Historia del Campo de Gibraltar

Castellar en la Prehistoria

  • Varios de los abrigos de Castellar fueron visitados por el famoso abate francés, arqueólogo, naturalista y etnólogo, Henri Breuil

Una de las manos en negativo halladas en el abrigo de la Abejera II.

Una de las manos en negativo halladas en el abrigo de la Abejera II.

La existencia del hombre postpaleolítico en el término de Castellar está avalada por la aparición de una industria lítica de sílex y cuarcita (raederas, microburiles, hojas de dorso rebajado, raspadores, cuchillos, etc.) localizada en las dehesas del Olivar y de la Almoraima y catalogada como epipaleolítica.

Fue el epipaleolítico o mesolítico una etapa de transición entre las culturas del Paleolítico Superior y el período que Gordon Childe ha venido en llamar 'Revolución Neolítica' por las decisivas y numerosas invenciones que vieron la luz en un corto espacio de tiempo y que sentaron las bases para el desarrollo de las grandes civilizaciones de la antigüedad (agricultura, ganadería, cerámica, tejido, cestería, sedentarismo, etc.). Serían los mismos grupos humanos y las mismas culturas evolucionadas del Paleolítico Superior las que se desarrollarían en este nuevo período, pero adaptados a un medio natural diferente.

Los hombres del epipaleolítico continuaron basando su economía en la actividad cinegética, la pesca, el marisqueo y la recolección de frutos silvestres, aunque sus útiles líticos presentan un notable cambio, tanto en variedad como en la técnica de talla. Abundan los cuchillos con escasos retoques, los raspadores de pequeño tamaño, las hojitas y gran variedad de piezas microlíticas.

No cabe duda de que en la zona del Estrecho debieron convivir culturas de tecnología epipaleolítica con otras plenamente neolíticas o en proceso de neolitización o de sedentarismo estacional. Las primeras estarían encastilladas en las abruptas y boscosas tierras del interior, mientras el litoral y los valles fluviales mantendrían contactos con gente que traían las innovaciones neolíticas.

Útiles líticos encontrados en la dehesa de la Almoraima en 1979. Útiles líticos encontrados en la dehesa de la Almoraima en 1979.

Útiles líticos encontrados en la dehesa de la Almoraima en 1979.

En el Colegio Público de Castellar de la Frontera se depositaron en 1979 los útiles de sílex y cuarcita encontrados en las dehesas del Olivar y de la Almoraima y que fueron analizados y clasificados por los profesores Pedro Rodríguez Oliva y Manuel Sotomayor. Abundan las lascas obtenidas como desechos al tallar un núcleo o un útil. Algunas piezas presentan un somero denticulado y otras, de forma triangular, muestran un retoque en los bordes que las asemeja a las lascas musterienses. Algunos microlitos nos recuerdan la técnica de talla de las industrias neolíticas africanas (Capsiense del Sahara), aunque labradas con más tosquedad.

Pinturas esquemáticas

Grupos tribales del Neolítico, Calcolítico y la Edad del Bronce habitaron las tierras de Castellar entre el III y el I milenios antes de Cristo, como lo testimonian los restos cerámicos encontrados por el arqueólogo Manuel Sotomayor en una excavación realizada en el subsuelo de la villa, en el transcurso de la cual recuperó cerámica de la Edad del Bronce, en total pudo recuperar cuarenta y un trozos de cerámica hecha a mano característica del citado período.

Sotomayor se refería -cuando publicó los resultados de la excavación- a la importancia de este descubrimiento con las siguientes palabras: Es segura la existencia de un nivel de la edad del Bronce, situado sobre la roca viva y relacionado con el abrigo natural que constituye el paredón este sobre el que se asienta el castillo actual... Es un abrigo especialmente apto para protegerse de los vientos dominantes del Levante, y que tiene todavía acceso, aunque difícil, desde el exterior de la muralla.

Otros testimonios de este período son los abrigos con pinturas esquemáticas hallados en varios lugares del municipio. Se han localizado numerosas cuevas y abrigos de origen eólico que debieron ofrecer un refugio seguro a los grupos tribales que habitaron la zona durante el Neolítico, el Calcolítico y la Edad del Bronce o utilizaron las cuevas como santuarios para plasmar sus pinturas.

Figuras esquemáticas antropomorfas localizadas en la cueva del Arquillo. Figuras esquemáticas antropomorfas localizadas en la cueva del Arquillo.

Figuras esquemáticas antropomorfas localizadas en la cueva del Arquillo.

Los testimonios pictóricos de esa época descubiertos en el término de Castellar de la Frontera muestran variadas representaciones de figuras antropomorfas y zoomorfas, manos en negativo, signos y grupos o escenas -por desgracia algunas de ellas casi borradas por el paso del tiempo-. Conforman, junto con los restantes abrigos decorados con pinturas de estilo esquemático hallados en la comarca del Campo de Gibraltar, uno de los conjuntos artísticos prehistóricos más sobresalientes de la Península Ibérica.

