La gallina feliz
Cuentos de estío: Los animales felices

La hierba verde y plena de sabor en su torno, la frialdad de la tarde de primavera extendiéndose sobre el prado feliz en el que había disfrutado de libertad picando allá y aquí, mordisqueando las plantas llenas de las aguas acumuladas del invierno huyente, rompiendo carcasas de insectos pequeños, minúsculos caracolillos sabrosos, ricos como la expresión de la paz del campo y la luz amarilla de un sol que caía con la paz de esa tarde, y la brisa, y la humedad del arroyo empobrecido, y este primer lucero extemporáneo y la luna menguante casi desaparecida... en el horizonte, ése que se le ofrecía, tumbada, como último telón de lo que había sido su vida. Echada sobre la verdura, la gallina cerró los ojos y se dejó hacer por la meloncilla, feliz.
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