Efecto mariposa: una caída mundial de Amazon deja a miles de personas sin poder pagar en el Campo de Gibraltar

El fallo de los servidores de Amazon Web Services provoca el caos en los datáfonos, Bizum y cajeros. En un supermercado de Algeciras, los carritos quedaron abandonados como si hubiera pasado un huracán silencioso

Un datáfono espera respuesta en una peluquería de Algeciras.
Un datáfono espera respuesta en una peluquería de Algeciras. / E. S.
G.S.G.

Algeciras, 20 de octubre 2025 - 13:49

Escribía en una ocasión Juan José Millás que hay personas que salen a la calle sin el carné convencidas de que la identidad se lleva en la cara. Tampoco llevan efectivo. ¿Para qué, si basta con una tarjeta o un teléfono para comprar el mundo? Pero este lunes 20 de octubre, en un supermercado muy concurrido del centro de Algeciras —un ejemplo cualquiera—, la realidad se vino abajo con un aviso por megafonía: “Los datáfonos no funcionan. Solo se puede pagar en efectivo”.

El silencio fue inmediato. Un silencio digital, de esos que solo dejan oír el zumbido de los fluorescentes. Luego vinieron las caras de estupor y, finalmente, la retirada: carritos llenos de productos abandonados en las esquinas, como si acabara de pasar un apocalipsis sin fuego ni humo.

La causa no estaba en la caja registradora ni en el supermercado. La culpa, según se supo después, estaba en Virginia del Norte, Estados Unidos. Allí, un fallo en los servidores de Amazon Web Services (AWS) —la famosa “nube”— había colapsado buena parte del planeta digital. Esa nube que guarda nuestros datos, nuestras fotos, nuestras compras, nuestras vidas. Esa nube que, si se rompe, llueve desconcierto en medio mundo.

Los efectos se sintieron desde las nueve de la mañana. Cayeron webs, plataformas, tiendas online. Canva, Roblox, Fortnite, Alexa, Bizum, Ticketmaster, Redsys... como si el universo tecnológico se hubiera desconectado de golpe. En España, miles de comercios descubrieron que sus datáfonos eran poco más que pisapapeles con luz. No se podía pagar ni con tarjeta ni con Bizum. Y cuando los más previsores corrieron al cajero, descubrieron que tampoco salía dinero. Una ironía cruel: la nube caída impedía incluso conseguir efectivo.

—No puedo pagar —decía una señora en la cola, mirando la pantalla del datáfono como quien mira una ruina arqueológica.

—Yo tampoco —contestaba un joven, con el móvil en la mano, incapaz de hacer un Bizum.

Y así, el supermercado se convirtió en una especie de museo del siglo XXI, donde lo único que funcionaba era el dinero en metálico, esa reliquia que muchos ya daban por extinguida.

Amazon reconoció el fallo en su página de estado del servicio y aseguró estar trabajando “para restaurar la normalidad lo antes posible”. Lo cierto es que el efecto mariposa había sido monumental: un error en un centro de datos de Virginia colapsó la mitad del planeta, y también el Campo de Gibraltar. Una demostración práctica de nuestra dependencia total de la nube y de las pocas nubes que quedan en el cielo real.

Decía un filósofo que lo que da valor a una cosa es la fe que se deposita en ella. Lo mismo ocurre con el dinero. No hay nada más falso que un billete de cincuenta euros, pero si crees en él, paga. El problema de hoy es que, sin la nube, ni siquiera los falsos billetes servían para creer.

Y en ese supermercado de Algeciras, entre carritos huérfanos y compradores desorientados, se escuchó por fin una frase de una dependienta a otra que sonaba a historia antigua:

—Lola, ¿tienes cambio?

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