Una aproximación al panorama artístico sanroqueño en los años 50 del siglo XX (y II)

Instituto de Estudios Campogibraltareños

Aunque en los primeros años de los 50 Ortega Bru vivía en Sevilla, seguía en contacto con San Roque para realizar algunos encargos de obras religiosas

El origen del monumento a Gibraltar procedía de José Fernández Martínez, mecenas de la escultura

Una aproximación al panorama artístico sanroqueño en los años 50 del siglo XX (I)

José Domingo de Mena, cronista de San Roque.
José Domingo de Mena, cronista de San Roque.
José Antonio Pleguezuelos Sánchez

04 de septiembre 2023 - 03:00

Con el dinero ganado en varias exposiciones, Julio Serrano animó a sus compañeros de tertulia a emprender un viaje a París, en junio de 1957. A los pocos días se volvieron a San Roque Daniel Castilla y José Arévalo. Julio Serrano se instaló en París, y allí falleció a temprana edad; pero su tierra natal no lo olvidaría, puesto que en las fiestas de la Velada de 1971 se le organizó un merecido homenaje:

“Viernes, día 16 de Julio (Festividad de la Virgen del Carmen). […] A las 20 horas, inauguración de la Exposición de pinturas, homenaje al pintor linense Julio Serrano Gómez, en el Salón Cultural de la Caja de Ahorros de Jerez, sita en la calle José Antonio”.

Cabe añadir que animados por tal excepcional ambiente afloraron otros destacados nombres de la pintura campogibraltareña, como el acuarelista José Barroso Gil o Antonio López Canales. José Barroso trabajaba en telégrafos y tenía la casa en el mismo local del trabajo en la calle San Felipe núm. 4. Nacido en Los Barrios el 2 de agosto de 1918, se instaló en San Roque a los cuatro años. Amigo de Cruz Herrera, de Eduardo Bermejo, Castilla Zurita o Castilla del Pino, recibió unas clases en Sevilla de Francisco Maireles en la Escuela de Artes y Oficios. También en San Roque conoció a un acuarelista llamado Llopart, que ejecutaba una acuarela muy suelta con toques más densos a la tinta china. Con él pintaba del natural.

'El cortijo', de Daniel Castilla Zurita.
'El cortijo', de Daniel Castilla Zurita.

Ya en el año 59 se trasladó a Algeciras. En San Roque nació su hijo José Barroso Muñoz (1955), quien sería con los años uno de los artistas más consagrados de la comarca. Por su parte, Antonio López Canales (Algeciras, 1938), influenciado en un principio por Julio Serrano, empezó a destacar en el mundo artístico campogibraltareño en los años sesenta. En su larga y densa trayectoria artística figuran numerosas exposiciones, premios y reconocimientos, al igual que fue el autor de algunos carteles de la feria de San Roque y Algeciras, además de haber formado parte del jurado del citado Concurso-Exposición, ya en los años setenta, cuando formaba parte del grupo La Tríada.

Luis Ortega Bru

Aunque en los primeros años de la década de los cincuenta el imaginero Luis Ortega Bru vivía en Sevilla, seguía en contacto con San Roque, donde viajaba con asiduidad para realizar algunos encargos de obras religiosas.

Uno de los proyectos más importantes que llevó a cabo en San Roque fue la talla del Cristo de la Buena Muerte. El espectacular Cristo, obra de 1,85 m, fue un trabajo realizado gracias al esfuerzo del pueblo sanroqueño, pues tuvo un carácter popular muy acusado. La Hermandad de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de la Virgen, fundada en 1949, en la que se integraban todas las imágenes, aprobó con fecha de 23 de abril de 1950, a propuesta de Antonio Rodríguez Rodríguez, encargar a Luis Ortega Bru realizar una escultura del Cristo de la Buena Muerte.

Cristo de la Buena Muerte de Luis Ortega Bru. Cortesía de Eduardo Bermejo Quiles
Cristo de la Buena Muerte de Luis Ortega Bru. Cortesía de Eduardo Bermejo Quiles

Después de los trámites necesarios, el artista talló la imagen entre los años 1950 y 1952 en el taller de Antonio Martos. La madera procedía de un ciprés del cementerio, siendo modelos, para el rostro el susodicho Eduardo Bermejo, y para las piernas, José Sánchez, trabajador del tejar.

Además del referido Cristo, también realizó el artista sanroqueño otros trabajos en la comarca, como la Virgen de Fátima para iglesia parroquial de Santa María la Coronada de San Roque. La Piedad para la Hermandad de las Angustias de la Iglesia parroquial de la Inmaculada de la Línea de la Concepción. La Inmaculada, para la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia y Ma Santísima de la Amargura de la misma parroquia. Otra Inmaculada para la nueva parroquia que recibe la misma advocación que la imagen, en Campamento, además de una Santa Filomena o un Crucificado para la susodicha parroquia.

Son años donde Ortega Bru alcanza su cénit físico, inspirativo e intelectual con La Piedad (1952), por la que recibe el Primer Premio Nacional de Escultura, o la Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio, en abril de 1953, por el soberbio trabajo del misterio de Traslado de Cristo al Sepulcro, con que fue reconocido por el Ministerio de Información y Turismo.

