Campo de Gibraltar

1,7 millones de euros en la cuneta

  • Los Cortijillos rehusa a tener los paneles antirruido retirados de la A-7 hace ahora 14 meses por petición popular · Urbanizaciones como Ciudad Jardín sí ven un avance en la polémica infraestructura

Pocos parecen echarlas en falta, catorce meses después. Sólo una serie de postes de acero atestiguan que Los Cortijillos y Guadacorte estuvieron separados de la autovía A-7 por una pantalla antirruido bautizada por los vecinos como "el muro de hormigón". Una infraestructura que se perfilaba necesaria en los despachos pero que a pie de calle encontró un amplio rechazo hasta el punto de conseguir deshacer la ejecución de parte de una obra valorada en 1,7 millones de euros.

El Ministerio de Fomento acordó en 2009 apantallar ambas zonas residenciales de Los Barrios con paneles acústicos de hormigón con el fin de mitigar el ruido provocado por los más de 60.000 vehículos que, de media, transitan cada día por la autovía que circunvala la Bahía de Algeciras y jalona prácticamente todo el tráfico del área metropolitana.

Los paneles fueron puestos en abril de 2009 pese a que un grupo de vecinos de Guadacorte y Los Cortijillos, así como varios negocios de la vía de servicio, habían mostrado su rechazo a la obra constituyéndose en la Plataforma contra el muro de hormigón. Decían que les aislaba visualmente del entorno y pedían que fueran pantallas translúcidas, o nada. Fomento defendió que las translúcidas se deterioraban más rápido y que absorbían menos ruido. Y siguió adelante.

La batalla duró algo más de un año en el que la plataforma liderada por Ildefonso Lagares, empresario con un negocio en la vía de servicio de Los Cortijillos, llegó a recoger más de 350 firmas. Ganaron la pugna en octubre de 2010. Fomento retiró las pantallas salvo pequeñas franjas donde se había solicitado su conservación o donde no vive nadie. Sin alternativas. Sin translúcidas a cambio.

Hoy, pocos echan en falta el muro que estuvo en pie poco más de un año. Al menos a pie de autovía en Los Cortijillos. "Perjudicaba a los negocios. No se nos veía. Algunos clientes creían incluso que habíamos cerrado", defiende Lagares, alma máter del movimiento contra el muro. Ahora, catorce meses después de volver a la visibilidad, sigue manteniendo que las pantallas restaban opciones a los negocios (además de su vivero, un bar y una farmacia) sin apenas contraprestación. "No restaban tanto ruido", apostilla. El hotel Guadacorte también llegó a defender el desmantelamiento. No le quitaba apenas ruido y, sin embargo, la clientela pasaba de largo, despistada, al no tener referencias.

Ana Jiménez y Ana Ordóñez, vecinas de la calle Velázquez de Los Cortijillos, se suman a las voces aliviadas por el desmontaje de los paneles. "Parecía que estábamos encerrados. Nos quitaban la vista y el ruido llegaba igual o más. ¿De qué servían los paneles en la autovía si luego los coches pasan a toda velocidad por aquí?", explican señalando su calle.

Sólo unas pequeñas franjas de pantalla siguen en pie por petición expresa de los vecinos, así como la que ahora resguarda a la urbanización Ciudad Jardín. Aquí sí consideran que la obra fue necesaria, según los testimonios recabados por este periódico, frente a la opinión en contra de sus vecinos. Más del 70% de los paneles fueron retirados.

Una de las placas junto al recinto ferial de Los Cortijillos, otra de las áreas que se mantuvo, luce un grafiti. Es otro de los motivos por los que los vecinos no querían las pantallas ya que, defienden, "llamaban" al vandalismo. No hubo apenas tiempo de comprobarlo.

Joane Johnson siquiera llegó a conocer el muro. Residente en Los Álamos desde hace seis meses, sostiene que el tráfico no le resulta especialmente molesto. Pregunta si las vigas son para instalar un muro que, sin embargo, ya es historia. "Llego muy cansada de trabajar, así que no oigo apenas nada. Me resultaría indiferente tener pantallas acústicas", asevera.

Pilar y Teresa también viven en Los Álamos. Ambas, como el resto de los consultados, muestran indiferencia por el futuro y destino las pantallas ya que se consideraban suficientemente guarecidas del ruido dada la ubicación de las casas, en forma de rondo de espaldas a la autovía, pese a estar a escasos metros de la calzada.

Las pantallas retiradas no están lejos. Son visibles desde la salida 111 de la autovía, apoyadas unas sobre otras. El exdiputado socialista y hasta hace escasas semanas número dos de Fomento, Salvador de la Encina, explicó en su momento que las placas retiradas iban a ser conservadas en el entorno durante un año con el fin de que los vecinos decidieran sin las querían de nuevo. Obviamente, el coste de la reinstalación correría de su cuenta. Para ello se conservaron las viguetas de acero en forma de hache. En caso contrario, marcharían hasta Chiclana. Será ya una decisión que deba tomar el nuevo gabinete. Mientras, más de un millón de euros yacen en la cuneta.

Los vecinos consultados por este diario dicen ser conscientes del desembolso efectuado en su momento, pero defienden que nadie les preguntó. "Podrían haberlo empleado en dos pasos sobre la vía del tren para unir Los Cortijillos con La Dehesa y la Vega del Golf, por ejemplo. Era cuestión de prioridades", sugiere Lagares.

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