Crisis migratoria en Ceuta

"Marruecos ha abierto la válvula para liberar presión del país mediante la salida de sus jóvenes"

  • El investigador de la Universidad de Granada y consultor José Carlos Cabrera advierte de que "podemos estar ante un nuevo cambio de tendencia en los flujos migratorios"

Migrantes rescatados en aguas del Estrecho el pasado lunes

Migrantes rescatados en aguas del Estrecho el pasado lunes / M.C.I.C (Algeciras)

El pasado mes de abril, el jefe del Frente Polisario Saharaui, Brahim Ghali, ingresó en un hospital de Logroño bajo una identidad falsa por problemas respiratorios tras contraer la Covid. Se le admitió "por razones estrictamente humanitarias", afirmó la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, al conocerse su presencia en España. Marruecos ya advirtió entonces de las "consecuencias" que podía tener este hecho y esta semana abría el paso a Ceuta generando una crisis migratoria sin precedentes en la ciudad autónoma.

El Gobierno español ha insistido una y otra vez en no ligar ambos hechos, pero las palabras de la embajadora en España, Karima Benyaich, primero y del ministro de Derechos Humanos después no dejan lugar a muchas dudas: "La recepción por parte de España del líder de las milicias separatistas del Polisario, bajo una identidad falsa, sin tener en cuenta las relaciones de buena vecindad que requieren coordinación y consulta, o al menos cuidando de informar a Marruecos, es un acto irresponsable y totalmente inaceptable", afirmaba Mustafá Ramid. España "sabía que el precio por subestimar a Marruecos era muy alto". El asunto del líder del Polisario era el último de una larga lista de desencuentros y desaires al Gobierno español.

Sin embargo, advierte el investigador de la Universidad de Granada José Carlos Cabrera, la actuación del Gobierno marroquí no puede interpretarse solo en clave Ghali. "A Marruecos esto le sirve para abrir la válvula y liberar presión del país mediante la salida de los más jóvenes", un colectivo de población que presenta unas elevadas tasa de desempleo y de desencanto, "algo que puede llevar a tensiones sociales que Marruecos quiere evitar". 

Cabrera remarca que "esto ha sido una decisión política como lo fue la apertura de la ruta Atlántica", que provocó meses de rescates multitudinarios en las Islas Canarias (llegaron hasta ellas 23.000 personas el pasado año). El investigador considera que se puede estar dando "un cambio de tendencia dentro del flujo de migración", como mostraría el incremento en la presencia de personas de menores de origen subsahariano en los grupos que intentan llegar a Europa. "Los perfiles de las personas que están llegando al Campo de Gibraltar son los mismos que los que estaban llegando antes hasta Canarias, de poblaciones del Sur", remarca. Supondría un nuevo cambio en el flujo migratorio: si en 2020 los grupos de migrantes se derivaron a las Canarias ante las dificultades para salir por el norte de África, esta actuación de Marruecos supondría impulsar de nuevo la ruta del Mediterráneo Occidental. De hecho, entre la población corre el rumor de que la Marina Real marroquí no está patrullando las costas.

Por otra parte, destaca, "el marco exterior y de intereses ha cambiado mucho en el Estrecho" tras la salida de Reino Unido de la Unión Europea y el respaldo de Estados Unidos a Marruecos que ha supuesto el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Israel. El tablero geopolítico ha cambiado y "al final, la población más vulnerable es una ficha en el tablero".

En esa población con más debilidades destacan los menores de edad. Hasta 1.500 habría entrado en Ceuta, según las estimaciones hechas este martes, aunque muchos de ellos estaban volviendo a sus casas en la jornada de hoy ante la constatación de que no había nada para ellos en la ciudad autónoma. Son una parte de los muchos menores que han migrado hasta España en busca de una vida mejor en los últimos años, movidos por unas mafias "que se aprovechan de la debilidad del sistema de protección de España". Cabrera, consultor en políticas de migración e infancia tras muchos años trabajando en el sector, destaca que la situación actual, en la que se aplica la misma solución de acogida a todos los menores, "es una perversión de los propios valores de protección a la infancia, que se basan en buscar una solución individual a cada caso de menor atendido. Me cuesta mucho creer que haya 1.500 menores que tengan una misma situación por la que deban de ser acogidos". También apunta a la debilidad del sistema autonómico, en el que los sucesivos intentos de repartir a los menores entre todas las comunidades han fallado: "El actual estado de las autonomías no sirve para coordinar las políticas migratorias y de eso se aprovechan Marruecos y las mafias, que cada vez traen a más".

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