Campo de Gibraltar

Del Plan G a la Operación Félix (I)

  • Hay una incontestable evidencia de la cooperación militar hispano-germana en torno a la preparación de una operación para tomar Gibraltar entre junio de 1940 y enero de 1941

El estudio de la colaboración hispano-german desmitifica, entre otros asuntos, que la famoso encuenro Franco-Hitler en Hendaya fuese una conferencia sin acuerdo

El estudio de la colaboración hispano-german desmitifica, entre otros asuntos, que la famoso encuenro Franco-Hitler en Hendaya fuese una conferencia sin acuerdo

Entre la documentación que integra el Anexo IV del documento Notiz über Studie Gen.d.Art.b.Ob.d.H se encuentran varios dibujos recogiendo los objetivos contra los que debía actuar el despliegue artillero diseñado por los alemanes para atacar Gibraltar. Su factura y aspecto formal recuerdan mucho a los que el entonces Coronel Joaquín de Isasi-Isasmendi empleó en el estudio fotogramétrico del Peñón que, por encargo de Franco, había realizado en septiembre de 1939.

Se puede pensar que se trata de una simple casualidad, al fin y al cabo, todos los estudios fotogramétricos se sustentan técnicamente sobre una serie de panorámicas en las que se recogen con datos precisos la localización de los diferentes objetivos. Estos se obtienen mediante triangulación de varias observaciones realizadas desde una serie de bases fundamentales, eventualmente complementadas por otras de carácter secundario. Cualquiera que se haya molestado en consultar los legajos correspondientes al estudio de Isasi-Isasmendi podrá comprobar que sus resultados se muestran, como era preceptivo, recurriendo a diferentes panorámicas. Cabe no obstante la posibilidad de que los alemanes hubiesen decidido realizar su propio estudio fotogramétrico y que se hubiese dado una coincidencia con el español en el diseño de las panorámicas que lo integraban. Sin duda es posible.

Pero en este punto cabría mencionar un pequeño detalle. La panorámica incluida en el estudio artillero alemán muestra una rotulación en español, en la que puede leerse: “Panorámica D: Punto de vista Comandancia Militar de La Línea”. Y junto a ella, entre paréntesis e igualmente manuscrita, su traducción en alemán: “Rundblick B: von der Militärkommandantur ausgesehen”. Aún así podría subsistir cierta duda a la hora de establecer con seguridad que la panorámica alemana tuviese su origen en un estudio propio, y no en los trabajos de Isasi-Isasmendi. Esta se sustentaría en la posibilidad, aunque remota, de que la inscripción en español hubiese sido realizada por alguno de los oficiales alemanes hispanohablantes comisionados en su día en España para estudiar el asalto al Peñón.

Por fortuna, el propio Teniente Coronel Isasi-Isasmendi había puntualizado en el escrito adjunto a su informe lo siguiente: “... de cada una (de las bases empleadas) se acompaña una fotografía panorámica en la que se añaden una serie de puntos importantes numerados, cuyas coordenadas Lambert y altitud, deducidas fotogramétricamente, aparecen en relación adjunta a cada panorámica...”. Y ahora viene lo importante: “Esta numeración –prosigue el Coronel– es única para todas las panorámicas y para el plano de restitución”.

En tal caso basta fijarse en la numeración aplicada a un mismo objetivo en una y otra panorámica y comprobar que ambas coinciden. Así ocurre por ejemplo con el punto R 62 que los alemanes describían como “Alte Stellung Artillerie mit Schiessscharten verdeckt/ Vieja posición artillera con tronera cubierta”, situado en la cumbre de la cara norte. Y lo mismo ocurre con el resto de los puntos.

Se puede probar pues de manera irrefutable que los estudios fotogramétricos realizados por Isasi-Isasmendi, considerados por el Alto Estado Mayor español como secreto militar, habían terminado incorporados a la documentación que los alemanes emplearon en la elaboración del estudio artillero de la Operación Félix. Nos encontramos por tanto ante una incontestable evidencia de la estrecha colaboración que, durante la Segunda Guerra Mundial, existió entre España y Alemania en torno a la preparación de una operación para tomar Gibraltar.

Y es de la mano de esta prueba documental como nos introducimos en el contenido de la presente comunicación, cuyo objetivo es dar respuesta a una serie de cuestiones en relación con este asunto: en qué momento se inició esta colaboración, sobre qué trasfondo se verificó, a través de qué organismos quedó articulada o cuáles fueron sus frutos más importantes. Finalmente, basándonos en las conclusiones obtenidas de su respuesta, abordaremos el alcance que tuvo en relación con los planes de ataque a Gibraltar que españoles y alemanes elaboraron a lo largo de 1940 y comienzos de 1941, y a través de ello con el papel jugado por España en aquella primera fase del conflicto mundial.

Es evidente que la cesión de semejante material hubiese sido imposible sin la autorización personal de Franco y, lo cierto es que había sido el propio jefe del Estado el que había abierto la puerta a esa entrega mediante el conocido ofrecimiento que había realizado a mediados de junio de 1940 a través del General Juan Vigón.

Hace años que se encuentra perfectamente documentado cómo, después de que España derogase su neutralidad para asumir el status de nación no-beligerante, Franco había enviado al entonces jefe del Alto Estado Mayor a entrevistarse con Hitler en su Cuartel General de campaña portando una misiva personal. Esta contenía una propuesta, que Vigón se encargaría de desarrollar en toda su significación y que podríamos resumir así: Si se respaldaban sus aspiraciones territoriales en África y se le proporcionaba una adecuada ayuda en forma de suministros y armamento, España estaba dispuesta a prestar un nuevo servicio al Eje declarando la guerra a Gran Bretaña y asestarle el golpe definitivo ejecutando la toma de Gibraltar.

