"Con Gibraltar, cuanto más intereses comunes haya, mejor"
José Juan Yborra. Profesor de lengua y literatura y subdirector de la uned
-Otro de sus campos de investigación es el léxico que posee el Campo de Gibraltar.
-Más que posee, diría que poseía. Se ha perdido casi todo. Esta era una zona en la que, por el contacto con Gibraltar hasta el cierre de la Verja en 1969, se incorporaron muchas palabras adaptadas al castellano: naylon, jersey, que aquí decíamos yersey, o la chingua, que es el chicle, de shewing gum. El chupa-chups era el rolipó (del inglés lollipop) y el regaliz el liquirbá, derivado de liquorice bar. Había construcciones realmente divertidas que marcaban un mestizaje cultural buenísimo.
-Mi preferida es la güindonilla.
-Es muy buena. O el charabán (caravan) por el autobús o la Focona de La Línea, por las four corners. El colegio de los cristibradas, de los Christi Brothers. Mi abuela, a los libros de registro les llamaba el manolo.
-¿Y eso?
-Por que en Gibraltar, el Registro Civil estaba al lado de la alcantarilla principal de Gibraltar, que era el main hole, el agujero grande, y por metonimia el registro era el manolo. Y por las tardes tomábamos un capotín, una cup of tea, con un panchuchi, pan de molde o pan de Churchill, que era suministrado por los ingleses durante la guerra.Yo, de chico, iba a la barber shop por el marcha pie, la acera. También había muchos italianismos, como la pavana, la gaviota.
-¿Gibraltar está más cerca o más lejos de lo que parece?
-A ver. Personalmente, Gibraltar era para mí lo inalcanzable.
-¿En qué sentido?
-El cierre de la Verja me pilló con 8 años y no recuerdo haber ido antes de esa edad. Yo viví en Algeciras y lo primero que veía al levantarme y mirar por la ventana era Gibraltar. Para mí, que he tenido siempre una mente muy curiosa, era muy extraño ver algo y no poder ir a ese lugar. En las tardes claras con viento de poniente, yo veía los reflejos de los cristales de los coches y me decía: ¿Ahí que hay? Durante mi infancia fue siempre una caja hermética en la que no pude entrar nunca.
-¿Y cuándo pudo hacerlo?
-Tras abrirse la Verja, al terminar la carrera con 21 años, en 1981.
-¿Qué sensación tuvo?
-Fui por una necesidad personal y supuso un choque tremendo. Lo primero fue su arquitectura, tan diferente, con esos cierros, con las persianas mallorquinas... El acento, tan distinto, aunque se diga que hablan como los andaluces, y ese mestizaje de culturas en una ciudad tan pequeñita, con todo tan condensado. Me pareció atractiva, interesante y, con independencia de cuestiones políticas, tengo muy buenos amigos allí.
-¿Cómo ve la situación a corto plazo?
-La situación está ahora mucho más relajada que hace tres o cuatro años.
-A pesar del Brexit.
-Quizá por eso está más relajada.
-También hay mucha inquietud.
-No soy economista y no sé hasta dónde puede llegar, pero desde mi experiencia creo que no habrá cambios ni a corto ni a medio plazo. Me preocupa que las relaciones políticas puedan repercutir en las humanas, aunque hubo un momento en que se estuvo cerca de cruzar ese umbral. Creo que se cumplirá la máxima del príncipe de Salina en El Gatopardo, del todo cambiará para seguir igual.
-¿Cree que sus amigos gibraltareños tienen la misma impresión?
-La realidad desde el Peñón se ve de una forma distinta a como se ve aquí. Estamos condicionados por la educación, la familia, los mensajes de los medios de comunicación... La visión depende del sitio en el que vives. Debemos ser lo suficientemente inteligentes para conjugar diferentes perspectivas.
-Y de ver los intereses comunes.
-Intereses comunes que nos unen por encima de todo lo que nos separa. Y cuantos más intereses comunes haya, mucho mejor
-¿Ese niño que veía Gibraltar desde su ventana, a qué se quiere dedicar cuando sea mayor?
-Ese niño no quiere perder las ilusiones, para trabajar, investigar, estar con mi familia, disfrutar de la docencia. Si algún día pierdo la ilusión preferiría dejar de estar en este mundo.
Una prolífica carrera de investigación
Da la impresión de que la cabeza de Yborra va por delante de su boca, donde suele dibujarse la paciente sonrisa del docente que espera la pregunta del alumno, periodista en este caso. "Nací en Alicante (1960) porque mi madre me quiso tener allí, pero mis padres ya vivían aquí de antes. Vinieron a Algeciras en 1951 en viaje de novios y ya se quedaron. Tenían unos tíos y vieron que había muchas más posibilidades de trabajo en Algeciras que en su pueblo, donde la posguerra fue durísima. Creo que fueron muy felices en esta tierra", rememora. En su carrera investigadora ha publicado más de una cincuentena de trabajos sobre literatura española y ha analizado, entre otras, la producción literaria a ambos lados del Estrecho.
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