5.500 kilómetros de esperanza: José Antonio Nieto camina por los niños con cáncer
Con 60 años, recorre España a pie para recaudar fondos para la asociación Por una Sonrisa, que desde el Campo de Gibraltar devuelve alegría a las familias con menores enfermos de cáncer
José Antonio Nieto ha cambiado las botas de montaña por alas invisibles. Con 60 años y una mochila de 12 kilos a la espalda, se ha propuesto caminar 5.500 kilómetros atravesando cada punto cardinal de España para cumplir una misión que va mucho más allá del deporte: ayudar a los niños y niñas que luchan contra el cáncer. Su reto, que comenzó el 29 de junio en Irún y terminará, si todo va bien, el 8 de noviembre en su tierra natal, Ubrique, es ya considerado uno de los desafíos deportivos solidarios más largos de la historia reciente de nuestro país.
“Mi objetivo es ir etapa a etapa. Mientras mis piernas me permitan andar, seguiré”, afirma José Antonio. No es la primera vez que une su pasión por el trail con la solidaridad, pero sí la más ambiciosa. Esta vez su motivación tiene nombre propio: Por una Sonrisa, una asociación del Campo de Gibraltar que ayuda a trasformar los diagnósticos más dolorosos en momentos de felicidad.
El origen de una sonrisa
Detrás de esta asociación hay una historia de amor y duelo que ha salvado a muchas otras familias. Eva Ledesma, fundadora de Por una Sonrisa, perdió a su hijo hace 15 años por un tumor. Tenía solo nueve años. “Su vida era el hospital. Él era feliz porque ese era su mundo”, recuerda Eva, emocionada. Tras su muerte, ella y su marido decidieron invertir el dinero recibido en algo más grande que ellos: ofrecer escapadas a niños en tratamiento oncológico para que pudieran vivir lo que su hijo tanto disfrutaba, aunque algunas miradas ajenas le hicieran sentir distinto.
Así nació la Semana Mágica, que cada junio reúne a decenas de familias en la playa de Palmones (Los Barrios) para regalarles tiempo, juego y vida fuera del hospital. Este año, 27 familias de toda España participaron en esta experiencia, una bocanada de aire en mitad del huracán. Además, la asociación acompaña desde el “minuto cero” a las familias que acaban de recibir el diagnóstico, ofrece apoyo psicológico y no se olvida de los hermanos, muchas veces silenciados y eclipsados por la enfermedad.
Pero la lucha, además de emocional, es administrativa. “No hemos avanzado nada en la burocracia. Es nuestra lucha diaria”, denuncia Eva. Aun así, la asociación sigue funcionando sin ayuda institucional, solo con donaciones, y este año espera comenzar una campaña de socios para poder mantener a su equipo profesional: psicólogas, trabajadoras sociales y profesores, entre otros.
Una mochila, una camiseta y 5.500 kilómetros
Fue precisamente en una Semana Mágica cuando José Antonio conoció de cerca la labor de la asociación. “Lo que hacen es muy muy importante. Consiguen hacer felices a niños con cáncer y sus familias”, cuenta. Desde entonces, tuvo claro que su próximo reto iría por y para ellos. Su ruta, que atraviesa toda la geografía española, está planificada en 133 jornadas: 131 maratones a pie, con solo dos días de descanso —en Palmones y Santiago— para ver a su familia.
Consciente de lo que supone, afronta cada etapa con respeto. “El inicio fue durísimo. Me dio un golpe de calor entre Irún y Vitoria. El pantalón parecía que lo había metido en agua. En mi vida me había pasado eso”. Pero nada frena a José Antonio. Ni las ampollas ni los casi 12 kilos en la mochila.
Detrás de él hay un equipo imprescindible. Su hija Alejandra coordina casi todo: redes sociales, contacto con ayuntamientos, correos, llamadas… “Yo solo ando”, dice él. También le apoyan Juan Carlos, Julio, Rosa y Manuel, encargados de logística, diseño y comunicación.
A lo largo del camino, se va encontrando con historias que lo llenan de energía. Como la de Magdalena, Pedro y su hija Ana, una familia de Badajoz que se emocionó con su causa porque también han vivido una situación complicada en su familia. “Ese cariño me da fuerza”, dice.
Un reto, una meta
José Antonio camina y visibiliza. Su camiseta y su mochila personalizada llaman la atención allá por donde pasa. Su meta económica ronda los 30.000 euros, el doble que en su último reto, donde recaudó 18.600 euros. “Sé que la gente es reacia a donar, pero todo lo que se consiga será para los niños. Esto puede tocarnos a cualquiera”.
La difusión, colaboración y donaciones son vitales. “Compartir es también ayudar”, insiste. Y José Antonio lo demuestra cada día, paso a paso, pueblo a pueblo, kilómetro a kilómetro. Sin más motor que el amor y sin más propósito que sembrar alegría donde más se necesita.
Porque hay gestos que curan más que un tratamiento. Y personas, como José Antonio, “hechas de algo especial”, como dice Eva. Personas que caminan por la sonrisa de un niño.
¿Cómo ayudar?
Puedes seguir el reto y hacer donaciones a través de las redes sociales de José Antonio Nieto. Cada paso cuenta. Cada euro, también.
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