Cinco años en balde y una solución para La Línea
Al sur del Sur
El Gibrexit puso fin a un modelo imperfecto y asimétrico de convivencia entre dos pueblos y el punto de arranque de unas negociaciones, de igual a igual, para establecer nuevas normas en las relaciones bilaterales
El Brexit sigue atascado en Gibraltar cinco años después

Cinco años han pasado desde que, en la medianoche del 31 de enero al 1 de febrero de 2020, se arriase la entonces bandera azul con las 28 estrellas doradas al otro lado de la Verja. Al compás de la Oda a la alegría de Beethoven y del God Save the Queen, ese instante fue mucho más que el símbolo de la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE). El Gibrexit supuso el fin de un modelo imperfecto y asimétrico de convivencia entre dos pueblos, fruto de los acuerdos por los que España entró a formar parte de la CEE en 1986, y el punto de arranque de unas negociaciones, ahora de igual a igual, para establecer nuevas normas en las relaciones bilaterales.
Hasta el momento, el resultado de ese largo de proceso de diálogo ha sido frustrante ya que casi desde su comienzo viene tropezando en las mismas piedras. Puede que el error de partida sea la divergencia de planteamientos de cada parte: mientras Gibraltar se pone como objetivo primordial la desaparición de la Verja que nos separa sin apenas ofrecer nada a cambio -lo que significaría de facto su integración en la UE de una forma mucho más intensa, incluso, que antes del Gibrexit- los 27 secentran más en el crecimiento armonioso de los dos pueblos -la famosa “zona de prosperidad compartida”- mediante la activación de un marco legislativo homogéneo o, cuando menos, equilibrado y justo para ambos. Eso incluye, entre otros muchos, asuntos como la nivelación de impuestos, la transposición de la normativa medioambiental o la igualación de las pensiones, sin olvidar, por supuesto, el control en comandita del aeropuerto y puerto llanitos. La meta, sea como fuere, es tan alta que los negociadores se han visto superados por ella una y otra vez.
La fecha límite que se vislumbra para ese proceso de diálogo coincidirá con la activación a lo largo de 2025 del Sistema de Entradas y Salidas (SES) en las fronteras exteriores de la UE, lo que conllevará que en la Verja se activen los controles de pasaportes exhaustivos y se formen previsiblemente largas colas a uno y otro lado. El retraso de varios meses en la activación del SES ha concedido a las partes una bola extra para prolongar los contactos, pero hay que estar preparados para cualquier escenario.
Consecuencias y soluciones
En el caso de un no deal, habrá que pensar en cómo evitar esas colas de trabajadores o en cómo hacer frente a la previsible caída de ventas de los comercios, bares y restaurantes de La Línea; si pasa lo contrario, si hay un buen acuerdo y como ha advertido Juan Franco, el alcalde linense, habrá que estar listos para afrontar la demanda de viviendas en el municipio por parte de los llanitos y una previsible subida generalizada de los precios.
Ni el Gobierno de España ni el de Andalucía, más allá de algunas inversiones finalistas, tienen una estrategia definida para el Campo de Gibraltar. Franco es el único que parece pensar más allá del corto plazo y por esa razón pone precio a sus apoyos en la Mancomunidad y la Diputación de Cádiz. Sobre la mesa del PSOE (o del Gobierno de España, que para el caso es lo mismo) ha puesto dos reivindicaciones: la condonación de la deuda municipal, evaluada en 120 millones -bajo el argumento de la “singularidad” linense y de la misma forma que se ha hecho con Cataluña- y la aprobación de un estatuto fiscal que permita establecer en el entorno de la Verja condiciones impositivas ventajosas que atraigan a empresas de base puramente tecnológica. Atentos a los movimientos de los socialistas una vez celebren en el primer semestre del año sus procesos congresuales.
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