tribuna

Una palmera imperial en Algeciras

  • A este árbol se le llama así porque en 1894 Sissi lo visitó en Elche y quedó extasiada

  • Lo que allí es motivo de ogullo es aquí un monumento a la desidia

Una palmera imperial en Algeciras

Una palmera imperial en Algeciras

Manuel Gutiérrez Alonso es un algecireño de amplio espectro. Buen conocedor de la comarca, nació y se crió en la calle San Antonio, ha recorrido mundo y habitado territorios de diversas hechuras. Llegado ya a un estadio de aguda inteligencia observadora, me habló hace unos días de una palmera que podría ser calificada de imperial. Nuestra filiación mediterránea hace de la palmera, salvando los detalles políticos asociados a la expresión, un árbol nacional. Como la hoja de arce en Canadá o el cedro en Líbano, la palmera está asociada a los pueblos mediterráneos. Cádiz es también una provincia atlántica y eso imprime a este territorio una singularidad geográfica y cultural que tiene mucho que ver con su extraordinaria historia.

Algeciras y Cádiz disponen de leyendas asociadas a la palmera, hasta el punto de generar una advocación mariana, la Virgen de La Palma, que en el primer caso se constituye en patrona de la ciudad y en el segundo radica en uno de los barrios más representativos, el barrio de La Viña. Sin embargo es Elche la ciudad de las palmeras por excelencia. El palmeral de Elche, con cerca de trescientas mil palmeras, fue declarado patrimonio de la humanidad en el año 2000 y cubre una amplísima zona formada por distintos reductos, algunos de gran extensión y otros más modestos, como el Huerto del Cura, de unos doce mil metros cuadrados, pegado al casco urbano. El gran enemigo de las palmeras, el picudo rojo, un insecto que vive a costa de ellas, está bajo vigilancia en Elche y ya ha sido derrotado en varias ocasiones. No así en Algeciras, donde acabó en su día con las viejas palmeras de la plaza Alta.

Ese huerto se llama así en memoria de su artífice, el cura José Castaño (1843-1918). Cuentan que en el año 1894, la emperatriz Isabel de Austria -es decir, el original de la idealizada Sissi- visitó el huerto y se detuvo extasiada ante una palmera de siete brazos o hijuelos, a la que el cura mimaba con esmero y llamaba "el candelabro". Con el tiempo se colocó junto a ella un busto de la emperatriz y desde entonces se le llama "la palmera imperial" y se muestra al visitante como algo digno de ser destacado entre tantos especímenes de la misma familia.

Gracias a Manuel supe, entre otras cosas, que en Algeciras hay una palmera imperial, cuyo cuidado no sé si dependerá del Ayuntamiento o del puerto. Está en el aparcamiento abierto del paseo marítimo, casi enfrente de la rotonda de Trafalgar, un poco más al sur y en el borde colindante con la acera. Podría ser aún más espectacular que la de Elche, porque sus hijuelos son más numerosos. Pero le han cortado el tronco y está en un estado deplorable. La basura se acumula en sus alrededores y sobre ese tronco mutilado había en el momento que la visité, en la mañana del día 14 de abril, los enseres para dormir de algún indigente, cristales, trozos de espejo y envases de diferentes clases. Lo que en Elche es un motivo esplendoroso es aquí un monumento a la desidia.

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