Medio Ambiente

La lagarta peluda, otra amenaza para el maltrecho alcornocal

  • La plaga de este insecto impide el descorche de numerosas fincas al dejar los árboles desprovistos de hojas en plena campaña

  • La Junta fumiga 47.000 hectáreas con un bacilo para atajar la población 

Efectos de la 'Lymantria dispar' en el alcornocal.

Miden no más de siete centímetros pero su apetito por las hojas de los alcornoques y las encinas parece insaciable. La Lymantria dispar, un tipo de mariposa popularmente conocida como lagarta peluda, volvió a eclosionar con fuerza la pasada primavera dejando en las posteriores semanas, durante su fase de crecimiento como oruga, parajes del parque natural de Los Alcornocales completamente desfoliados. Como si un vendaval hubiera arrancado de golpe todas las hojas. 

El ciclo reproductivo de esta especie en forma de plaga, con sobrepoblación, solía producirse cada siete u ocho años. Pero desde hace varios ejercicios, cada primavera buena parte de los montes del Campo de Gibraltar quedan infestados por las molestas y voraces orugas. La primera y más evidente consecuencia: una importante masa boscosa de alcornoques se queda totalmente desprovista de hojas en una especie que desde hace medio siglo atraviesa una ya de por sí delicada situación. 

"A la vejez, el cambio climático, los hongos y la seca se suman de un tiempo a esta parte los cada vez más recurrentes focos de Lymantria dispar. El alcornocal se encuentra en un grave riesgo por el envejecimiento de la masa forestal, la existencia de muchos árboles recepados, el aumento de la temperatura en los últimos 50 años, la sequía y los hongos. Por lo que las orugas de lagarta peluda cada vez más frecuentes suponen un riesgo añadido para la supervivencia del bosque", enumera Francisco Blanco, presidente de la Asociación Forestal de Andalucía Amigos de los Alcornoques y delegado provincial de Medio Ambiente de 1983 a 1993. 

La desfoliación de los alcornoques impide realizar la extracción y aprovechamiento corchero. Al estar desprovistos de hojas justo en las semanas en las que debería producirse la saca, al ejemplar de alcornoque no se le puede retirar la corteza porque su supervivencia quedaría comprometida. 

Los daños de las larvas suelen ser visibles como agujeros en las hojas nuevas. Cuando la larva crece, también ataca al margen y en los últimos estadios de crecimiento consume toda la hoja. Si la brotación no se ha producido cuando nace la larva, se alimentará de las yemas sin destruirlas para permitir su brote y luego atacarlas. 

Si la plaga es muy intensa, como sucede en los últimos años, la oruga se acaba alimentando de las hojas viejas dejando toda la copa desfoliada y un aspecto como de árbol incendiado. Aunque no es frecuente que los árboles mueran por el ataque, si la acción de la lagarta peluda coincide con circunstancias adversas (seca, sequía, hongos) puede producirse la desaparición de numerosos ejemplares. De lo contrario, el rebrote de las hojas se suele desarrollar en un mes tras el decaimiento del ciclo vital de la lagarta peluda, avanzado el verano, aunque ya tarde para el descorche. 

Un paraje de Los Alcornocales desfoliado por la lagarta peluda. Un paraje de Los Alcornocales desfoliado por la lagarta peluda.

Un paraje de Los Alcornocales desfoliado por la lagarta peluda.

"Hay fincas que llevan tres campañas seguidas sin descorchar. En 2021, calculamos que unas 20.000 hectáreas sufrieron la plaga y este año han sido 30.000. Parajes como Valdeinfierno en Los Barrios, Valdespera, Ahojiz, Ojén o Los Garlitos se han visto seriamente afectados este año", destaca Blanco. La asociación sitúa el epicentro del foco en una zona entre los límites de Castellar, Los Barrios, Alcalá y Jimena. 

El perjuicio económico es evidente: jornales perdidos en el campo y explotaciones sin rendimiento. Las discontinuidades dejan al corcho como inadecuado para la producción de tapón natural. Y en el encinar, la presencia de la lagarta peluda puede provocar también la reducción del número de bellotas de los árboles, lo que condiciona la montanera.

Ejemplares de lagarta peluda en una fachada. Ejemplares de lagarta peluda en una fachada.

