American Symphony | Estreno en Netflix

El nuevo hijo pródigo de América

Lo veíamos hace unas semanas a propósito de C. Tangana y Esta ambición desmedida y lo volvemos a ver ahora. Cada vez tiende a confundirse más el acercamiento documental a un artista en la cumbre de su éxito con la operación promocional que prolonga la imagen de marca por mucho que se asuman y muestren las contradicciones, las crisis, los accidentes o la autoconciencia del relato.

American Symphony celebra a la última gran sensación de la música negra norteamericana, el talentoso cantante, pianista y compositor de Nueva Orleans Jon Batiste, ganador de cinco Grammy y un Oscar (Soul), y nuevo crisol de referencias culturales y musicales, del R&B al jazz, del pop a la música de concierto, perfectamente diseñado y empaquetado por la industria del entretenimiento transversal para el consumo de masas.

Lo hace además muy desde dentro y con el recorrido marcado, intentando desmotar esa imagen de negro sonriente para públicos blancos que lo ha acompañado desde su salto a la popularidad en el Late Show de Stephen Colbert, para lo cual se hace indispensable mostrarlo en la intimidad y las dudas, en compañía de su esposa Suleika Jaouad, enferma de leucemia, consciente de su posición y trayectoria, narrador de sus propios temores, ansiedades y en control de esa imagen de optimismo recalcitrante que, a pesar de todo, desprende su figura pública.

Y como siempre, el límite está siempre en el pudor. Porque American Symphony no parece tenerlo en su afán de meter la cámara hasta la cama para crear un producto que vende libertad, fe y afán de superación incluso ante las circunstancias más adversas, ya sean estas un duro tratamiento médico o que se vaya la luz en pleno estreno en el Carnegie Hall de esa Sinfonía con la que Batiste se postula como heredero de Ellington o Simone en la aportación de la comunidad negra a la gran Historia de la cultura norteamericana y, por ende, del mundo globalizado.