Desde hacía años los británicos controlaban su imperio a través de su temida armada, la Royal Navy, como la popular canción recoge: Rule, Britannia! Britannia, rule the waves (¡Gobierna, Britania! Britania gobierna las olas). Durante la II Guerra Mundial, la presencia británica en el mar Mediterráneo mediante sus enclaves estratégicos (Malta, Alejandría y Gibraltar) obstaculizaba a las fuerzas del Eje: la Alemania nazi y la Italia fascista. Su superioridad era tal que, a menos que estuviera a punto de derrumbarse, la única manera de infligirle daño era “golpearla en la periferia”, según cuenta Alfonso Escuadra Sánchez.

Es así como el Estrecho se convirtió en un espacio de disputa importantísimo, llegando a ser durante mucho tiempo el principal teatro de operaciones de las potencias beligerantes. La Regia Marina italiana, que veía el Mare Nostrum como un espacio natural de desarrollo operativo, se propuso disputar la hegemonía británica atacando sus convoyes militares y territorios coloniales. En este ambiente de la contienda es cuando llegan al Campo de Gibraltar Los italianos de la Décima.

Alfonso Escuadra Sánchez (La Línea de la Concepción, 5 de octubre de 1961) es un historiador diplomado en Ciencias Humanas que desde 1989 viene desarrollando su actividad laboral en diversos centros dentro del ámbito de la Junta de Andalucía, pero si por algo es conocido es por su faceta investigadora sobre temas relacionados con la II Guerra Mundial, una materia con la que el autor se desvive: “Son veinticuatro horas al día, siete días a la semana y 365 días al año”, recalca.

Su obra más reciente es Objetivo Gibraltar. Entre el plan G y la operación Félix (2021), editada por la Fundación Don Rodrigo, en la que el autor evidencia el papel de la España franquista durante la contienda mundial y se pregunta el grado de importancia estratégica que cabría otorgar a la operación de Gibraltar.

En esta ocasión el investigador trae una nueva obra, a Europa Sur, que tendrá una edición en forma de entregas semanales, cada miércoles. A Escuadra le parece "muy bonito y evocador" poder retomar la colaboración con este diario, del que destaca su compromiso con la historia de la comarca, para poner así “ese fruto a disposición de los campogibraltareños”, como ya hizo previamente con su libro A la sombra de la Roca. La II Guerra Mundial desde el Campo de Gibraltar (1997).

La reciente novela de Arturo Pérez Reverte El italiano (2021) ha popularizado la historia de estos soldados-espías de la Décima Compañía en la bahía de Algeciras. La literatura, como siempre, se inspira en la realidad y para hacerla más atractiva se toman las licencias que estiman oportunas los autores. No obstante, el historiador linense cuenta con emoción que, aunque "sorprendente, la realidad supera completamente a la ficción: todo lo que puedas imaginar está superado". Para Alfonso Escuadra, que trata de mantenerse ajeno a las novelas y series para no verse influenciado, lo verdaderamente importante es "recuperar la historia real de cada uno de los personajes que la protagonizaron".

En un primer momento el autor linense se sintió atraído por los medios técnicos -casi experimentales- con los que estos italianos se jugaban el tipo en sus operaciones. Cuando vio que la trama tenía parte de su desarrollo en España se preguntó: “¿Qué ocurría? ¿Cuál era el marco? ¿Dónde estaban las autoridades españolas? ¿Qué pasaba con la vigilancia de costas?”. Estas preguntas le llevaron a iniciar una profunda búsqueda de fuentes.

"¿Cómo te sientas delante de uno de los buceadores de combate que atacaron Gibraltar en un par de ocasiones?"

“¿Cómo te sientas delante de uno de los buceadores de combate que atacaron Gibraltar en un par de ocasiones?”, se pregunta Alfonso Escuadra mientras sonríe recordando esos momentos y añade: “Ponerte delante de él y romper esa barrera, romper el hielo, eso, ese es el reto”. Los testimonios orales de los protagonistas son una de las aportaciones más reveladoras y novedosas de la obra, pero el linense fue mucho más allá. Las fuentes utilizadas para la realización de la investigación son copiosas: documentación del Ufficio Storico della Marina Militare en Roma, el Museo Naval de la Spezia, las colecciones privadas de algunos protagonistas (Notari, Ramognino, Giari, Birindelli...), las memorias inéditas de los protagonistas, relaciones de altos condecorados por sus acciones contra Gibraltar, la hemeroteca de la época, fotografías y mapas cartográficos.

"Hemos vivido demasiado de la historiografía británica y norteamericana de la II Guerra Mundial"

El trabajo de Escuadra viene a dar una nueva y rica perspectiva de unos hechos que quizás han pasado demasiado desapercibidos, incluso en el ámbito internacional. “Hemos vivido demasiado de la historiografía británica y norteamericana de la II Guerra Mundial”, afirma, al tiempo que hace hincapié en la necesidad de la crítica historiográfica. De esta situación eran conscientes los mismos italianos, que recordaban sus acciones sobre todo con mucho orgullo y con un cierto afán de reivindicación por la falsa fama de malos guerreros. Para Escuadra, fruto de la propaganda de guerra, estos soldados no han merecido el reconocimiento o renombre que sus propios enemigos llegaron a reconocerles.

