Piñel pregona la Semana Santa de San Roque desde el corazón

El pregonero desborda pasión en una parroquia de La Coronada repleta de cofrades

Diego Piñel, durante su pregón de ayer en la parroquia de Santa María La Coronada.
Diego Piñel, durante su pregón de ayer en la parroquia de Santa María La Coronada.
Redacción San Roque

07 de abril 2014 - 01:00

Diego Piñel, hermano mayor honorífico de la hermandad de la Buena Muerte, ofreció ayer el pregón de la Semana Santa de San Roque. Ante los numerosos fieles que llenaron la parroquia de La Coronada, Piñel dio un pregón hecho desde el corazón, que llegó a momentos de gran emotividad y pasión, especialmente cuando se refirió a los cargadores y al resto de la familia de su hermandad.

Miguel Núñez, pregonero del año pasado, presentó a Piñel, que dedicó especialmente el pregón a los cargadores y cofrades ya fallecidos. El pregonero también apuntó que iba a intentar salvar sus carencias literarias con mucha pasión. "Quien hablará será mi corazón", dijo.

Tras apuntar la íntima relación de San Roque con su Semana Santa, que data de su origen como pueblo durante el éxodo de Gibraltar, Piñel puso en positivo la labor de la Iglesia Católica a pesar de ser constante blanco de las críticas, destacando el trabajo solidario que realizan Cáritas, los misioneros, las monjas de la Caridad y el mismo mundo cofrade. En este sentido, dijo sentirse "orgulloso de ser capillita".

El pregonero confesó los dos momentos más importantes de su vida cofrade: durante el cincuentenario de su hermandad (2003) y cuando participó en la procesión que llevó la imagen del Cristo de la Buena Muerte al Cementerio de San Miguel.

El resto del pregón consistió en un recorrido emotivo por la Procesión Magna del Santo Entierro, donde los pasajes de los Evangelios parecían discurrir, más que en la Jerusalén sometida por los romanos, en el San Roque de hoy. Sus palabras cobraban especial pasión cuando se refería a cargadores y capataces de las distintas hermandades, varios de ellos ya desaparecidos, palabras que remataba golpeando una campana y gritando "¡Al cielo con ellos, al cielo!". Esa pasión se desbordó al narrar el discurrir del paso del Cristo de la Buena Muerte por las calles sanroqueñas, arrancando grandes aplausos del público.

El pregón contó con la intervención de tres cantaores, quienes entonaron un total de cuatro saetas.

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