Casillas, una cortina de humo que se revuelve contra Mourinho

Casillas y Mourinho.
Casillas y Mourinho.
J. José Lahuerta (Efe) Madrid

07 de enero 2013 - 05:02

El caso Íker Casillas vivió otro capítulo durante el encuentro ante la Real Sociedad. Por segunda vez, José Mourinho sentó en el banquillo al capitán para alimentar un debate que poco tiene que ver con la mala situación liguera de su equipo. Sin la protección de un público ajeno, pudo comprobar cómo su cortina de humo se revolvió contra él.

La suplencia de Casillas en Málaga, donde el cuadro blanco se fue de vacaciones a 16 puntos del Barcelona, espantó casi todas las opiniones sobre los verdaderos males y errores del Real Madrid, tapados por una decisión de Mourinho que convence a muy pocos. La ausencia de Íker en aquel once se cimentó en una decisión técnica, según corroboró su entrenador, que declaró que en aquellos momentos Adán estaba en mejor estado de forma. Por eso, con pocos entrenamientos tras las vacaciones, el técnico portugués tenía que ser consecuente. Si Casillas estaba peor, la teoría dictaba que iba a seguir estándolo tras el descanso navideño.

Hasta el encuentro ante la Real, apenas se habló de las carencias en ataque del Real Madrid, de aquella pegada que tuvo el año pasado y que ha perdido esta temporada o de la falta de contundencia defensiva en algunos momentos. Y delante de los focos quedó Casillas. Su suplencia bastó para esconder los males madridistas con más de diez días por delante para especular sobre su posible regreso a la portería. Sin embargo, en esta ocasión, el público del Santiago Bernabéu iba a ser el encargado de dictar sentencia.

Diez minutos antes del inicio del encuentro contra la Real, Mourinho tuvo que soportar una sonora pitada por parte de casi todo el estadio. Cuando su nombre sonó por megafonía en las alineaciones, sólo se escucharon silbidos en el Bernabéu. Todo lo contrario que con Casillas.

Y a veces el destino es cruel y el tercer protagonista de esta historia, Adán, fue expulsado al inicio del duelo tras derribar a Vela. Mourinho tuvo que contemplar otra nueva ovación para su cortina de humo, que fue jaleado de nuevo cuando saltó al terreno de juego.

Fue el segundo golpetazo moral que se llevó Mourinho. Antes, Casillas no le miró cuando le dio las pertinentes instrucciones antes de salir al campo. El mejor portero del mundo escuchaba, pero sólo pensaba en cuajar un gran partido.

No fue el mejor, salió nervioso, hizo una cesión peligrosa a un rival y seguidamente despejó mal un córner que a punto estuvo de costarle un disgusto. Pero el juicio ya estaba hecho y lo había ganado. El público está con él y, tal vez, también contra su entrenador, que escuchó la mayor pitada hacia su figura desde que fichó por el Real Madrid.

stats