Lo expresado por escrito en la carta a Hitler del 3 de junio, o lo manifestado por Vigón en su encuentro con Hitler del 16, había quedado oficialmente sancionado tres días después mediante el envío de una nota por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores español.

Considerado en su conjunto, todo esto no es sino el episodio clave de una maniobra no forzada de acercamiento al Eje que, llevado por la fulgurante victoria obtenida por las divisiones alemanas en la batalla de Flandes, Franco ejecutó por propia iniciativa a finales de la primavera de 1940.

Cierto que, en un principio y esperanzados en alcanzar una salida al conflicto mediante una paz negociada con Gran Bretaña, los alemanes habían prestado poca atención a aquella propuesta limitándose poco menos que a acusar, también por conducto oficial, recibo de la misma.

Pero días después, en el Alto Mando estratégico de la Wehrmacht (OKW), el General Jodl responsable de su Plana Mayor de Operaciones (WFSt.) había planteado por primera vez la posibilidad de que para conseguir la derrota de los ingleses tal vez hubiese que dirigir la guerra, no tanto contra en la metrópoli, sino contra la periferia de su imperio. Sólo entonces, el OKW había decidido aprovechar el ofrecimiento de Franco para estudiar qué posibilidades reales había para proceder a la conquista de Gibraltar.

Justificándose en la petición de ayuda militar formulada por los españoles, especialmente en la parte que se refería al propuesto ataque al Peñón, el OKW consiguió que Hitler autorizara el envío a España en misión de sondeo al Jefe de su rama de inteligencia, el conocido Almirante Wilhelm Canaris.

A pesar de su trascendencia, esta misión secreta pasaría prácticamente desapercibida a los primeros biógrafos de Canaris como Karl Heinz Abschagen (Abschagen, 1948), Ian Colvin (Colvin, 1951) Heinrich Frankel y Rogen Manvel Manvell (Frankel y Manvell, 1969) o Heinz Höhne (Höhne, 1979). Y algo parecido ocurriría también con estudiosos del papel jugado por España durante la guerra, comenzando por los clásicos Donald S. Detwiler (Detwiler, 1962) y Charles B. Burdick (Burdick, 1968) y terminando por el profesor belga Leon Papeleux (Papeleux, 1977).

Ello se explica por el hecho de que esta misión se conoce a través de dos únicas fuentes ninguna de ellas alemana. Nos referimos al llamado Informe Zoppi cuya publicación data de mediados de los sesenta, y sobre todo a un escrito que el entonces ministro de Exteriores Beigbeder había redactado para informar a Franco de su encuentro con el almirante, y que se hizo público a comienzos de los años noventa.

Basándose en ellos Paul Preston (Preston, 1993) fue el primero que, con el fin de sostener su tesis del Franco belicista, se ocupó con cierta extensión de la misión Canaris de finales de junio. Lo que a su vez provocó que, en su intento de rebatirle, Luis Suárez (Suárez, 1998) se ocupase también de aquella misión. Y a partir de ahí poco más, salvo tal vez el seguimiento que en uno de los últimos estudios biográficos del almirante escrito por Michael Müller (Müller, 2006) se haría de la tesis de Preston. Sin embargo, enfrascados en otorgar solidez a sus respectivas teorías sobre quién estaba más interesado en la intervención, ninguno de los mencionados llegaría realmente a reparar en la verdadera trascendencia de la misión en sí. Razón por la cual esta comunicación comienza a cobrar sentido desde el punto de vista historiográfico.

Lo cierto es que como demuestran las dos fuentes mencionadas, fue durante aquella visita cuando, además de solicitar una primera estimación del tipo y volumen del armamento y equipo militar que España recibiría como paso previo a su entrada en la guerra, Canaris y Vigón hablaron por primera vez extensamente de la preparación de una operación para tomar el Peñón que las fuerzas armadas españolas ejecutarían contando con la solicitada ayuda alemana.

Y ello les había llevado a plantear la necesidad de establecer un marco y un modus operandi en el que seguir trabajando. Aquello concluyó con el establecimiento de una vía de contacto estable entre los dos organismos por ellos representados; a saber: el Alto Estado Mayor, a cuya cabeza estaba entonces el General Vigón y el Alto Mando estratégico de la Wehrmacht ante el que respondía el Almirante Canaris. Un resultado imposible sin la consiguiente aprobación de Franco y Hitler.

Los hechos hablan verdaderamente por sí solos. Ya que únicamente contando con el consentimiento de Franco, dos semanas después de su vuelta a Alemania, Canaris regresó de nuevo a España acompañado esta vez por un grupo de jefes y oficiales del Ejército y la Luftwaffe seleccionados por el OKW, a los que se había encargado la tarea de realizar el primer estudio táctico sobre la forma de tomar Gibraltar. Esta comisión militar, conocida como comisión Mikosch en honor a su jefe, mantendría la que podemos considerar la primera reunión de trabajo entre militares alemanes y españoles sobre las diferentes posibilidades de acometer aquella acción. Entre otras cosas se trató extensamente el empleo de un cerco artillero, de una eventual acción aerotransportada o de un asalto relámpago a través del istmo. Sólo unas horas después, los responsables de aquella comisión militar fueron recibidos por el propio Franco con el que volvieron a hablar del ataque al Peñón (Papeleux, 1977: 96 y ss).

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