El fantástico caso del Golem | Crítica

Estertores del 'posthumor' patrio

Brays Efe y Anna Castillo en una imagen del filme.

Brays Efe y Anna Castillo en una imagen del filme.

Fernando Martínez y Juan González, Burnin’ Percebes como nombre artístico, juegan desde hace años en esa división de lo bizarro o lo posthumorístico que alinea sus cortos y largos (IKEA 2, La reina de los lagartos) low-cost junto a los trabajos del colectivo chanante o el cine de Chema García Ibarra desde un evidente posibilismo, altas dosis de inventiva y una concepción artesanal de la producción.

Con este su cuarto largo parecen dar un salto hacia presupuestos más holgados y han contado con el concurso de actores como Luis Tosar, Anna Castillo, Roberto Álamo o Tito Valverde, que se unen en su trazo caricaturesco y estrafalario a los ya habituales y singulares Javier Botet o Bruna Cusi y a un Brays Efe que se erige en protagonista de una nueva trama del absurdo que entremezcla las referencias cinéfilas, el fantástico o estos tiempos algorítmicos con ese costumbrismo marca de la casa que excede todo realismo para llevarlo a los límites del non-sense.

Situados pues en un mundo alternativo y particular con códigos propios y actores fuera de personaje, El fantástico caso del Golem recupera figuras, gestos y modos del cine clásico, del propio mito expresionista a los escenarios y forillos o los movimientos de cámara que los revelan en su artificio, para acompañar a Juan en la normalidad indolente con la que asume todos esos acontecimientos extraños, muertes por pianos asesinos o encuentros sexuales que se suceden después de que su amigo se precipite desde una azotea para hacerse (literalmente) mil pedazos.

Los Burnin’ imponen su sentido de lo excéntrico en cada escena concebida como unidad de juego o experimento formal y confían en que su sentido del humor en sordina hilvane lo que su guion no afina tanto. No siempre lo consiguen, pero el intento, tan lejos de todo lo que se estrena hoy en el cine español, merece (parcialmente) la pena.