De cierres
Diafragma 2.8
Los políticos deberían pensar en esos establecimientos que llenaban nuestras calles y que no cerraron sus propietarios. Más bien fueron ellos, con su burocracia e impuestos los que los fueron dejando morir. Tras las persianas bajadas se ocultan otra tienda de ultramarinos, bares, mercerías o ferreterías. Muertes anunciadas en beneficio de las grandes superficies y un abandono generalizado. Cuando uno de estos locales cierra, detrás se va una historia y una sabiduría que no encontraremos en las redes sociales. No se trataba solo de vender; era mucho más: un trato al cliente cercano y valioso que poco a poco va desapareciendo. Yo, como tantos de ustedes, crecí entre tiendas y bares de barrio. Y me duele profundamente ver que lo construido con ilusión y esfuerzo desaparece. Lo local no interesa y el artesano se esfuma. ¿Qué nos queda entonces? Creo que debemos contarlo para que no se olvide. Es hora de volver la cara y de agradecer todo lo que nos dieron.
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