Crisis del coronavirus

Los hoteles del Campo de Gibraltar se despiden de sus últimos clientes

La verja cerrada del hotel Reina Cristina de Algeciras.

La verja cerrada del hotel Reina Cristina de Algeciras. / Jorge del Águila

Una enorme verja cerrada recibe al visitante que se acerca al hotel Reina Cristina de Algeciras. Sobre las barras de hierro, dos carteles instan a llamar a un número de teléfono para "más información". No hace falta dar más explicaciones. Se sabe lo que ha obligado al decano de los hoteles del Campo de Gibraltar, como a todos, a despedirse de sus últimos clientes. Lo que no consiguieron tres guerras sí lo logró un incendio allá por 1928 y ahora, el coronavirus. 

En el Reina Cristina hay un silencio sepulcral que surge de los pasillos y llega hasta los  jardines, que contrasta con el habitual bullicio que acompaña a este edificio histórico. Y más, recién llegada la primavera. El pasado domingo 15, Gilberto Toro, el director, despidió a los últimos clientes y dio orden de dejar de aceptar entradas. Ahora quedan dos personas de mantenimiento, un vigilante jurado y él. "Tuvimos muchas cancelaciones y como todos los clientes que quedaban salían el mismo día decidimos parar", explica el responsable del Reina Cristina, cuya empresa va a presentar un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) para capear el temporal hasta que pueda volver a abrir sus puertas. "Hay que ser optimista y pensar que pronto vamos a ver el final de la curva", afirma Toro. 

Este jueves, como esperaba el sector desde hace días, se publicó en el Boletín Oficial del Estado (BOE) la orden del Gobierno por la que se le dan siete días a todo tipo de alojamientos hoteleros para echar el cierre lo que dure el confinamiento. En el decreto sobre el estado de alarma no quedaba clara la situación de los hoteles. Solo se decía que no se podía servir comidas a las personas que no estuvieran alojadas. La Junta sí recomendó que desde el día 15 no admitieran nuevas entradas. 

El hotel Alborán despidió a su último alojado a medio día de este viernes. Es un capitán de barco que estaba a la espera de retomar su trabajo. Después de él, el establecimiento echará el cierre, aunque ya tenía desde hace una semana "muy poquitos clientes" y no aceptaba nuevos desde el viernes, explica su directora, Susana Ruiz, que ya había establecido unos servicios mínimos mientras echa cuentas, como el resto, de la gran cantidad de eventos y grupos que se han perdido por el camino.

De momento el Alborán no va a hacer un ERTE. Está devolviendo o adelantando a los trabajadores vacaciones y días libres para que sigan cotizando. Eso sí, si como parece las restricciones se prolongan más allá del día 30, se sentará a negociar el expediente. "Estamos en una situación extraña y estamos adaptándonos. Siempre pensando en que haya alguien pendiente del mantenimiento de hotel, por si sucede algo durante estos días, y para que esté en condiciones cuando volvamos a abrir", manifiesta la directora. 

El Alborán ha hablado ya con las familias que tenían previsto celebrar allí las comuniones para decirles que, si pueden llevarse a cabo, el hotel estará preparado para acogerlas. "Estaremos operativos en cuanto se pueda abrir", insiste Susana Ruiz. 

En estos días se producen emergencias como las de una familia americana con tres hijos, el padre militar destinado en Marruecos, que necesitaba alojarse durante unos días en la comarca. Los propios hoteles hablaron entre ellos y se les dio habitaciones en La Montera, en Los Barrios, donde hay clientes de temporada, hasta que encontraron un apartamento de alquiler. 

En el hotel AC de Algeciras, el último cliente salió en la mañana de este viernes. El director, Guillermo Tell, se puso a gestionar una empresa de seguridad que se ocupe de vigilar el edificio el tiempo que está cerrado. A la vez calibra cuántas personas seguirán trabajando los días que dure el confinamiento para que el hotel esté dispuesto a abrir sus puertas en el momento en el que el Gobierno lo permita o lo necesite. Entre tanto, también prepara un ERTE. Es la tónica general en un sector que todavía no ha calculado cuánto le costará el embate del coronavirus. Ahora se centra en aguantar el temporal. Y en prepararse para cuando vuelva la normalidad. 

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