Ejemplares de lagarta peluda en una fachada. / Erasmo Fenoy

La lagarta peluda no solo afecta a los alcornoques y encinas. En zonas pobladas cercanas al bosque, como El Cuartón en Tarifa o Pelayo en Algeciras, las larvas toman literalmente patios, fachadas y cercados. Un molesto y desagradable invitado contra el que poco más que cabe resignarse. 

Un bacilo para combatir la plaga

"La situación de plaga de la lagarta peluda no es exclusiva de este año. Lleva varios ejercicios provocando un daño añadido al alcornoque, un estrés para el ejemplar, más una importante alarma social por la imagen de árboles sin hojas", reconoce Ana Villaescusa, presidenta de la Junta Rectora del Parque Natural de Los Alcornocales. 

La principal herramienta para controlar la sobrepoblación es el fitosanitario biológico basado en el Bacillus thuringensis. Es menos efectivo que los antiguos fitosanitarios químicos, prohibidos desde hace años por la Unión Europea por su afección al resto de la biodiversidad.

"Este año se ha contado con cuatro avionetas para fumigación entre los meses de mayo y junio, cuando la especie se encuentra en estado larvario. Son el doble de avionetas que en anteriores campañas. Además, se emplean inhibidores de quitina y trampas de feromonas para capturar a los ejemplares macho supervivientes", subraya Villaescusa. 

Una trampa de feromonas. Una trampa de feromonas.

Una trampa de feromonas. / Erasmo Fenoy

La presidenta de la Junta Rectora recuerda que no se puede fumigar en zonas pobladas (El Cuartón o Pelayo) mientras que el viento es un factor para la dispersión de la especie pero también condicionante para el éxito de los tratamientos. "El viento dispersa la plaga. Y las avionetas pueden fumigar en función de estos. Aquí tenemos dos vientos frecuentes", comenta Villaescusa.

La Lymantria dispar es un asunto recurrente en las reuniones de la Junta Rectora. "El cambio climático influye en todo. Y puede que por el aumento de las temperaturas la eclosión se haya producido antes. Además, hemos tenido un invierno seco", destaca Villaescusa. A finales de julio, un equipo técnico evaluará el resultado de la campaña de fumigación y tratamiento de la masa boscosa del parque para adoptar decisiones ante la campaña de 2023. 

"La lucha es más difícil que hace unos años. No hay tantas armas. Hay tratamientos químicos que ya no se pueden utilizar por su afección a las aguas, por lo que se intentan fórmulas alternativas", coincide Miguel Cueto, jefe de departamento en la delegación territorial de Medio Ambiente en Cádiz. El Bacillus thuringensis tiene una ventana de aplicación temporal más reducida que los químicos, pero a cambio es respetuoso con los requisitos de la agricultura ecológica y los aprovechamientos apícolas. 

Así, la Junta de Andalucía subraya haber destinado casi 1,3 millones de euros entre tratamientos aéreos y terrestres en la campaña de 2022 en el conjunto de la provincia de Cádiz. La superficie fumigada ha ascendido este año a 42.700 hectáreas en el Parque Natural Los Alcornocales y, en menor medida, en el del Estrecho, en los términos municipales de Alcalá de los Gazules, Los Barrios, Castellar, Jimena, Algeciras y Tarifa.

La Consejería lleva realizando desde hace años estas tareas en el marco del plan de lucha integrada, que contempla desde la instalación de trampas de feromonas para realizar un seguimiento y evolución, hasta la detección de caídas prematuras de hojas o de puestas de lagarta peluda, inspecciones y tratamientos aéreos en el caso de detectar daños excesivos.

El seguimiento del tratamiento se lleva a cabo mediante la aplicación informática 'Coplas', para hacer recuento de los tratamientos fitosanitarios aéreos a través de dispositivos ubicados en las aeronaves. Las 'cajas Coplas' registran el trayecto de los aviones y el caudal del producto que aplican durante la descarga.

Con el avance del verano, las orugas se transforman en mariposas de efímera vida para efectuar la puesta en las cortezas de los árboles. Del éxito de la campaña de fumigación dependerá, en gran medida, la población que eclosione la próxima primavera. 

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