. El COI escogió en junio a estas finalistas, puntuadas por ese orden, y las autorizó a seguir en la lucha hasta la votación final, que será en octubre de 2009.

En el trabajo del COI siguió ocupando un lugar preferente la lucha antidopaje, que se endureció con una medida sin precedentes: todo aquel que sea suspendido más de seis meses no podrá participar en la siguiente edición de los Juegos.

Además, Singapur organizará en 2010 los nuevos Juegos Olímpicos de la Juventud.

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