Invasión del Ejército de Rusia

Los 51 niños 'algecireños' atrapados en la guerra de Ucrania: "Tienen miedo"

  • La ONG Niños de Ucrania, dirigida por Lola Pérez desde Algeciras, trabaja para evacuar a los pequeños que vienen de vacaciones y trasladarlos hasta España 

  • "Temo el presente, pero también la posguerra, los críos que se queden allí van a pasar hambre", afirma la presidenta  

Lola Pérez realiza gestiones para atender a los niños de la ONG que están en Ucrania.

Lola Pérez realiza gestiones para atender a los niños de la ONG que están en Ucrania. / Jorge del Águila

"Los niños tienen miedo. Uno le ha preguntado a su padre, ¿cómo voy a viajar a Algeciras si no hay puente para cruzar el río?". La que pone voz a este niño ucraniano, atrapado en la guerra emprendida por Rusia para invadir su país, es la algecireña Dolores Pérez Vázquez y su casa en la barriada algecireña de San García vive desde hace días un trasiego de colaboradores y familias de acogida de la asociación que preside desde 2003: Niños de Ucrania y Andalucía.

Lola pide permiso para comer un caramelo. Quiere paliar la ronquera que le amenaza después de horas y horas sin parar de hablar por teléfono. No ha perdido ni un minuto en buscar una salida desde Kiev a los 51 niños que pasan sus vacaciones de Navidad y verano en España -la mayoría de ellos en el Campo de Gibraltar- y a los que quiere alejar de la guerra.

Las gestiones no han dado todavía sus frutos. "Está la cosa muy mal. Es tremendo lo que se está viviendo allí porque están rodeados por los rusos. Nuestra representante en Kiev me ha dicho que oye las explosiones, que están atacando con drones incluso cerca del aeropuerto", explica Lola Pérez, que se confiesa "preocupada" por la mujer que le sirve de enlace en la capital ucrania. "Temo que le pase algo, por ella y porque es mis manos y mis ojos allí y si no puede ayudarnos no vamos a poder sacar a los niños", explica.

"Tenemos el plan de evacuación cerrado desde hace tiempo. Los niños tienen sus pasaportes biométricos pero el problema es ¿por dónde los sacamos? Los que están más cerca de Kiev estamos presionando para que lleguen, pero los que viven al norte no creo que podamos, allí está ya el ejército ruso", relata la presidenta de la ONG. 

"Tenemos un problema para llegar a la frontera con Polonia y después allí hay diez kilómetros de retenciones. Quieren venir incluso padres, madres y otros familiares pero ellos no pueden porque la mayoría no tienen pasaporte", lamenta. 

Lola Pérez tiene incluso un grupo de familias preparado para recoger a los niños en Madrid y ha recibido el ofrecimiento de decenas de ellas en el Campo de Gibraltar para acogerlos, pero "¿cómo llegamos hasta Polonia?", se pregunta. 

"Uno le ha preguntado a su padre: ¿cómo voy a viajar a Algeciras si no hay puente para cruzar el río?"

"Temo el presente, por la guerra, pero temo sobre todo el futuro, lo que venga después, porque un país que no tiene una buena economía va a quedar mucho peor. Los niños que se queden van a pasar hambre si no lo evitamos", declara.

La asociación algecireña pero con expansión nacional atiende a niños que están con sus familias (32) y a otros que viven en orfanatos (19). "Hay pequeños sin madre que a su padre ni lo ven y viven con una abuela o con el vecino y van a necesitar comida y ropa cuando termine esto", subraya. 

Lola Pérez pide ayuda a quién quiera poner su granito de arena. Lo más inmediato puede ser hacerse socio. "Aquí somos todos personas con la vida resuelta que hacemos esto de forma voluntaria. Yo soy funcionaria jubilada (profesora) y estamos todo el año llevando ayuda humanitaria allí. organizamos viajes con doscientos o trescientos kilos de ropa de abrigo, de alimentos imperecederos, que le hacen falta a los niños. No es lo mismo para nosotros tener 100 socios que si tuviéramos mil. Cualquier pequeña ayuda económica es muy, muy importante", manifiesta. 

Lola Pérez, tras una reunión con directivos, colaboradores y familias de acogida. Lola Pérez, tras una reunión con directivos, colaboradores y familias de acogida.

Lola Pérez, tras una reunión con directivos, colaboradores y familias de acogida. / Jorge del Águila

"En Ucrania", recuerda, "los supermercados están desabastecidos". "Mucha gente trabaja con un sueldo que son patatas, ni si quiera dinero. Un maestro cobra 180 euros al mes con precios europeos, los zapatos son muy caros, la fruta, impensable. Hay que comprar sacos de arroz, harina, azúcar y para eso necesitamos más socios", insiste. 

Todos los datos necesarios para ayudar a la ONG están en su web, muy actualizada. También se puede llamar a un fijo (956.573.318) y a un móvil (629.622.489) o escribir un email a ucraniayandalucia@hotmail.com.

"La mejor manera de ayudarnos es hacerse socio, hay que comprar comida y ropa de abrigo", afirma Lola Pérez

Lola Pérez ya vivió muy de cerca los efectos de la guerra de hace ocho años en Crimea, una península situada al sureste de Ucrania que supone las reservas de gas, la salida al mar y la frontera con Occidente. En marzo de 2014, la zona vivió un conflicto de alta tensión. Tras la caída en febrero del presidente ucraniano Víktor Fiódorovich Yanukóvich, Moscú envió miles de tropas alegando que se trataba de un convoy de ayuda humanitaria. 16.000 soldados llegaron a la zona, ante el recelo local, con un despliegue desconocido. Grupos prorrusos se manifestaron en contra del nuevo gobierno en Kiev, pidiendo reintegrarse con la Federación de Rusia. Varios gobiernos regionales, propusieron referendos separatistas y se produjeron una serie de revueltas militares entre locales y rusos. El 11 de marzo Crimea y Sebastopol declararon su independencia de Ucrania. Hubo miles de muertos, desde la revuelta que comenzó en la plaza de Kiev a finales de 2013, hasta la muerte de los pasajeros, ajenos por completo, que iban en el vuelo MH17 de Malaysian Airlines y que fue derribado el 17 de julio en circunstancias no aclaradas. Más de 13.000 personas habrían muerto desde abril de 2014 en Ucrania, según las estimaciones de la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Entonces, Lola Pérez ya vivió una odisea para ayudar a los niños. Hoy sigue en las mismas, desde su casa en Algeciras, frente a una bandera de Ucrania y siempre con el teléfono en la mano. 

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