Calma tensa en la frontera de Ceuta: Marruecos refuerza el control tras los llamamientos en redes a cruzar en masa el Tarajal
El dispositivo marroquí aumenta la presencia policial y los controles por carretera para evitar nuevos intentos de entrada, aunque varios migrantes vuelven a lanzarse al mar en las últimas horas
Marruecos: ¿Qué sucede a 15,2 kilómetros de Algeciras?
La jornada en la frontera del Tarajal y en todo el perímetro que separa Ceuta de Marruecos ha transcurrido con un inusual sello de normalidad, pese al temor a que se repitiera el caos vivido en septiembre de 2024. En los últimos días, distintas publicaciones en redes sociales habían convocado un cruce masivo hacia la ciudad autónoma, un llamamiento que encendió todas las alertas a uno y otro lado de la valla.
El Gobierno marroquí, que en el último fin de semana permitió una presión sin precedentes sobre Ceuta, ha querido escenificar este miércoles, 15 de octubre, una imagen de control. En el lado marroquí del Tarajal se ha notado una mayor presencia de agentes, con controles reforzados tanto en el entorno del paso fronterizo como en las carreteras de acceso. En Beliones, los accesos que conducen a Benzú también permanecieron vigilados durante toda la madrugada, con el despliegue de efectivos que trataban de impedir las entradas por tierra.
Pese a este refuerzo, varios nadadores se lanzaron de nuevo al mar tratando de alcanzar el litoral ceutí. Esta vez, la Marina Real marroquí sí actuó para recogerlos antes de que alcanzaran aguas españolas, algo que no ocurrió durante el intenso fin de semana previo, cuando decenas de personas lograron entrar a nado sin que hubiera apenas intervención al otro lado de la frontera.
Entre los migrantes que intentan la travesía se repiten escenas que ya son habituales: mujeres exhaustas, jóvenes desorientados, cuerpos que el mar devuelve sin nombre. Los pocos rescatados por Marruecos fueron trasladados a sus propios arenales, donde fueron cacheados y fotografiados antes de ser devueltos tierra adentro.
En el mar, la vigilancia era constante: dos patrulleras y varias neumáticas de la Marina marroquí permanecían apostadas frente al Tarajal, sin grandes movimientos pero dejando clara su presencia. En el lado español, la Guardia Civil mantenía activa la observación aérea, con batidas de helicóptero diarias destinadas a cuantificar la presión migratoria real. Los últimos cálculos de la Benemérita apuntan a la existencia de entre 800 y 900 subsaharianos concentrados en los bosques cercanos, formando campamentos con la esperanza de poder cruzar en cualquier momento.
Aunque la mayoría son subsaharianos, también se han detectado menores marroquíes que se ocultan entre los matorrales a la espera de una oportunidad para alcanzar Ceuta.
La llamada al cruce masivo —convocada en redes sociales con un formato casi idéntico al del 15 de septiembre de 2024— ha provocado un movimiento inmediato de fuerzas de seguridad tanto en Marruecos como en España. Entonces, cientos de personas intentaron saltar o nadar hasta Ceuta en un episodio que aún pesa en la memoria de la ciudad. La posibilidad de que se repitiera este 15 de octubre llevó a reforzar la vigilancia preventiva en todo el perímetro fronterizo.
En Marruecos, las prefecturas de Policía de Tánger y Tetuán han iniciado investigaciones para identificar a los instigadores de estos llamamientos digitales, que suelen viralizarse entre jóvenes de la llamada “Generación Z”. Su capacidad para organizarse con rapidez y movilizar a grupos enteros ha obligado a desplegar fuerzas en distintos puntos del norte del país.
Sin embargo, más allá de las escenificaciones de control, las cifras revelan una presión continua. En Ceuta se contabilizan 38 muertes confirmadas relacionadas con intentos de entrada por mar. En Marruecos, las víctimas apenas se registran: los cuerpos aparecen y se entierran sin que trascienda el volumen real de fallecidos en esta ruta, considerada una de las más peligrosas hacia Europa.
El contraste entre la calma aparente de este miércoles y la tensión de los días previos deja en evidencia la naturaleza oscilante de la frontera: una línea que separa dos mundos, donde la tranquilidad puede romperse en cuestión de horas. Marruecos ha querido hoy vender imagen de control, pero el goteo de nadadores, el silencio de los bosques y el miedo a que el próximo aviso en redes vuelva a desbordarlo todo siguen recordando que la frontera del Tarajal nunca duerme del todo.
También te puede interesar