PERSONAJES HISTÓRICOS DEL CAMPO DE GIBRALTAR

Claudio, protector de Baelo

  • El emperador Claudio, al que tanto debía la ciudad del Estrecho y cuya vida familiar no fue tan afortunada como la política, murió en Roma en el año 54

Tiberio Claudio César

Tiberio Claudio César / E.S.

Tiberio Claudio César nació en Lugdunum (actual Lyon) el 1 de agosto del año 10 antes de Cristo. Era hijo de Druso el Mayor y sobrino de Calígula. Miembro de la poderosa familia Julio-Claudia, vivió apartado del poder, dedicado a la lectura y al estudio de la historia, debido a ciertos defectos físicos que padecía.

Cuando Calígula asumió el poder tras la muerte del emperador Tiberio, éste lo nombró senador y, una vez consumada la conjura de la guardia pretoriana que acabó con la vida de Calígula, los sublevados lo proclamaron emperador el 24 de enero del año 41.

Fue el mejor emperador de la dinastía Julio-Claudia. Se ganó el afecto del pueblo y de los senadores, quizás por las ideas republicanas que albergaba y que nunca ocultó. Después de años de mal gobierno, de despilfarro y desorden económico pudo sanear las arcas del Imperio, mejorar la economía y la administración del Estado, realizar importantes obras públicas y extender los dominios de Roma hasta Tracia, Judea, Britania y la Mauritania Tingitana.

Basílica de la ciudad romana de Baelo Claudia Basílica de la ciudad romana de Baelo Claudia

Basílica de la ciudad romana de Baelo Claudia / E.S.

Baelo o Bailo fue, en origen, un asentamiento ibero-púnico dedicado a la pesca del atún, activo, al menos, desde el siglo III antes de Cristo. Algunos autores vinculan esa primitiva población prerromana con el cercano yacimiento conocido como la Silla del Papa, un oppidum con evidencias de ocupación ibero-púnica situado en la sierra de la Plata que domina la ensenada de Bolonia.

Una de las factorías salazoneras de Baelo Claudia Una de las factorías salazoneras de Baelo Claudia

Una de las factorías salazoneras de Baelo Claudia / E.S.

Es citado en el siglo I por Plinio en su Historia Natural, en la que dice que, "llegando desde Gades, antes de Mellaría, se halla el oppidum de Baelo". A finales del siglo II antes de Cristo, los romanos se establecieron en la costa, una vez abandonado el oppidum mencionado, en torno a las explotaciones pesqueras púnicas, con el objetivo de continuar con tan lucrativa actividad económica y poseer, al mismo tiempo, un puerto que les sirviera de conexión con el norte de África, región autónoma cuyo control directo ambicionaban.

En los últimos tiempos de la República, Baelo estuvo sometida a las mismas convulsiones políticas que el resto de las ciudades del ámbito del Estrecho. Cuando Octavio Augusto asumió el poder en el año 27 antes de Cristo, la zona comenzó a gozar de la estabilidad que, con las otras ciudades del llamado Círculo del Estrecho, le permitió alcanzar un notable desarrollo poblacional y un gran auge económico en torno a la pesca de túnidos, a la producción de salsamenta, "garum” y a la exportación de estos productos a otras zonas del Imperio.

Los principales edificios públicos de la ciudad y un foro, excavados por primera vez en 1917 por Pierre París, fueron erigidos durante los reinados de Augusto y Tiberio en la primera mitad del siglo I después de Cristo. Un terremoto, acontecido entre los años 41 y 50, causó tan enormes daños a la ciudad que el emperador Claudio tuvo que acometer la reconstrucción de Baelo durante su reinado. Los templos que presiden el foro (la Triada Capitolina) datan de los años 50 o 60; la basílica, cuyos restos aún se conservan, se levantó entre los años 50 y 70, así como el teatro.