Varios de los abrigos de Castellar fueron visitados por el famoso abate francés, arqueólogo, naturalista y etnólogo, Henri Breuil, a principios del siglo XX. Más recientemente han sido estudiados y publicados por Uwe y Uta Topper, Lothar Bergmann, Carlos Gómez de Avellaneda y Simón Blanco Algarín.

Una de las manos en negativo halladas en el abrigo de la Abejera II. Una de las manos en negativo halladas en el abrigo de la Abejera II.

Una de las manos en negativo halladas en el abrigo de la Abejera II.

Por lo general, muestran figuras de pequeño tamaño, realizadas con pigmentos monocromos que tienden al ocre rojizo o al rojo intenso (es probable que la pérdida de intensidad del color se deba al paso del tiempo y a la acción de los agentes meteorológicos). Representan figuras antropomorfas o zoomorfas muy esquematizadas, signos diversos, óculos, huellas de manos, líneas aisladas o grupos de líneas paralelas. En algunas de las pinturas se aprecia cierto carácter narrativo. Los abrigos con pinturas hallados hasta el momento en el término han sido los siguientes:

a) Abrigo de la Abejera o de la Ovejera I y II: Se halla situado cerca del Puerto del Rayo. En él Henri Breuil descubrió lo que parecían seis figuras antropomorfas femeninas hoy día casi desaparecidas. Uwe Topper logró localizar algunos grabados. Se conserva un conjunto de líneas sinuosas paralelas y manos en negativo.

b) Abrigo de los Números: Se encuentra ubicado en un pequeño valle en el que desemboca el arroyo de Juan Sevilla. Los signos que dieron nombre al abrigo hoy han desaparecido.

c) Cueva del Cancho: Se halla en la Loma de Cantaraz, en el Cortijo de Navahermosa. Se puede aún apreciar una figura humana muy esquematizada y otra zoomorfa.

d) Cueva del Arquillo: Se trata de un gran abrigo en forma de arco de más de 40 metros de largo por 6 de ancho. Se observan dos figuras antropomorfas en actitud de danzar y otra zoomorfa muy esquematizada.

e) Cueva del Cambulló: Este abrigo se halla situado en un paisaje de gran belleza rodeado de arbolado denominado Bujeo Gordo, desde el que se divisa el embalse del río Guadarranque. En él se localiza una figura zoomorfa -un corzo o una cierva según Uwe Topper-.

f) Conjunto de abrigos de los Maquis: figuras geométricas constituidas por un rectángulo del que surgen varias líneas paralelas en forma de peine; un antropomorfo seminaturalista, líneas paralelas y zoomorfos muy esquemáticos. Y, en el abrigo Maquis III, una figura humana semiesquemática con casco picudo que porta en la mano un arma o una azada.

g) Interior del Castillo: Descubrimiento reciente realizado por el espeleólogo Simón Blanco Algarín. Destacan unos oculados que pueden interpretarse como soles, además de algunos signos esquemáticos.

Sepulturas excavadas en la roca

Al sur de Castellar, en los límites de su término con el de Los Barrios, perdidas entre las escarpaduras de la sierra de Montecoche, se han descubierto numerosas sepulturas talladas en la roca. Algunas se agrupan formando conjuntos o hileras y otras se presentan aisladas y en lugares casi inaccesibles. La mayoría son iguales en tamaño y técnica de construcción, alargadas y estrechas, más ancho el lado de los hombros que el de los pies. Algunas muestran una talla especial, a modo de reposacabezas, en la parte superior. Las encontradas en la actualidad aparecen vacías y sin las losas de piedra con que debieron estar cubiertas. Frecuentemente se localizan en los alrededores de los abrigos con pinturas esquemáticas de la Edad del Bronce, lo que ha planteado la posibilidad de que tengan una cronología prehistórica.

Sepulturas excavadas en la roca. Sepulturas excavadas en la roca.

Sepulturas excavadas en la roca.

Sin embargo, en la actualidad es un tema que se halla en plena discusión, puesto que numerosos investigadores creen que se trata de sepulturas excavadas en la época romana tardía o en la Alta Edad Media. El padre Julio Furgús, según refiere Enrique Romero de Torres, pudo estudiar varias sepulturas aún intactas cubiertas con sus respectivas losas; una de ellas contenía un objeto de hierro y otras trozos de tégulas romanas junto a los restos del esqueleto.

Según las investigaciones realizadas por Hamo Sassoon, en Betis (Bolonia) aparecen grabadas, cerca de las tumbas, cruces, lo que podría indicar que se trata de enterramientos cristianos. No hay que descartar la posibilidad de que algunas de estas tumbas fueran excavadas en la Prehistoria y reutilizadas en época romana o medieval.

Es probable que se trate de un tipo de enterramiento con larga tradición en la zona y que algunas fueran talladas en la Prehistoria y otras en la Antigüedad tardía o, incluso, en la Alta Edad Media.

Para Hamo Sassoon, las tumbas excavadas en las rocas localizadas en nuestra comarca habría que situarlas cronológicamente dentro de una largo lapso de tiempo que podría ir desde el Bronce tardío (año 1.000 a. de C.) a tiempos paleocristianos (700 d. de C.).

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