Por aquellas fechas Luis Ortega Bru ya tenía tomada la decisión de marcharse a Madrid: en 1955 la empresa Arte de Granda le ofreció un trabajo consistente en la realización de ocho relieves cóncavos en bronce, para una puerta en el Estado del Vaticano, proporcionándole más tarde un contrato como maestro escultor en dichos talleres. No obstante, a lo largo de su carrera tendría una renovada comunión con su tierra natal.

Monumento a Gibraltar

Por otro lado, también surgió un proyecto escultórico de cierto calado para la ciudad: la construcción de un monumento dedicado a la pérdida de Gibraltar. El origen de la idea procedía de José Fernández Martínez, residente en Méjico, quien fue el mecenas de la escultura, aunque el encargo lo llevó a cabo la Prensa Española, editora de ABC. Desde un principio el Ayuntamiento y el pueblo de San Roque apostaron por Luis Ortega Bru, pero la Prensa Española consideró que el escultor más indicado era Juan Cristóbal González Quesada (Ohanes, Almería, 1897-Cadalso de los Vidrios, Madrid, 1961):

“16 de febrero de 1955 Sr. D. Luis Ortega Bru Sevilla

Mi querido amigo: Hace unos días que he recibido la carta cuya copia te adjunto. De la lectura de la misma verás que nos echan un jarro de agua fría sobre nuestro proyecto y tus ilusiones de plasmar en materia definitiva tu estupendo éxodo de Gibraltar, que con tanto cariño custodiamos en este Ayuntamiento. Como comprenderás soy el primero en lamentar el acuerdo del Consejo de Administración de la Prensa Española, pero por lo visto es cosa decidida pues observarás que dice: “… ha hecho el encargo en firme de una obra”.

En fin, Luis, que no tenemos suerte; solo me queda reiterarte el testimonio de mi sincera amistad mediante un abrazo.

Firmado: José Domínguez”.

Juan Cristóbal en los años cincuenta era un escultor consagrado. Discípulo de Mariano Benlluire, dominó la escultura en diversos materiales, con influencias de la escultura clásica y renacentista, aunque en sus años dorados se adscribió al simbolismo y al realismo. Ganador de la segunda y primera medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes, y autor de obras tan icónicas como la escultura ecuestre del Cid Campeador (Burgos) o los bustos de Indalecio Prieto, Ángel Ganivet o Falla, era una de las primeras figuras de la escultura española. En cuanto al encargo para San Roque, Juan Cristóbal esculpió en piedra un león acechante sobre un plinto elevado que hoy se encuentra ubicado en la zona llamada Cuatro Vientos, al este de la ciudad. En la base del plinto se puede leer grabado en piedra: “PRIMERO: Que Gibraltar no se rindió a los ingleses, sino que al partido que defendía los pretendidos derechos del Archiduque de Austria a la Corona de España en la guerra de Sucesión”.

Monumento a Gibraltar, de Luis Cristóbal.
Monumento a Gibraltar, de Luis Cristóbal.

Merece la pena subrayar que el boceto del relieve que hiciera Luis Ortega Bru, el espectacular Éxodo, nunca fue olvidado, puesto que años después lo tallaría en madera para el ayuntamiento de San Roque. Para cerrar este epígrafe, cabe anotar que las autoridades sanroqueñas siguieron apostando por Ortega Bru, pues el impresionante relieve en piedra que lució en el tímpano del museo-panteón de Gibraltar, que se construiría en el solar de la antigua ermita de San Felipe Neri, que igualmente sería derribado a finales del siglo XX, es obra suya.

Antigua ermita de San Felipe Neri, en San Roque.
Antigua ermita de San Felipe Neri, en San Roque.

José Domingo de Mena

José Domingo de Mena, como se ha insistido, fue pintor, escritor, poeta y defensor a ultranza de la españolidad de Gibraltar y del patrimonio sanroqueño. Tras el cambio de alcalde en 1956, a principios del año siguiente se derribó la antigua ermita de San Felipe Neri, que estaba situada al principio de la calle San Felipe. El derribo de la ermita causó un gran revuelo en San Roque, donde se alzaron algunas voces, como la del susodicho cronista José Domingo de Mena, quien llegó a escribir una elegía (Elegía de la Ermita de San Felipe Neri), de la que recogemos algunas estrofas:

“Aquel rincón de San Roque

era la flor de su alma.

Y lo han condenado a muerte

¡Qué sed de llanto y distancia! […]

La Ermita de San Felipe

se lleva de nuestra infancia, de nuestro ser,

lo más bello y de la Ciudad la Gracia”.

Por otro lado, la perseverancia del cronista por la protección del patrimonio sanroqueño, con el firme apoyo del Ayuntamiento, daría sus frutos años más tarde, pues el 2 de marzo de 1972 el Palacio de los Gobernadores, también llamado Casa de la Torre o Casa Berlanga, sería declarado Monumento Histórico Artístico, aunque en realidad la decisión se había tomado el 18 de febrero en Consejo de Ministros. Al año siguiente, en el mes de septiembre de 1973 se leyó en el Ayuntamiento un escrito con remite del Patrimonio Artístico, relacionado con la declaración de “conjunto monumental a favor de un sector de la ciudad”. Y el 26 de junio de 1975 el casco antiguo de San Roque fue declarado Conjunto Histórico Artístico. Aunque el acuerdo del Consejo de Ministros tuvo lugar el 23 de mayo. En el Decreto que lo hacía oficial se especificaba que la tutela de ese conjunto, que quedaba bajo la protección del Estado, sería ejercida por la Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural del Ministerio de Educación y Ciencia.

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