La nueva ciudad se refundó de acuerdo con los esquemas de la urbs romana: recinto amurallado regular con cuatro puertas principales, dos de ellas dando acceso a la calzada que cruzaba la ciudad de este a oeste, trazado de calles y manzanas de forma ortogonal, gran foro enlosado en torno al cual se situaban los principales edificios públicos: basílica, templos, curia y primitivo mercado, antes de la construcción del “macellum”, y termas.

Al norte, en la ladera de una colina, se edificó el teatro, con capacidad para unos 2.000 espectadores. Todo ello abastecido por dos acueductos, uno, de tiempos de Claudio, que procedía de Punta Paloma de medio kilómetro de longitud, y otro, construido a mitad del siglo II después de Cristo, que se iniciaba en la sierra de la Plata. Ambos abastecían de agua las termas y las diversas industrias dedicadas a la salazón del pescado. Una red de alcantarillado servía para desalojar las aguas residuales hasta el mar.

El emperador Claudio, consciente de la importancia estratégica de Baelo, tanto desde el punto de vista económico formando parte del llamado Círculo del Estrecho, como por ser el puerto de embarque de tropas en su proyecto de ocupación y romanización de la Mauritania Tingitana, con capital en Tingis, nueva provincia que él mismo había creado escindiéndola de la anterior provincia de Mauritania en el año 42, se erigió en protector de la ciudad otorgándole el estatus de “municipium” y añadiéndole a la antigua denominación ibero-púnica su propio nombre: Baelo Claudia, como cincuenta años antes había hecho Octavio Augusto con Iulia Traducta.

Baelo Claudia asistió a un largo período de éxito y de desarrollo en todos los órdenes durante el resto del siglo I y todo el siglo II después de Cristo, al mismo tiempo que crecía el poder de Roma y se expandían sus dominios por Oriente y África, auge que estaba basado en la lucrativa actividad pesquera, la potente industria de salazones (evidenciada por los textos de historiadores y geógrafos antiguos y por las numerosas factorías localizadas y excavadas en la ciudad), la exportación del "garum" y la salsamenta en ánforas a otras zonas del Imperio y al activo comercio con las ciudades y factorías industriales situadas en la cercana Mauritania Tingitana.

La buena estrella de Baelo Claudia declinó a finales del siglo III, al tiempo que el Imperio romano comenzaba a sufrir una crisis de la que ya no se recuperaría. Hacia el año 290 la ciudad sufrió un nuevo terremoto (quizás acompañado de un tsunami según la interpretación de los textos del historiador romano Amiano Marcelino de la segunda mitad del siglo IV), más devastador, si cabe, que el de mediados del siglo I.

En esa ocasión la reconstrucción de la ciudad no pudo llevarse a cabo con la eficacia de la acometida por el emperador Claudio, pues la situación económica del Imperio ya no era la misma. Las murallas quedaron casi arruinadas (las excavaciones recientes lo han demostrado). Los templos, el foro y la basílica dejaron de cumplir sus funciones por los derrumbes ocasionados por el seísmo.

Aunque la ciudad continuó habitada en parte, la actividad pesquera e industrial quedó muy mermada. Otros seísmos, acontecidos a finales del siglo IV, acabaron por desmantelar los pocos edificios que quedaban en pié, desarticulando las vías de comunicación, viéndose obligados los escasos habitantes que ocupaban las ruinas de Baelo Claudia a abandonar la ciudad, hecho que debió suceder entre finales del siglo IV y mediados del siglo V.

El emperador Claudio, al que tanto debía la ciudad del Estrecho y cuya vida familiar no fue tan afortunada como la política, murió en Roma el 13 de octubre del año 54. Le sucedió en el trono su sobrino Nerón, al que había adoptado en detrimento de su hijo Británico.

 

Moneda acuñada en Baelo en el siglo II antes de Cristo Moneda acuñada en Baelo en el siglo II antes de Cristo

Moneda acuñada en Baelo en el siglo II antes de Cristo / E.S.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios