El agua | Crítica

Desbordamiento femenino

La debutante Luna Pamiés en una imagen de 'El agua'.

La debutante Luna Pamiés en una imagen de 'El agua'.

Ahí donde Alcarràs regresa a las raíces para contar y documentar la resistencia familiar y colectiva de un modo de vida agrario en vías de extinción, El agua, primer largo de la reputada cortometrajista alicantina Elena López Riera (Pueblo, Las vísceras), realiza una operación parecida pero con más vuelo en su mirada al terreno, su geografía, su paisaje, sus acentos y sus ritos como marco y co-protagonista para una historia de afirmación, desarraigo y emancipación juvenil que da alas a las viejas leyendas y supersticiones locales y pone el sustrato para una nueva forma del fantástico que se despega de la superficie documental para conectar con otros cineastas contemporáneos como el tailandés Weerasethakul.

Prolongando los hallazgos, temas y espacios de su anterior y premiado corto Los que desean, con la comarca de Orihuela como topos que funciona a un tiempo como paisaje de crisis y territorio mítico, El agua se enuncia en femenino para cuestionar desde un nuevo empoderamiento deseante las viejas inercias y violencias patriarcales filtradas entre los gestos y procesos de prácticas como la suelta del palomo e historias orales que se repiten estigmatizando de generación en generación a las mujeres como causantes de las catástrofes provocadas por las lluvias torrenciales, los desbordamientos y las inundaciones.

López Riera trenza con todos estos elementos, también con alguno más deudor de los peajes artificiales de la co-producción europea (pienso en la presencia de Bárbara Lennie o en ese personaje extranjero que la corteja), una fábula contemporánea, híbrida y zigzagueante donde su protagonista, la adolescente Ana que interpreta la actriz natural Luna Pamiés, hace de nexo entre una serie de tramas, personajes y episodios que, de la ficción convencional al relato frontal de estirpe documental o la mirada atenta a los desvíos de lo real, va tejiendo las sucesivas capas, metáforas y lecturas que hacen de El agua un filme rico y escurridizo donde lo fantástico y lo legendario contaminan la superficie de lo real y la realidad cuestiona y desmiente lo atávico y lo simbólico sin solución de continuidad.