Este grupo de intrépidos italianos pasó tres años, de 1940 a 1943, en los alrededores del Peñón. Su capitán fue Julio Valerio Borghesse, "un condottieri en el sentido histórico y poético”, según Escuadra. La compañía X Flottiglia M.A.S. (Mezzi Assalto Sottomarini), conocida como La Décima, estaba compuesta por Visintini, Borghesse, Ramognino, Notari, Tessei, Giari, Birindelli y otros tantos, que se enfrentarían al reto de destruir a la Fuerza H de la Royal Navy, que se encontraba en Gibraltar.

Los torpedos humanos

La Fuerza H estaba compuesta por el acorazado Malaya, el crucero de batalla Renown, el crucero ligero Sheffield, el portaviones Ark Royal y diez destructores. Para enfrentarse a ellos, los italianos utilizaban los Maiali (torpedos humanos). Los buceadores que iban a lomos de estos ingenios submarinos, atacando por sorpresa a las embarcaciones, afrontaban una tarea que aparentaba sencillez, aunque Escuadra niega la mayor: "Cuando se llevaba a la práctica, tenían un sinfín de complicaciones. Un error podría suponer la muerte".

“Las operaciones de los mezzi d'assalto contra la base de Gibraltar se sucedieron en varias etapas”, apunta el historiador. Al principio, los italianos realizaban sus operaciones y volvían a Italia con la ayuda de agentes de la Inteligencia Naval, que les facilitaban su regreso desde las costas españolas. En 1942 se incorporó a la operación el navío mercante Olterra, que estaba refugiado en el Puerto de Algeciras desde el comienzo de la guerra. El Olterra sería la base secreta permanente para los tripulantes de los torpedos tripulados. Finalmente, los italianos de la Décima se instalaron en Villa Carmela, un chalet de Puente Mayorga, que fue utilizado no solo como puesto de observación, sino como punto de apoyo para los buceadores.

"Utilizaban fundamentalmente personas adscritas a la colonia italiana y que estaban de una manera u otra vinculadas a través del Viceconsulado italiano de Algeciras"

¿Contarían con colaboradores estos marinos italianos? Escuadra Sánchez aclara que “utilizaban fundamentalmente personas adscritas a la colonia italiana y que estaban de una manera u otra vinculadas a través del Viceconsulado italiano de Algeciras. Eso no quiere decir que algunas de las figuras clave de esta red italiana no tuviesen contacto con responsables de los servicios de inteligencia españoles, que, a su vez, tenían una red importante de colaboradores. Entre ellos había obreros españoles que trabajaban en Gibraltar con acceso a la base militar, incluido el arsenal y las instalaciones”.

Durante tres años se sucedió una lucha a la vez heroica y silenciosa, mortífera y llena de respeto hacia el enemigo. Al principio, los británicos no eran conscientes de la existencia de los Maiali, pero tras el ataque y hundimiento de los acorazados HMS Vaiant y HMS Queen Elizabeth en 1941, “fueron tomando conciencia de la amenaza en Gibraltar, en concreto, y en otros puertos del Mediterráneo, Alejandría o Malta, y empezaron a combatir la amenaza; adoptaron medidas de seguridad que van complicando los operativos”, apunta Escuadra.

Hasta 1943, cuando Italia abandona el conflicto, una especie de carrera técnica-armamentística y de espionaje se desarrolla entre los Maiali de la X M.A.S. y el Grupo de Defensa Antisubmarina británico. El autor, aunque conocedor de todos los pormenores militares de la contienda mundial, subraya que con esta serie pretende que se vea el rostro humano y no quede todo en cuestiones tácticas.

Escuadra menciona las cartas que enviaron a sus familiares antes de morir, cómo se relacionaban entre ellos y con sus enemigos, con los que guardaban muchísimo respeto. Era y es fácil sentirse cercanos a ellos "desde un punto de vista cultural y por su actitud ante la vida”. Sin embargo, prefiere dejar a los lectores que lleguen hasta el final de la serie para que saquen sus propias conclusiones.

"Algunos se sorprenderán de los edificios que saldrán en la serie, edificios por los que pasan habitualmente sin que les llamen la atención"

El escritor repudia “la idea maldita” que defiende que el Campo de Gibraltar no tiene historia: “Algunos se sorprenderán de los edificios que saldrán en la serie de artículos, edificios por los que pasan habitualmente sin que les llamen la atención”. A través del material que Escuadra ha reunido espera poder desarrollar una ruta de los Maiali, haciendo visitable muchos puntos de la historia, como ya ha hecho con la guía patrimonial Las obras y los búnkeres de la Operación Félix (2022), editada por la Mancomunidad del Campo de Gibraltar. Escuadra Sánchez deja abierta la posibilidad de contar con un apéndice al final de su libro, que consistiría en una ruta para conocer la comarca a través de la historia de los italianos de la Décima